Ricardo Bartis. Un actor en llamas
El prestigioso director teatral llega el jueves a la pantalla grande con "Plata quemada", el nuevo film de Piñeyro que ya provoca controversias.
La parte mía, mi monólogo, ¿cuando llega?", bromeaba el actor y director teatral Ricardo Bartis, aunque en realidad dejaba traslucir en la gracia de su comentario cierta desorientación en tierra ajena: en el set de "Plata quemada", la película del director Marcelo Piñeyro, una de las apuestas más fuertes de la producción del cine argentino que llegará a los cines el próximo jueves. Justamente, uno de los exponentes del teatro argentino más vanguardistas de la última década participa en un film que, de alguna manera, representaría algo así como el mainstream de la producción de cine argentino actual.
Cual si fuera una especie de Terminator intelectual recortado de la aventura policial que acaba de filmar, Bartis responde sin mezquindades y ametralla con una ráfaga de opiniones. "Yo hice "Plata quemada" porque me pagaron mucha plata. En cine se suele gastar dinero en una cantidad de cosas absurdas, a mi entender, y siempre se discute el precio del humano. Y en el caso del actor hay una desvalorización nítida en el cine argentino porque simplemente es una figura convocante que se traduce en su importancia industrial, pero en términos artísticos el lugar de la actuación está absolutamente devaluado. Por eso, creo que si una cámara sale tanto, un actor debe salir tanto...", sostiene Bartis, de 50 años, ahora a punto de iniciar una gira junto con la premiada obra teatral "El pecado que no se puede nombrar" (basada en textos de Roberto Arlt) por los festivales de Quebec y Montreal, luego por el Kunsten Festival des Art, de Bruselas, y en octubre por el Festival de Berlín y de París ("y con ningún apoyo económico de Cancillería", desliza).
Bartis retoma el tema de la decisión de hacer cine, especialmente en la película dirigida por Marcelo Piñeyro, y cuenta: "Tenía muy pocas expectativas de aprendizaje. Y debo confesar que al encontrarme con Piñeyro tenía muchos prejuicios, porque sé que él es una expresión del cine comercial. Pero finalmente aprendí muchísimo al terminar la filmación. Uno puede no ir a ver sus películas o puede despreciarlas, pero lo que no se puede es despreciarlo a Piñeyro, porque es muy nítido en su elección: no tiene ninguna presunción de hacer un cine de autor, ni pretensiones vanguardistas. Le gusta hacer cierto tipo de películas y en determinadas condiciones. Por eso me parece que en un país como éste lograr concretar este tipo de proyectos habla de una pasión y una energía sorprendentes".
En realidad, ésta es la tercera intervención de Bartis como protagonista en un ámbito cinematográfico, después de su debut en "Invierno mala vida", una ópera prima de bajísimo presupuesto dirigida por el joven Gregorio Cramer, y de "El astillero", de David Lipzyk, una película basada en el libro de Juan Carlos Onetti y protagonizada por un gran elenco, con estreno previsto para el mes próximo.
Inhibidos asociados
"En general, tengo mucho miedo cuando me vuelco en estas experiencias cinematográficas porque me siento muy ajeno -explica-. Creo que no voy a saber hacer las cosas que supuestamente son necesarias y simples y que todo va a convertirse en una pesadilla. Luego, la realidad lo confirma: es una pesadilla y no es sólo paranoia". Pero además, cuenta que fue determinante la actitud de Marcelo Piñeyro a la hora de proponerle participación para su película: "Tuvo la delicadeza seductora de hablarme mucho de lo que admiraba mi trabajo como director y de la inhibición que le producía imaginarse dirigiéndome. Inclusive, deslizó que le pesaba dirigir a Leonardo Sbaraglia y Pablo Echarri, con lo cual ya me tenía totalmente capturado. Después, en la filmación, le dije que él había desarrollado una estrategia vana y vacua para, en realidad, inhibirme como actor. Pero le dije que igual los iba a "demoler" y que no me iba a someter", cuenta entre risas.
"Plata quemada" está inspirada en un hecho real, ya ficcionado por el escritor Ricardo Piglia en su novela del mismo nombre, ganadora de un Premio Planeta en 1998. Piglia reconstruye la crónica periodística de un asalto al Banco Nación de San Fernando, en 1965, y la posterior huida de la banda de delincuentes con buena parte del botín y con toda la policía y gente de la política persiguiéndolos hasta el Uruguay. Pero el guión cinematográfico lo desarrollaron el propio director y Marcelo Figueras. Y finalmente, el suspenso policial es el marco de violencia que envuelve una historia de amor entre el Nene y Angel, dos de los delincuentes que mantienen una relación más que simbiótica dentro de la banda. Fontana, interpretado por Bartis, es el cerebro de esa banda que encabezan los personajes de Leo Sbaraglia (el Nene), Eduardo Noriega (Angel) y Pablo Echarri (el Cuervo Mereles). Pero justamente por las modificaciones propias que sufrió el relato de Piglia y luego la narración de la película en la edición, su personaje quedó bastante recortado. "Cuando bromeaba en el set con lo de mi monólogo, Piñeyro me contestaba: "Cuando escuches corten , ahí es tu parte". Por eso al terminar mis escenas me iba murmurando unos textos por ahí. Desde el guión sufrí la censura de los autores. Y después, más allá de la broma, Marcelo me cortó un poco el personaje", señala.
No soy Robert Mitchum
"Me parece que en la elección del corte se perdió un poco la historia del dinero y la banda queda excesivamente colgada, en detrimento de la intensidad de la narración sobre el vínculo -advierte-. Ya en el guión me dí cuenta de que mi personaje iba a depender únicamente de una gran voluntad en la actuación, si no Fontana sólo quedaría muy al servicio de la historia." Desde un principio cuenta que acordó con Piñeyro en probar la composición de un personaje más intelectual y frágil en apariencia. "Es que, físicamente, yo no soy Robert Mitchum, sólo mido 1,68. Pero en las primeras pruebas de cámara nos dimos cuenta de que sería imposible pensar que un tipo con esas características pudiera tener dominio sobre esas tres bestias que están todo el tiempo en un estado de alteración, son consumidores duros de cocaína, están constantemente en una situación border de psicosis. Por eso se modificó de un día para otro el perfil de composición".
Bartis se afeitó la cabeza para darle a su Fontana "un carácter de muñeco, que no se sabe bien si es falso". Y así, según cuenta, fue resurgiendo su ferocidad. "Al pertenecer a otra generación de chorros, para Fontana estos muchachos son un incordio, una dificultad, no hacen bien lo que deben hacer porque el robo no debería producir muertos, la huida debería ser escalonada y tranquila, y por una serie de errores y de impulsos que tienen los personajes de Sbaraglia y de Echarri la policía los ubica: algo ha fracasado".
Bajo la lupa
Ricardo Bartis aclara que en ningún momento del rodaje de "Plata quemada" se inmiscuyó en la dirección de actores. "Tampoco se me propuso que lo hiciera. Esa fue tarea de Piñeyro -destacó-. Pero me parece que lo menos que se puede objetar de esta película son las actuaciones".
En el ambiente teatral, Bartis es amo y señor de la escena independiente. Posee una de las salas más lindas del circuito alternativo, la Sportivo Teatral, en Thames al 1600, donde tanto él como sus discípulos (los conocidos "bartolitos") desarrollan obras ligadas al teatro de riesgo.
De los tres protagonistas de "Plata quemada" no tiene más que elogios.
Leonardo Sbaraglia: "Es un actor de una seriedad llamativa, lo cual obliga a una modalidad de encuadre en la actuación.
Eduardo Noriega : "Una persona encantadora. Como actor goza de una gran importancia en España y acá tiene una modestia y una solidaridad increíbles".
Pablo Echarri: "Esta muy bien. Actúa con todo el cuerpo".
Bartis opina que la idea de la formación actoral "no habría que exasperarla demasiado porque también tiene mucho que ver con la industria. La idea del mejoramiento técnico para la realización por la demanda que una industria produce tiene algún sentido. Pero ahora, cuando esa industria es inexistente y cuando la gente en lugar de aprender a actuar debe aprender el cómo hacer para actuar debe no sólo afirmar su voluntad de actuación sino también moverse por afuera de los circuitos convencionales, si no, no va actuar nunca. Es casi inexistente el circuito profesional de la actuación, aún en el cine. La gente va a aprender a actuar en cine cuando haga cine".
Luego de sus escarceos amorosos con el cine, el hombre que transita por la vereda de la vanguardia piensa volver, enseguida, al terreno que más ama, el teatro. "El cine está muy condenado por sus obligaciones industriales. Hay un sector que narra siempre lo mismo, que las convenciones narrativas del cine en algunos momentos ya están agotadas y que la influencia nefasta de la industria norteamericana desde el 60 hasta la fecha ha sido una topadora. Sin embargo, se sigue produciendo en el mundo una cantidad de películas con otras estrategias narrativas u otros ejes. De todas formas, en los últimos años, el cine me aburre".
Con Onetti
"El astillero", la película de David Lipzyk basada en el libro de Juan Carlos Onetti, llegará a los cines en junio. Junto a Ricardo Bartis se distingue en el film un importante grupo de actores como Cristina Banegas, Ingrid Pelicori, Norman Briski y Mía Maestro, entre otros. "Es una película que no tiene muchos elementos de gancho. Pero está muy bien que se haga un cine de este tipo", dijo el actor y director teatral.
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