Una fiesta del jazz en Asunción del Paraguay
Con la mano izquierda, Cameron Graves dibuja melodías sobre el teclado eléctrico mientras hace headbanging, y con la mano derecha hace cuernitos y se ríe, como si estuviera haciendo una travesura. La banda que lo acompaña en el escenario del teatro Municipal de Asunción, al ritmo del doble bombo del imponente Blaque Dynamite –un baterista afro con dreadlocks y un jardinero de jean como única vestimenta- rinde culto al heavy metal. El guitarrista Colin Cook emula a héroes de la guitarra como Yngwie Malmsteen o Eddie Van Halen montado en las líneas de bajo de Max Gerl. El tecladista angelino, miembro destacado de la revolucionaria crew jazzística West Coast Get Down, liderada por el saxofonista Kamasi Washington, está la búsqueda de su propia voz. Lejos del sonido expansivo y psicodélico de Kamasi, propone una relectura del metal, en la que cuesta vislumbrar la esencia jazzística. Es un final tan poderoso como inusual para la edición 2019 de Asujazz, el festival curado por el baterista Víctor Morel, que cuenta con el auspicio de varias embajadas y se ha ganado una grilla destacada en el calendario jazzístico del continente, con entradas gratuitas y una auspiciosa participación popular.
Un rato antes, Ozma French Explossion, el quinteto liderado por el baterista y compositor Stéphane Scharlé, entregó un set electrizante y cosmopolita. El prolífico grupo ya tocó en cuatro continentes y ese itinerario viajero funciona como fuente de inspiración, en un sonido que combina influencias rockeras con jazz de vanguardia. Capaces de reflejar la elegancia de Hamburgo o el caos frenético de Mumbai en sus canciones, incorporaron la costumbre de componer una pieza en honor a cada nueva ciudad que los reciba. Será cuestión de esperar, entonces, por la visión que el quinteto -que completan Edóuar Zero-Guillaume (bajo), Julien Soro (saxo), Guillaume Nuss (trombón) y Tam de Villiers (guitarra)- proponga de Asunción, la madre de ciudades sudamericanas, que en ocasión del festival se presenta, también, como una #ciudaddeguaranias.
El concierto, planeado originalmente para un escenario montado en la Plaza de la Democracia, en el centro de Asunción, fue trasladado al teatro Municipal por inclemencias climáticas. La noche empezó con Versión Palma Loma Blues, un combo liderado por el cantante y saxofonista que propone un curioso encuentro entre el sonido de Chicago y letras con temática local, a veces en español y a veces en guaraní. Luego, el cantante Nico Vera al frente de su proyecto Alma Soul mostró un set de canciones que combinan el soul, el reggae y pequeños tintes de jazz.
El jazz en la era del empoderamiento femenino
Una de las revelaciones del festival fue La Band’Elaschica. El grupo ya se había presentado en año pasado en el festival, en una intervención urbana, en una plaza, al mediodía. En esta ocasión, con formación de octeto, el grupo liderado por la bajista Paula Rodríguez llegó al escenario principal y deslumbró con una propuesta que comenzó con una pieza de José Asunción Flores (1904-1972), creador de la guarania, ese género urbano de impronta local que desde el Paraguay impulsan para que sea declarado Patrimonio Intangible de la Humanidad por la Unesco. Por eso, este año el festival rindió homenaje a esta expresión musical característica de la capital de Paraguay. (En ese sentido, la presencia del prestigioso periodista mexicano Betto Arcos, colaborador de la BBC, parece una buena estrategia para posicionar la sonoridad tradicional de la ciudad en el resto del mundo.) "Cholí", la pieza que abrió el concierto, fue el disparador para un momento mágico, donde el talento de las instrumentistas (julieta Morel, batería; Magalí Benítez, piano; Mar Perez, trompeta; Diana Quiñones y Fátima Abramos, trombón; y la distinguida Lara Barreto, saxo), mostraran su ductilidad como ensamble. La propuesta incluyó también una pieza que mezcló el espíritu del free jazz con poemas de plumas locales, como Pachu Aguilar, Lía Colombino, Susy Delgado y Marcela Morel.
La cantante Martina Leclercq aportó su talento e histrionismo en dos versiones diferentes y complementarias. Primero, con aires de funk para una versión de "Samurai", del brasileño Djavan, donde se lució con un gran scat; luego, con una relectura jazzística de "Juana Azurduy", la pieza folclórica compuesta por Ariel Ramírez y Félix Luna, que rinde homenaje a la heroína de la gesta independentista latinoamericana, precursora del empoderamiento femenino. "La revolución viene oliendo a jazmín", dijo Leclercq al final del set.
La noche había comenzado con la presentación de Folk Fusion, un grupo que revisita la música ancestral paraguaya con una proyección jazzística integrada por músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional, liderada por el baterista Víctor Morel, junto al guitarrista y violinista Omar Valdes, el pianista Giovanni Primerano y el bajista Ariel Burgos. Fue una notable combinación de swing y virtuisismo, con melodías tradicionales como disparadores de una música maravillosa.
Para el final, en reemplazo del trío de la pianista alemana Julia Hülsmann, que no llegó a la presentación por inconvenientes logísticos, se presentó el "cuarteto Salvattore", una jam session con una agrupación creada ah hoc pocas horas antes de la presentación, con Gustavo Viera (guitarra), Nicolás Cañete (bajo), Bruno Muñoz (saxo) y Stéphane Scharlé, baterista y lider del grupo francés Ozma French Explossion, que se luciría también al día siguiente. Fue un encuentro con altos momentos de musicalidad, que hicieron honor a la idea del jazz como lenguaje universal.
El festival incluyó también intervenciones en espacios no convencionales, como el concierto del arpista Juanjo Corbalán en el tradicional Mercado 4, o la fascinante Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura, un fantástico emprendimiento musical y social, que involucra a más de 350 chicos de Bañado Sur, una de las zonas más pobres de la ciudad, que ha girado por más de 80 países. Con un concierto didáctico, alcanzaron uno de los momentos más emotivos del festival.
La grilla incluyó también a Escalandrum, el grupo liderado por Pipi Piazzolla, que además de un notable concierto ofreció una clínica para músicos locales; y a la saxofonista Tia Fuller con su grupo Diamon´s Cut, que también dictó un taller donde repasó el aporte femenino a la historia del jazz.
A pesar de la lluvia del sábado, que impidió la convocatoria masiva esperada de haber podido realizarse el concierto de cierre en una plaza y al aire libre, el Festival alcanzó una notable convocatoria que confirman que la emergente movida del jazz paraguayo no es pasajera, sino que se integra con lazos cada vez más fuertes, con las de la región y el resto del mundo.
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