Vital retrato de un país de contrastes
Ficha técnica: Relatos iraníes (Tales/Ghesse-ha, Irán,2014) / Dirección: Rakhshan Bani- Etemad / Guión: Rakhshan Bani Etemad y Farid Mostafavi / Fotografía: Koohyar Kalari / Edición: Sepideh Abdolvahab / Música: Siamak Kalantari / Diseño de producción: Amir Esbati / Elenco: Golab Adineh, Saber Abar, Farhad Aslani, Foojan Arefpoor, Bahareh Daneshgar, Mohammadreza Forootan, Shahrokh Forootanian, BabakHamidian, Mehdi Hashemi, Negar Javaherian, Baran Kosari y Fatemeh Motamedaria / Duración: 91 minutos / Calificación: apta para mayores de 13 años.
Nuestra Opinión: Muy Buena
A fines de los 90, el cine iraní pisó fuerte en la Argentina. El sabor de las cerezas, el notable film de Abbas Kiarostami, uno de los directores más relevantes de la historia cinematográfica de ese lejano país de Oriente Medio, llegó aquí a los 150.000 espectadores, una cifra sorprendente para una producción de ese tipo. El impacto fue tan poderoso que el fenómeno hasta propició algunas bromas entre los enemigos de la cinefilia: el cine iraní como sinónimo acabado de la pretensión y paradigma del aburrimiento.
Pasó el tiempo, El sabor de las cerezas sigue siendo una película fabulosa y ahora llega Relatos iraníes, que no alcanza la excelencia de aquel trabajo de Kiarostami, pero ratifica la vitalidad del cine de un país que tiene unos cuantos directores con una carrera sólida y reconocida internacionalmente, sobre todo en el ámbito de los festivales: Asghar Farhadi, Jafar Panahi, Samira Makhmalbaf, por citar algunos.
Igual que buena parte de sus colegas, Rakhshan Bani-Etemad es una directora culta y politizada. Relatos iraníes es su regreso al cine luego de ocho años de un silencio de algún modo autoimpuesto: durante el régimen de Mahmoud Ahmadinejad fue necesario pedir una licencia administrativa para filmar en Irán, y ceder a ese requerimiento, aseguraba ella, suponía legitimarlo. En 2013 asumió la presidencia de Irán Hassan Rohani, un político y religioso más moderado que su predecesor, y esta directora -que cumplió en abril 61 años- decidió volver al ruedo con una película armada sobre la base de una serie de historias que originalmente habían sido pensadas como cortos independientes (de ahí el título local, referido obviamente al boom comercial de Damián Szifrón, Relatos salvajes) y terminaron reunidas en un largometraje que revela las miserias de la burocracia estatal, la persecución política a los díscolos, los problemas de empleo y complicada situación de la mujer en la sociedad iraní (algunas de las historias se desarrollan a bordo de un vehículo, como es habitual en el cine de este país; ahí están El viento nos llevará, de Kiarostami, y la reciente ganadora del Oso de Oro en Berlin Taxi, de Panahi, como pruebas).
Premiada con el León de Oro en el Festival de Venecia, la película de Bani-Etemad generó en Irán mucho revuelo y unos cuantos problemas para la directora y su equipo de filmación, que recibieron numerosas amenazas durante el rodaje. En una de las historias de la película, una funcionaria le dice a una mujer que reclama la libertad de su hijo, detenido por la policía por opinar libremente sobre política en las calles de Teherán, "si alguien juega con fuego, es probable que termine quemado". Aun ante esas inquietantes advertencias de ese estilo, muchos cineastas iraníes avanzan con decisión y firmeza.
Más leídas de Espectáculos
Polémica en la casa. Quiénes son los participantes nominados esta semana en Gran Hermano
El maestro del terror. Odiaba las máscaras, tuvo que exiliarse y llevaba un arma por miedo a un ataque de la Alianza Libertadora
Potencia y precisión. Guerra civil: un inquietante escenario futurista que hoy está lejos de ser visto solo como ficción