Elena Roger: vivir con libertad la vida, pensar con poesía la muerte
La cantante presenta hoy 3001, en el Coliseo, el CD que grabó con Escalandrum con canciones de Piazzolla
"Es conmovedor. [Recitando] «Hoy que Dios me deja de soñar/ a mi olvido iré por Santa Fe/ sé que en nuestra esquina vos ya estás / toda de tristeza, hasta los pies». Cuando la canto me pone la piel de gallina, me emociona cada vez." Elena Roger habla de "Balada para mi muerte", de la dupla Astor Piazzolla-Horacio Ferrer, pero prefiere no hablar ahora de la muerte. Quiere contar una historia sobre su opuesto: renacer, perdurar, no morir nunca. Es la historia de su trabajo en colaboración con Escalandrum, el sexteto de Pipi Piazzolla, nieto del genio que revolucionó el tango y que dice así: en los tempranos setentas, la italiana Mina cantó "Balada para mi muerte" junto a Astor Piazzolla. Un registro en video de esa unión, que resultó en una magnífica versión con la voz y potencia interpretativa de Mina, fue el germen de una idea: si Elena Roger se puso en la piel de la italiana en una obra que marcó su despegue como intérprete, ¿por qué no sumar su voz a Escalandrum? El primer encuentro fue virtual, allá por 2014. "Yo recibía las pistas e íbamos trabajando la tonalidad y los arreglos", cuenta. Luego, una prueba de sonido en conjunto antes de salir al escenario del Museo del MAR, en Mar del Plata, y lo que pasó luego fue magia. Se fueron ovacionados.
Dos años después, esa primera colaboración se convirtió en un disco y en un concierto completo de música de Astor Piazzolla que subirá hoy a escena en el Coliseo antes de salir de gira. "Llamamos al álbum 3001, en referencia a «Preludio para el año 3001», el tema que cierra el disco, que habla de volver, de renacer, y sentimos que, en algún punto, la música de Piazzolla renace en esto que hace su nieto", dice Roger. Tiene el álbum en sus manos, lo toca, lo suelta y lo vuelve a tocar. Sus dedos no dejarán de jugar con él en toda la charla. Así de contenta está con este trabajo, que llega luego de un año intenso: protagonizó LoveMusik en el Paseo La Plaza, de marzo a agosto, con siete funciones semanales. "Fue una obra difícil porque no era una historia popular. Fue un trabajo de mucha calidad. Laburamos un montón. Me enriqueció, me dejó un repertorio muy bello, muchos amigos. Fue una experiencia muy positiva", repasa. Pero la Elena Roger del musical ahora está en pausa. "Quizá lo obvio que debería hacer es un disco de comedias musicales, pero no me gusta encasillarme", explica. Tampoco quiere que 3001 le signifique convertirse en cantante de tangos, de ninguna manera: "Mi repertorio es superecléctico, me gustan muchos estilos de música. Me aburriría si no. No sé si es que elijo el camino más difícil... es el que me divierte. No me importa si no llego a todo el mundo. El día de mañana quizá pueda hacer un recital en el que se junten todos los estilos que he cantado y entonces se reunirán distintas generaciones que escucharán canciones que nunca escucharon. Me gusta la idea de libertad, de no estar estructurada en ningún lugar, me gusta salir de lo común o de lo que la gente espera. Tengo ganas de hacer esto y lo hago".
Su carrera demuestra que no sólo hace lo que le gusta sino que lo hace bien. Probó la chanson française cuando encarnó a Edith Piaf en el musical que repasa su vida, y ganó el premio Lawrence Olivier. La canción popular italiana, el rock nacional, internacional y el pop en su disco Vientos del Sur, en el que también empezó a mostrar que su voz y el tango se llevaban bien. Aunque se define "muy ignorante" en lo que respecta a autores e intérpretes del tango, la pasión por la música rioplatense corre por su garganta con una fuerza visceral en este disco. Más todavía cuando le toca el recitado de "Balada para un loco", tarea difícil si las hay cuando ya se hicieron carne en los argentinos las cadencias de históricos intérpretes como Roberto Goyeneche y Amelita Baltar. "Todas las canciones que tienen un recitado son difíciles, pero lo que ocurre con «Balada para un loco» es que está metida en la gente. Hay que ver qué es lo que uno quiere transmitir. En mi caso, hay una inspiración en distintas maneras de cantarlo, pero siento que las canciones siguen evolucionando, incluso ahora, llegan distintas al recital". De los 12 temas del disco, sin embargo, es "Balada para mi muerte" la que todavía hace temblar a Elena. Y ahora sí, toca de nuevo el álbum, como si le diera fuerzas antes de contar por qué: "La abuela de mi pareja falleció de una manera muy hermosa. Fue un proceso, no fue súbito, y empecé a pensar en las despedidas, en cómo eligió que la cremaran, que esparcieran sus cenizas en un determinado lugar para encontrarse con su marido. Cuando canto esa canción siento que es increíble cómo Ferrer describe ese momento de la muerte. Es muy impresionante todo lo que escribió. Él decía que escribió primero eso y después «Preludio para el año 3001», porque es el renacer después de la muerte", explica.
"Soy una persona muy nostálgica. Me conmueven las despedidas. Trabajo mucho el desapego, trato de entender esa situación, me gusta pensar que no morimos, que seguimos en el otro, que la energía se renueva, que cambiamos de forma, pero no es que nos vamos -reflexiona-. Otras veces pienso que sí, que termina la vida y termina, que es lo único que sabemos. Por eso hay que disfrutar cada momento porque puede terminar en un instante. Hasta ahora, a veces, podemos evitar los nacimientos, pero la muerte no. En general tenemos muchos cuidados y miedos... mi meta es vivir una vida feliz".
Siempre en contra de los supuestos, Elena Roger, la argentina que llegó a Broadway y decidió volver a instalarse en su barrio natal, Barracas, reivindica sus valores: "Siento que soy privilegiada, porque trabajo para mí, elijo lo que quiero hacer y eso me da tiempo para detenerme y pensar en cómo quiero vivir mi vida. Hay una fuerte contaminación de cuántas cosas tenemos que tener, vestir, lucir para ser aceptados por la sociedad, cómo tiene que ser nuestra vida para ser vistos de alguna manera... Todo eso hace que nos preocupemos por la mirada del otro en vez de preocuparnos por cómo nos gustaría vivir nuestra vida", dice. Ésa es la libertad que aplica a su arte: "Mi idea no es vender discos. Es hacer música. Eso es auténtico". Y para su vida privada también. Mucho revuelo causaron sus declaraciones sobre el "amor libre" que mantiene con su pareja, el actor Mariano Torre. Se ríe a carcajadas de las repercusiones de sus dichos y los sostiene: "No tengo nada que ocultar, vivo bien, soy feliz. Algunos se enojaron porque dije eso, a otros les pareció bien. Lo que digan no me saca el sueño"
Elena Roger & Escalandrum
Presentan el CD 3001
Coliseo, Marcelo T. de Alvear 1145
Hoy, a las 21.
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