Una reflexión sobre lo absurdo del poder
El banco (título original: Die Judenbank).Autor: Reinhold Massag/ Dirección y puesta en escena: Daniel Teveles / Intérpretes: Néstor Villa, Carolina Luaces, Pablo Spigardi, Sergio Faya y Juan Cruz Ruax/ Traducción: Ruth Weinberg y Andrés y Mónica Caro/ Sala: El Tinglado (Mario Bravo 948) / Funciones: viernes, a las 23.15/ Duración: 90 minutos.
Nuestra opinión: buena.
El banco, de Reinhold Massag, es una pieza reciente del teatro alemán (1995) escrita en forma de monólogo. Así comienza y así culmina, con un soliloquio, esta adaptación de Daniel Teveles, quien decidió que en su versión los personajes que aparecen en el libro sean materializados a través de actores. Este esfuerzo desde la dirección y la puesta (en un escenario pequeño se construye la estación de tren, un granero, un comedor y otros ambientes) resulta un acierto. De este modo el espectador puede construir de modo instantáneo un mosaico con distintas voces y almas que habitaban Alemania antes y durante el nazismo. Así asoman un ama de casa, el oficial de carrera ascendente, una mujer de dudosa reputación y un adolescente, entre otros personajes.
Dominikus Schmeinta es un anciano enfermo cuya vida gira en torno a ver pasar los trenes en una estación. Un día su banco preferido, al que visitó diariamente durante 20 años, amanece con un cartel: "Sólo para judíos". Schmeinta afronta un dilema ante esta norma ridícula: ¿Obedecer o continuar con su rutina haciendo caso omiso a ese cartel? Negador y ciego, por momentos y, en otros, lúcido e intrépido, el protagonista analiza convertirse al judaísmo, y así, regresar a su armonía original sin incumplir la ley. El banco es una reflexión profunda sobre la discriminación y sobre lo absurdo del poder, sus órdenes y sus consecuencias.
Éste es un destacado trabajo de Néstor Villa, quien compone a Schmeinta, una exigente tarea, desde la postura física y el desplazamiento con la discapacidad de esta criatura, y su dicción con acento alemán (el resto del elenco no adopta este acento, algo que quizá genera cierto ruido en el espectador). Villa logra una gran complicidad con el público, a quien mira a menudo cuando piensa o comete una picardía. Carolina Luaces y Sergio Faya, ambos con dos personajes diametralmente opuestos sobre sus hombros, Pablo Spigardi, y una gran interpretación de Juan Cruz Ruax pueblan a El banco con todo su talento.
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