Una pareja a fuego lento
Como broche de oro de la moda del tango en los EE.UU., Horacio Salgán habla del estreno en Los Angeles de su oratorio "Carlos Gardel", que interpretará la pianista argentina Ana Lía Lenchantin.
Horacio Salgán lleva 68 años ininterrumpidos dando cátedra de tango y 40 compartiendo escenarios con su inseparable amigo, el guitarrista Ubaldo De Lío. Pero a pesar de la admiración que el autor de "A fuego lento" despertó y despierta no sólo en la Argentina sino en el mundo entero, sigue, con su ya famosa humildad, mostrándose entre sorprendido y agradecido por tamaño reconocimiento.
No deja de comentar con asombro que "grandes", como Rubinstein o Stravinsky, se hayan interesado por su música y que Daniel Barenboim haya incluido en el CD "Mi Buenos Aires querido" dos de sus tangos.
Gardel en los EE. UU.
Y las sorpresas continúan, porque este año se llevará a cabo la primera audición en los Estados Unidos de su oratorio "Carlos Gardel".
La obra, que Salgán escribió junto a Horacio Ferrer y se estrenó en la Argentina en 1975, llega cuando el tango vive un extraordinario auge entre los norteamericanos. Primero el tango bailado y luego la música de Astor Piazzolla hicieron que el 2 x 4 sume, desde mediados de la última década, cada vez más adeptos.
Escrito para orquesta sinfónica, coro, piano, bandoneón, guitarra y narrador, el oratorio será presentado en noviembre en el Festival de Música Argentina por realizarse Los Angeles, y probablemente será incluido en los célebres conciertos de verano que realiza la Boston Pops Orchestra.
Pero en esa ocasión no tendrá en el piano a su autor, sino a Ana Lía Lenchantin, una argentina radicada desde hace dos décadas en Los Angeles.
El motivo se debe, según confiesa Salgán durante el diálogo con La Nación -vestido de impecable camisa a rayas, pantalones e impecables mocasines blancos-, a su decisión de tomarse un descanso "después de tantos años de trabajo. No acepté participar, porque si no siempre voy a estar en lo mismo y no quiero arriesgarme a que después me sienta mal", confiesa. Inmediatamente, Salgán propuso como reemplazo al marplatense Manuel Rego, "uno de los más grandes pianistas del mundo y de la historia", según el fundador del Quinteto Real.
Pero Rego ya tenía asumidos otros compromisos y le propuso a Salgán que Lenchantin (que había sido su discípula) asumiera la responsabilidad del estreno.
Así, la pianista que llegó a Buenos Aires en el rol de productora se transformó en la intérprete. "Después de autoconvencerme de que podía aceptar este desafío que me había propuesto Rego, que es mi padre musical, llevé el material a mi sponsor, que se entusiasmó con la idea", cuenta Lenchantin.
-¿Cuáles son las dificultades que debe enfrentar un pianista al interpretar el oratorio?
Salgán: -En general, está todo escrito y creo que lo puede afrontar con comodidad, porque no es una pieza virtuosa, no es el Concierto Nº 3 de Rachmaninof (risas).
Ana Lía Lenchantin: -Igual es bastante intrincado para leer, tiene acordes que obligan a extender mucho la mano y además hay notas todo el tiempo.
-¿Qué sucederá con los músicos norteamericanos, que no manejan el swing propio del tango?
Salgán: -Yo siempre escribí -y sobre todo pensando en la orquesta- de un modo tal que toda aquella persona que toque bien el instrumento puede olvidarse tranquilamente de que está tocando un tango, sino que tiene que hacer (como con cualquier obra) lo que está escrito, sin pensar en el carácter. ¿Por qué? Porque si hay algún acento que hacer, está anotado.
-En su caso es cierto, ¿pero ésa no fue la norma dentro de las partituras de tango durante mucho tiempo?
-Tomé el compromiso conmigo mismo de escribir todos los detalles. Evidentemente, esto crea una dificultad en el sentido de que esto hace más difícil la obra. Y cuanto más difícil, lo van a tocar menos personas... Pero no persigo como meta que lo toque todo el mundo, ni hacerme popular. Creo que mucha gente que podría escribir las cosas con "todo" reduce y simplifica lo que hace que esa versión no sea la que corresponde porque le faltan elementos. Ahora se está escribiendo mejor. Antes se contaba más con lo que convencionalmente se entendía por tango. Por ejemplo, "Volver" está escrito de una manera que, si mañana viene un gran pianista alemán o chino y toca lo que está escrito, se va a encontrar con que es todo igual, no tiene fraseo, ligaduras, acentos, sólo el esqueleto de la cosa. Salvando las distancias, si los grandes maestros, como Chopin, Brahms, Beethoven, hubieran simplificado su escritura, hoy no se podrían tocar.
-¿Está sorprendido por el interés que genera su música?
Salgán: -Uno se traza en la vida algunas metas. Por ejemplo, yo llegué a tocar en el Colón algunas veces, pero no estaba dentro de lo que había pensado. Lo que pensaba era cómo me gustaría tocar bien el piano. Lo otro viene por añadidura. Por eso me asombré con Barenboim, que graba tangos míos, o lo que contó Lalo Schifrin en la revista Clásica, que Rubinstein se llevó los discos que tenía de mi música.
-Usted desarrolló su actividad como pianista clásica, ¿esto implica un cambio en su carrera?
Lenchantin: -Al revés que el maestro Salgán, yo estoy saliendo de tiempo de descanso y de replantearme mi carrera.
-Después de 23 años de haber estrenado el oratorio, ¿cómo lo ve?
Salgán: -Dentro de todo, me gusta, no le cambiaría nada, y eso que en general me la paso corrigiendo. Pero, como decía Borges, sólo dejo de corregir lo que está editado.
Según explican a dúo, queda todavía por confirmar quiénes acompañarán a Lenchantin en la primera audición norteamericana del oratorio.
Salgán se entusiasma con la posibilidad de que su hijo Guillermo se haga cargo de la dirección, y sí está decidido no traducir el texto original de Ferrer al inglés.
La historia de un homenaje
El oratorio "Carlos Gardel" nació a raíz de una invitación que recibió Horacio Salgán, en 1975, para hacer una serie de conciertos con la Orquesta Sinfónica de Mar del Plata.
"Me propusieron hacer seis funciones junto con De Lío y la sinfónica -recuerda Salgán-. Por esa época, yo tenía la idea de hacer una obra en homenaje a Gardel, que es de alguna manera el inventor del tango moderno, tal como lo conocemos hoy".
Salgán opina que la labor del cantante y compositor fue tan importante que "no solamente influyó sobre la manera de cantar de los demás, sino también de la manera de tocar instrumentalmente el tango. Esto lo conversé con Aníbal Troilo y él estaba de acuerdo, porque Gardel fue determinante y terminante, ya que hizo todo y fue la raíz de mucho de lo que sucedería después".
Salgán convocó a Ferrer para concretar el homenaje al Zorzal y concordaron en darle la forma de un oratorio. "La idea del oratorio surgió porque había que contar qué es lo que pensábamos de Gardel. La mecánica era que hubiera alguien hablando y alguien tocando, dos elementos propios de esta forma musical", explica.
Junto a Ferrer, encargado de narrar la historia de la figura mítica de Gardel, Salgán escribió ocho movimientos para orquesta, coro, piano, bandoneón y guitarra.
¿Qué papel cumplen el coro y la orquesta?
-El coro no canta ningún tango, solamente hay algunos compases en el sexto movimiento, pero es una rítmica que no es precisamente localizada en el tango. Los momentos de tango están reservados para los solistas. La orquesta ideal para tocar tango es la típica: cuatro violines, cuatro bandoneones, chelo, contrabajo y piano.
También agregué el clarinete bajo, porque se funde muy bien con los bandoneones y puede cumplir el rol de bajo cuando el contrabajo funciona en un rol más percusivo. Pero cuando se usan orquestas mayores el problema es evitar la pesadez. Lo ideal es elegir aquellas posibilidades que permitan más flexibilidad y mantener en los solistas la forma más estilística del género.
Instrumentos y tradición
De todas formas, Salgán deja la puerta abierta para los cambios. "No es habitual el tango cantado por coros... hasta ahora, porque, por ejemplo, teníamos la idea de que el trombón sólo hacía cosas heroicas dentro de una orquesta sinfónica y no era un instrumento cantante. Hasta que un día aprecio Tommy Dorsey".
Salgán adhiere a la idea de que los instrumentos, debido a la tradición (y más allá de cómo fueron pensados en su origen), terminan funcionando en determinados géneros mejor que en otros. "El corno inglés -ejemplifica- tiene un sonido determinante, por ejemplo, para hacer algo campestre, porque está ligado por asociación de ideas y por historia. Fíjese el destino curioso de dos instrumentos: el saxofón, que creó el belga Adolf Sax y terminó siendo el instrumento del jazz, y el bandoneón, creado por Heinrich Band, que se usaba en las procesiones como una especie de órgano portátil y terminó siendo el instrumento del tango".
Salgán se entusiasma cada vez que se plantea problemas teóricos y prácticos alrededor del tango. De hecho, a la par de la composición y la interpretación hace ya un tiempo que se encuentra escribiendo un libro destinado a músicos sobre la problemática del género, como un modo de suplir aunque sea en parte la falta de orquestas típicas, "que fueron los lugares donde nosotros nos formamos".
A modo de ejemplo, Salgán explica cuál es, según su opinión, la principal diferencia entre el tango y el jazz. "El tango es un género en el que normalmente no se improvisa, el tema tiene que estar más o menos presente".
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