Volver a casa
Nuevos aires en el Teatro Colón: Maximiliano Guerra es, desde ayer, el nuevo director del Ballet Estable, en reemplazo de Lidia Segni
Aunque sin ceremonia, sin alfombra roja y sin flashes, Maximiliano Guerra debe sentir que se ganó un Oscar ("o, por lo menos, que haré todo para estar nominado", según dijo él mismo). Es que ayer, Darío Lopérfido, el nuevo director del Teatro Colón, lo designó como director del Ballet Estable y puso fin a la gestión de Lidia Segni.
El de ayer fue un día intenso para Guerra. Volvió al Teatro Colón, lo recibieron con honores, le sacaron las fotos de rigor, lo presentaron frente al Ballet y -ahora- lo llevaron a una oficina para hablar con LA NACION y empezar la seguidilla de notas. "Estoy emocionado -dice-. Emocionado y conmovido por volver a casa después de tantos años. Tengo muchas ganas de hacer las cosas bien. Lo bueno hay que mantenerlo y desarrollarlo y lo que, quizás, no funcionó del todo hay que reformularlo para que esta compañía vuelva a ocupar un rol internacional importante."
-¿Cuál sería el rumbo por seguir?
-El Ballet cuenta con integrantes muy jóvenes, lo cual es un potencial muy grande, pero hay que llevarlos a su madurez, a que desarrollen más intensamente su parte interpretativa. Y si bien estamos hablando de un ballet clásico, también hay que entrarles a las cosas más contemporáneas, como la primera producción de la temporada que dejó Lidia Segni, Trilogía neoclásica IV, que incluye coreografías de Mauricio Wainrot, Mauro Bigonzetti y Éric Frédéric.
-¿Te imaginás preparando una coreografía para el Ballet?
-Sí. Me gusta mucho coreografiar y tengo varios proyectos, pero no es lo primordial para este momento de la compañía. Ahora hay que gestionar una temporada ya comprometida para que el engranaje siga funcionando.
En esto de los engranajes y los funcionamientos fue Darío Lopérfido, directamente, el que lo llamó. "Nos conocemos desde hace mucho. La última vez nos habíamos visto en Madrid, hace varios años. Como amigo, el miércoles pasado me invitó a tomar un café y ahí quedó la cosa. Luego me di cuenta de que, de parte suya, me empezaron a llamar insistentemente hasta que, por teléfono, el mismo Darío me adelantó que me quería como director del Ballet", recuerda.
También recuerda que la noche anterior había tenido una cena en su casa con Mauricio Wainrot, Oscar Araiz y otros coreógrafos brasileños amigos. Uno de los temas fue la acefalía en la dirección del Ballet. En ese contexto, alguien le preguntó si no se pensaba para ese puesto. El comentario quedó ahí. Ahora, cuando lo recuerda, se ríe.
El lunes por la mañana recién se juntó con Lopérfido. Él llegó al encuentro con una libretita cargada de preguntas, inquietudes, dudas. Pero a la tarde ya le avisó que aceptaba la propuesta. "Tenemos una mentalidad parecida en relación con lo que queremos del Teatro Colón", reconoce este bailarín de prestigio internacional.
Volvamos a la libretita con las dudas. "Por ejemplo, el primer estreno es el 15 de marzo, la Trilogía neoclásica IV, y estamos en medio de una medida de fuerza que afecta al Ballet desde el año pasado. Ya ves, tenemos que ver cómo resolver esto para que los bailarines lleguen bien al estreno. Eso es lo importante. Después, iremos resolviendo los otros temas", explica el nuevo funcionario.
Por ahora, los bailarines están tomando clases una hora por día y tienen sólo dos horas de ensayo. Saben que estas condiciones no son las ideales ni mucho menos. La llegada de Maximiliano Guerra quizá permita resolver el aumento salarial que vienen solicitando los bailarines. De hecho, corre el rumor de que se les podrían pagar horas extras, al menos como una medida paliativa.
En lo que hace a su vida profesional, Maximiliano Guerra piensa continuar con el Ballet del Mercosur, el grupo que fundó en 1999. "No voy a bailar en el Colón, pero no voy a dejar de hacerlo en mi compañía", afirma. Tampoco piensa dejar el programa Tu mejor domingo, la producción de Ideas del Sur que se emite por Canal 9. En ese ciclo, Guerra hace de jurado (rol que ya conoce a la perfección por su paso por Talento argentino, por ejemplo). "Me tengo que juntar con la gente de Ideas para ver cómo se continuaría, pero si mi labor en el programa no afecta mi trabajo en el Colón voy a seguir. Ahí soy simplemente un jurado que ayuda a que alguien se gane 5000 pesos y, de paso, se ayuda a que la danza sea más conocida, sea más popular", sostiene desde un despacho del Colón.
Contrapuntos
En 1992 interpretó Spartacus, de Yuri Grigorovich. Ésa fue la primera vez que un bailarín no soviético representaba ese título. El año pasado se peleaba con Marcelo Polino en el "Bailando por un sueño" de ShowMatch. A los 11 años, a poco de haber ingresado al Instituto Superior de Danza del Colón, lo eligieron para formar parte de un espectáculo. Ahí decidió dejar el fútbol, su otra pasión. Para ese espectáculo, en verdad, eligieron a dos pibes: el otro era Julio Bocca, el actual director del Ballet del Sodre, de Uruguay. Desde ayer, y de este lado del "charco", Maximiliano Guerra dirige el Ballet del Colón.
-En términos institucionales, ¿pensás tomar contacto con Julio Bocca para realizar algún trabajo conjunto entre los dos teatros públicos?
-Sí, claro. Ya tengo algunas cosas para hablar con él y ver qué podemos hacer. Ideas tengo muchas, pero todo esto es muy reciente. Pensá que el lunes acepté la oferta de Lopérfido y ahora estoy hablando con vos. Sumado a eso, en verdad, estoy muy movilizado; ésta fue mi casa desde los 10 años.
En esa casa ya ni recuerda cuándo fue la última vez que bailó ahí. A lo sumo, lo hizo para el Centenario del Colón, pero eso fue extramuros. O lo hizo en 2002, cuando invitó a Charly García al escenario en una presentación que levantó críticas de todo tipo ("para mí fue un momento maravilloso todo aquello", asegura hoy).
-Hace un rato tuviste la primera reunión con los integrantes del Ballet. ¿Qué te pasó por la cabeza, por el cuerpo?
-Muchas cosas. Mientras observaba las caritas de los bailarines que no conozco y que me miraban con cierta inquietud, recordé todas las veces que yo ensayé ahí. Me encontré con compañeros de toda la vida que me miraban sonrientes y que, sin decirnos nada, nos comunicábamos como cuando éramos pibes. Y todo fue raro, intenso. Y me pasó de sentir muy profundamente lo buenos que es estar acá para dar lo mejor de mí en este lugar que me dio tanto a mí.
La era Maximiliano Guerra en el Ballet del Colón comenzó ayer. Con el tiempo, el bailarín devenido jurado de varios programas televisivos será juzgado por el público del Colón.
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