Una heroína bien conservada
"Euridice", de Jacopo Peri, es la obra más antigua que se conserva del género lírico.
Este álbum del sello ARTS es un disco de la historia. Pocos, aun los más insignes amantes de la ópera, deben saber quién fue Jacopo Peri, un romano nacido en 1561. Menos aún, casi ínfimos, son aquellos que alguna vez han tenido la oportunidad de escuchar su "Euridice", la primer ópera conservada de la historia. Es decir, la primera heroína que inició el camino que siglos más adelante recorrerían Violeta Valery, Carmen, Isolda, Tosca y Lulu, algunas de sus más encumbradas descendientes.
Después de muchas propuestas, controversias, manifiestos y planteos acerca de cómo combinar texto y música y sobre cómo articularla en una nueva propuesta dramática, el 6 de octubre del 1600, en el palacio Pitti de Florencia, se representó "Euridice", una pastoral que, entre otras novedades, estaba musicalizada desde su primera palabra hasta su conclusión.
Si bien hubo antecedentes de otras obras presuntamente similares de Emilio de Cavalieri y del mismo Peri, no han quedado rastros musicales completos de las que podrían arrogarse el título de ser la primera ópera de la historia.
Opera de cámara
"Euridice" es una ópera de cámara para un puñado de cantantes e instrumentistas que consta de un prólogo y cinco escenas. Más allá de algunos números de conjunto que cierran cada escena, la gran primicia la constituye el canto solista con bajo continuo, un molde recién horneado y que comenzaba a hacer camino al cantar.
En "Euridice" hay recitativos, primitivas arias sobre pautas de danza, canciones estróficas y diálogos cantados, elementos que fueron conformando un nuevo género y que sólo llegaría a plasmarse en una obra maestra con el "Orfeo" de Monteverdi, estrenado en Mantua, en 1607.
La participación de los cantantes Gloria Banditelli, Gian Paolo Fagotto y Mario Cecchetti es sumamente atinada. La ausencia de vibrato, cierta rusticidad y una afinación impecable son los elementos técnicos más destacados del canto.
Pero además, y dentro de los límites de ciertos modos interpretativos que entran dentro del terreno de la conjetura, hay diferencias sustanciales entre los diálogos de pastores y ninfas, casi una conversación entonada, y los momentos de dramatismo como el anuncio de la muerte de Euridice, el lamento de Orfeo o la súplica de éste para poder regresar con Euridice desde las sombras.
Más inocente que las óperas que sobre el mismo tema aparecerían más adelante, en este caso no existe la advertencia del no mirar para atrás y, con final feliz, la pareja vuelve rápidamente a cantar y vivir bajo la luz del sol.
Instrumentos acordes
También es adecuada la elección de los instrumentos acompañantes, en esta versión del Ensamble Arpegio. No hay que olvidarse que los compositores, hasta bien entrado el siglo XVII, no acostumbraban escribir qué instrumentos debían participar. Alternativamente, aparecen arpas, flautas dulces, violines, violas da gamba, laúdes, una tiorba y, obviamente, el clave.
Por momentos música ingenua, "Euridice" tiene, sin embargo, los componentes característicos de cualquier ópera: combinaciones sonoras que potencian la tragedia, acompañan las escenas de amor o crean ambientes pastoriles y personajes que tienen perfiles psicológicos y emocionales claros y que se expresan por medio del canto.
Para aquellos que miren con resquemores está protoópera, supuestamente con escasos valores musicales, habría que confirmarles que, entre muchos más, hay pasajes solistas decididamente bellos ("Per quel vago boschetto", "Non piango e non sospiro") y números de conjunto conmovedores ("Sospiraste, aure celesti").
Pero, también, y ya que la audición no es un acto descontextualizado ni objetivo, la apreciación de la ópera de Peri será diferente si se la hace con la visión puesta en el valor simbólico que tiene para la historia de la música. Si además se toma en cuenta que esta "Euridice" nunca llegará al Colón, no es mala la idea de llevarla al hogar.
No ocupa demasiado espacio, suena muy bien, tiene el sabor de las antigüedades bien conservadas y puede acompañar de modo agradable en las horas de soledad.
Y hasta podríamos hacer un acto de justicia y honrarla como a la venerable y respetable anciana que fundó una larga dinastía que ella ni siquiera intuyó y que, parece ser, no terminará jamás.
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