Waters dio anoche el show más esperado
Unas 42.000 personas colmaron el estadio de River para la primera de las nueve presentaciones del músico británico en la ciudad
La luna llena ilumina River en el instante en que las luces se apagan. Antes sonaron Dylan y Lennon y ahora ya es tiempo de comenzar. Suena "In the Flesh?" y Waters se calza el sobretodo negro con el brazalete rojo. Es un totalitario hecho y derecho. "Buenas noches, Buenos Aires, gracias por darnos la bienvenida", dirá 15 minutos más tarde, para luego dedicar el show a "los desaparecidos, muertos y torturados"; hasta ahí todo dicho en castellano. Luego, el show continuará con una versión acústica de "Mother", pero antes habrá un arsenal de situaciones. La pared se colma con las caras de los caídos en batalla, un avión se estrella contra el muro y los efectos sonoros hacen creer que River está siendo bombardeado. Los detalles no alcanzan a que cubramos todo con nuestros ojos.
Hay muros simbólicos y muros a secas. Hay muros como el que se construye en la terminal de Retiro y otros como este que, lejos de dividir aguas entre detractores y partidarios, conmueve a multitudes, a distintas generaciones, a apasionados por el arte en general y la cultura rock en particular. Llamémoslo por su nombre: The Wall , la pared. Es el responsable de que 42.000 personas hayan acudido anoche al estadio de River Plate, más Monumental, incluso, que en sus horas deportivas más felices. Este muro que volvió a erigirse en 2010 con más fuerza y éxito económico que a comienzos de los 80 ya disputa el sitio del más famoso con el de Berlín o el de los Lamentos, por caso.
En 2009, The Wall cumplió 30 años -la película de Alan Parker es de 1982- y su ideólogo, Roger Waters, se iluminó con la intención de emprender una gira con su obra maestra, a fin de cuentas más propia de sus pensamientos, de su vida -su padre murió en la Segunda Guerra Mundial- que del trabajo junto con sus compañeros de Pink Floyd.
La gira The Wall Live se inició el 15 de septiembre de 2010 en Toronto y ya pasó por América del Norte, Europa y Oceanía. Su parada porteña será récord, porque sus nueve shows en River no tienen igual, ya que no ha habido ni habrá otra locación en la que realice tantos conciertos.
Es la tercera vez que Waters toca en Buenos Aires. La primera fue a comienzos de 2002, en medio de la crisis social que vivió el país tras diciembre de 2001. Luego, en 2007, conoció River. Ahora está de vuelta, en compañía (en escena) de su hijo Harry, de un arsenal lumínico y sonoro sin precedente en estas latitudes y de una banda que completan Dave Kilminster, Graham Broad, G. E. Smith, Robbie Wykoff, Jon Joyce, Jon Carin y Kipp, Mark y Michael Lennon.
En días en que cada vez se venden menos discos y se piratean más canciones, la música en vivo gana adeptos y credibilidad. Y ahí está nuevamente el arquitecto Waters para construir esa pared que tendrá otros ocho capítulos porteños y nuevos puñados de recuerdos.
Pink Floyd se formó a mediados de los 60 con Bob Klose, Syd Barrett, Richard Wright, Roger Waters y Nick Mason. Tomó su nombre de dos bluseros, Pink Anderson y Floyd Council y creó lo que hoy llamamos space-rock : música para volar, para absorber con todos los sentidos.
Bob Klose se iría de Floyd al poco tiempo y Barret se alejaría de la banda en 1968, tras dejar constancia de su creatividad en el álbum debut del grupo, The Piper at the Gates of Dawn , de 1967. Tras su partida, David Gilmour, quien ya estaba reemplazando a Barrett en los shows, se incorporaría oficialmente.
Cuenta la historia que Waters empezó a idear The Wall en Montreal, en medio de un concierto de la gira en la que presentaban Animals . Un espectador de la primera fila se comportó de manera agresiva con la banda y nuestro visitante ilustre, ahora de 68 años, le respondió con un escupitajo. Se arrepentiría luego, pero también soñaría con construir una pared para separar a la banda del público.
Para Gilmour era temprano volver a entrar en estudios en 1978, a un año de la salida de Animals , pero Waters ya tenía en mente su obra cumbre. De ahí en más empezaría a pulir un extenso demo hasta darle el carácter definitivo de ópera rock; con Pink, el protagonista central, una estrella de rock signada por la alienación y la paranoia, y el paradigma de la guerra sobrevolando.
Precisamente, en esta lectura siglo XXI de The Wall , Waters quiso dotar a su obra de un fuerte contenido político y brindar un mensaje de paz. Los textos, las músicas, el chancho y la pared son los mismos, pero sus significados se renuevan a diario.
Los 3 momentos
1 Un comienzo impactante
"In the Flesh?". Se apagan las luces del estadio y la primera explosión del show es literal, con Waters de camperón negro parado en el centro de la escena y los fuegos artificiales que ?se disparan de aquí y de allá golpean en el pecho del público.
2 El valor de un clásico
"Another Brick In The Wall (Part II)". La famosa y machacante melodía en su versión más rockera da cuenta de su indestructible poder pegajoso y recuerda por qué también en su momento logró instalarse en las pistas de baile.
3 Lágrimas y encendedores
"Goodbye Blue Sky". Así como en su última visita al país Paul McCartney hizo llorar a más de uno con su versión de "Yesterday" a solas con guitarra acústica, Waters hace lo propio con este tema insignia de The Wall y ofrece otro instante memorable.
Más leídas de Espectáculos
Compinches. 'Si tuviera 30' cumple 20 años: el divertdo video de Mark Ruffalo y Jennifer Garner para celebrarlo
Comedia a la francesa. El viaje soñado es una entrañable road movie que sortea con habilidad los lugares comunes
Desafiantes. Potente, ingeniosa y con una fuerte carga erótica, demuestra que vale todo en el amor y el tenis