Hace 41 años. Un estreno planetario
El 13 de junio de 1967 se realizó la primera función en el Planetario porteño.
El edificio, de un diseño que algunos comparan con un micrófono y otros con un imposible plato volador venido de otros mundos, es obra del arquitecto Enrique Jan, que habría encontrado cierta resistencia a la hora de concretar el proyecto. Según se cuenta, a la empresa constructora le parecía frágil la estructura pensada por Jan, que terminó por imponer esas ideas arriesgadas y el tiempo le dio la razón: hoy el Planetario, llamado ahora Galileo Galilei, es un icono de la ciudad.
En aquella primera función se recreó la bóveda nocturna de ese día en Buenos Aires, la Antártida Argentina y el Polo Sur. Todo frente a alumnos de dos colegios secundarios porteños, lo que también inauguró una sana costumbre: la visita escolar, que ha llevado a varias generaciones de estudiantes a sorprenderse con ese pedacito de cielo recreado con toda fidelidad en una cúpula de 20 metros de diámetro.
Desde entonces, más de 7 millones de personas ocuparon unas 25.000 veces la sala de 356 butacas reclinables, para observar las imágenes proyectadas por el aparato con forma de hormiga gigante que da nombre a todo el complejo. El planetario, marca Zeiss, es una versión más moderna del primero que dio una función similar en la historia, en la ciudad alemana de Munich en 1925, pero que tiene varios antecedentes. Es más, se asegura que Arquímedes construyó, 250 años antes de esta era, un ingenio que simulaba el movimiento de los planetas.
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