Una desopilante familia que hace de sí misma
El escritor Hernán Casciari, ahora en Buenos Aires, protagoniza una obra con su verdadera familia, en dos salas
uien haya tenido la oportunidad alguna vez de leer alguno de sus cuentos o de oírlos en la radio, sabrá que Hernán Casciari siempre vuelve a su Mercedes natal. Ese pueblo de la provincia de Buenos Aires es el escenario recurrente de muchas de sus historias, tan autorreferenciales como divertidas.
En esta ocasión, los personajes de sus cuentos -su familia y amigos- abandonan las páginas de los libros de Casciari para hacer de ellos mismos arriba de las tablas, arrastrados por la invitación del escritor (¿qué otra opción tenían?) para que formen parte de este nuevo proyecto personal llamado Una obra en construcción.
Allí están su madre Chichita -que inspiró la novela Más respeto que soy tu madre, convertida luego en éxito teatral por Antonio Gasalla-, su gran amigo el Chiri -ese gran compañero de aventuras-, o el Negro Sánchez, la temida "leyenda" que terminó casándose con la hermana del escritor. Todos reunidos en escena, haciendo de ellos mismos, o de lo que eran en aquel entonces, allá por los 70 y 80.
La escenografía es simple, nada pretenciosa. Reúne los rincones de la casa que lo vio crecer a Hernán, y a la que volvió tras vivir 15 años en un pueblo de Cataluña. Allí están el escritorio y la máquina de escribir que ya despertaban curiosidad en el futuro escritor, además del sillón donde murió su padre de un infarto, hecho que motivó la visita del escritor a su viejo hogar en Mercedes en octubre pasado, una experiencia que fue el germen de este proyecto, según reconoce Casciari. También está la mesa del comedor, donde más de una vez aparece Chichita para ajusticiarlo por cada nueva travesura de Hernán, esas que inspiraron tantos de sus cuentos.
Una obra en construcción es el último experimento de alguien que parece reinventarse en cada cosa que se propone. Como cuando pasó de escribir en su popular blog a crear la mítica revista Orsai, luego convertida en editorial. O ahora, en sus columnas semanales en Perros de la calle, el programa de Radio Metro conducido por Andy Kusnetzoff.
Esta nueva apuesta de Casciari, que desde su lanzamiento a principios de año viene llenando cada sala que visita, incluso del interior, permite que los personajes de sus cuentos se vuelvan realidad ahí arriba del escenario. Y lo logra, robando carcajadas y entreteniendo a su público fiel.
Él no es actor, ni pretende serlo. Su amateurismo es indisimulado. Hace de la imperfección una virtud. Pero sus historias no carecen de teatralidad. El escritor que en diciembre pasado sobrevivió milagrosamente a un infarto en Montevideo, reaparece para desplegar en el escenario todo su talento, evocando y dándole vida a las escenas de su infancia, marcadas por el complejo de su gordura, plasmadas irónicamente en las páginas de sus libros.
Y justamente en eso radica el punto fuerte de este biodrama: en el privilegio de poder estar allí, viendo cómo sus historias se vuelven realidad. Sólo que esta vez, claro, gracias a la presencia en vivo y en directo de sus personajes, arrancados a la fuerza del anonimato.
Con localidades que se agotan varias semanas antes de cada presentación, Casciari continúa presentándose cada miércoles y jueves en una amable sala de la Chacarita: Santos 4040 (Santos Dumont 4040), como viene haciéndolo desde mayo. El éxito logrado lo ha llevado a sumar nuevas funciones en una sala más amplia, el Auditorio Belgrano (Virrey Loreto 2348), donde se presenta los viernes y/o domingos. Las localidades se venden sólo por internet, a través de eventbrite.com.ar, a partir de 200 pesos.
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