Una mágica historia llega a Buenos Aires
De Colombia: el grupo Fundación Mapa Teatro presenta, hoy y mañana, "El león y la domadora", una obra de Orlando Rodríguez.
Había una vez una domadora cubana que, como en la isla caribeña sus leones se le morían de hambre, pidió asilo político en Colombia. Luego de varias audiencias y papeleos, le negaron el refugio y debió partir hacia el Ecuador buscando un lugar donde instalarse.
Fascinado por esa noticia, que apareció en los diarios de Bogotá, el actor y director Rolf Abderhalden le contó la novedad al dramaturgo cubano Antonio Orlando Rodríguez y comenzaron a trabajar. Una de las primeras premisas fue buscar a la famosa domadora. Pero, como ocurre con los buenos cuentos de suspenso, cuando llegó a verla la domadora había partido apenas unas horas antes con destino incierto.
Con esa historia como disparadora fueron construyendo una obra cuyos protagonistas son una domadora y un león, el último de los nueve que se mantenía en pie. Y como ocurre con las narraciones orales, la fabulosa historia de estos dos personajes ahora llegó a Buenos Aires, al Festival Internacional. En ese marco, se presenta hoy y mañana, a las 22.30, en elTeatro San Martín. ¿El título? "El león y la domadora", claro.
Durante el período de ensayo, el dramaturgo Orlando Rodríguez fue armando una historia cuyo disparador parece una típica trama del realismo mágico. Sin embargo, a Abderhalden, gestor del grupo Fundación Mapa Teatro, no le interesa trasponer esa estética al teatro. "En general, esa postura responde a la típica y turística visión que los países del Primer Mundo tienen de Colombia. Pero nosotros no somos afines a ese tipo de propuesta", afirma.
Una pareja muy particular
Apartándose de todo estereotipo, la obra no se detiene en reproducir los vericuetos de la cubana. "Estructurada en trece cuadros independientes entre sí, cada uno de ellos pinta situaciones distintas en las cuales se van exponiendo los conflictos entre el león y la domadora como si se tratara de una pareja. Finalmente, lo que vemos en un espejo de la situación humana contemporánea. Sobre todo, lo que está sucediendo en el mundo entero con aquellos desplazados, con los sin tierra.Gente que busca un sitio donde estar. Pero dicho de una forma metafórica", se entusiasma el director y actor, en pleno montaje de la obra.
La búsqueda de estos personajes de un lugar en el mundo es parecida a la de estos teatristas. Para montar sus obras, los integrantes del grupo Fundación Mapa Teatro suelen andar de un restaurante a un living, pasando por iglesias.
-¿Eso responde a una decisión estética o a problemas de producción?
-Es una combinación. A nosotros nos gustan los espacios no tradicionales. Pero es una opción estética que, como no estamos instituidos en ninguna sala, se volvió una postura ideológica.
-Tomando en cuenta la situación política colombiana, ¿cómo es hacer teatro en tu país?
-Estamos viviendo un momento muy complejo que cada vez es más grave. De todos modos, el teatro tiene una función elemental pero muy importante. En ese sentido, la gente está con un sentido de alerta. Diría que se impone la necesidad de hacer teatro.
-¿Ese panorama está imponiendo un tipo de teatro testimonial?
-Esa estética fue muy fuerte durante la década del 60. Actualmente, hay muchos grupos que denuncian la violencia de manera muy descriptiva. Nosotros hemos optado por una distancia necesaria para trasponer lo real, lo obvio, lo anecdótico. Al mismo tiempo, tenemos que lidiar con otras realidades. Por ejemplo, la gente no sale a las calles. Cuesta mucho hacer teatro, aunque hay una enorme cantidad de grupos. Vivimos como secuestrados.
En medio de este panorama, Colombia realiza cada dos años el Festival de Bogotá, uno de los encuentros escénicos más importantes de América del Sur. Según el teatrista, ese encuentro cumple un papel fundamental. "El festival es vida, excede lo teatral. Exorciza los demonios del año", apunta en su primera visita a Buenos Aires.
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