¿Es demasiado? Krugman y Summers, la polémica por el plan billonario de Biden
El economista Premio Nobel defiende el gasto que ordenó el presidente de EE.UU. por la pandemia; para el exsecretario del Tesoro, podría generar inflación
WASHINGTON
Paul Krugman y Larry Summers son dos de los economistas contemporáneos más influyentes de Estados Unidos. Discuten sobre economía desde hace años. Uno es heterodoxo y el otro, ortodoxo. Krugman, afecto al pugilismo político y con un estilo mordaz, es un progresista confeso, mientras que Summers está mucho más cerca del centro del espectro político, y representa, para muchos, al establishment, a Wall Street y al pensamiento neoliberal. Ambos son referentes demócratas, pero el fortalecimiento de la izquierda partidaria desterró a Summers, un funcionario de enorme envergadura durante los gobiernos de Bill Clinton y Barack Obama, ahora afuera de la Casa Blanca de Joe Biden.
La última discusión entre ambos, a través de columnas en los diarios, entrevistas y en un cara a cara organizado por la Universidad Princeton, se centra en un debate que ha absorbido a Estados Unidos desde que Biden presentó sus planes: cuánto debe gastar el Estado y qué debe hacer para sacar al país del pozo en el que cayó por la pandemia del coronavirus. Biden ha propuesto la mayor inversión desde la Segunda Guerra Mundial, un cóctel de gasto público que incluye un hercúleo despliegue de recursos para doblegar la peor crisis de salud del último siglo y poner a la economía de pie, pero también para una ampliación del Estado de bienestar que ha sido comparada con el New Deal de Franklin Delano Roosevelt, y un paquete de infraestructura que aspira a transformar a la primera economía mundial para enfrentar el cambio climático y la ascendencia global de China.
“Biden es el gran gastador que Estados Unidos quiere”, fue el título que eligió Krugman para su columna”
La ambición transformadora de Biden provocó elogios instantáneos de la izquierda, y fijó un rumbo opuesto al que siguió Estados Unidos desde la presidencia de Ronald Reagan. Biden apostó al big goverment, o el “gobierno grande”, para sacar al país del pozo. Aunque sus planes todavía deben convertirse en realidad, su filosofía es clara: la austeridad fiscal, un norte de Washington desde Reagan –salvo a la hora de gastar en defensa y seguridad nacional–, quedó para otro momento.
Varios economistas levantaron las cejas. Uno de ellos fue Summers, uno de los arquitectos de la política económica de los dos últimos gobiernos demócratas: dijo que Biden quiere gastar demasiado. Su principal blanco ha sido el paquete de rescate para la pandemia por 1,9 billones de dólares, uno de los más grandes de la historia –”extremadamente grande”, para Summers–, que fue aprobado por el Congreso a principios de este año sin un solo voto republicano. Poco después de que la Casa Blanca lo presentó, Summers escribió una columna en The Washington Post que levantó polvareda. Su crítica principal al plan es que puede llegar a recalentar la economía y generar un salto en la inflación, un flagelo familiar para la Argentina, que Estados Unidos logró desterrar a principios de los 80 con una política monetaria draconiana.
“Estamos tomando riesgos imprudentes”, insistió Summers, después, en la charla que organizó Princeton.
Krugman ha sido un férreo defensor del rescate orquestado por la Casa Blanca. Poco después de que Summers publicó su columna, Krugman utilizó su habitual espacio en las páginas de The New York Times para ofrecer la visión opuesta. “Biden es el gran gastador que Estados Unidos quiere”, fue el título que eligió. Como suele ser habitual en sus textos, Krugman dedicó varias líneas a criticar al Partido Republicano por oponerse a la propuesta de los demócratas, y reiteró su despreocupación por un eventual rebrote inflacionario. En 2009, cuando Barack Obama era presidente y Summers integraba en su equipo económico, Krugman cuestionó en varias oportunidades que el paquete de estímulo fiscal diseñado para sacar al país de la crisis financiera global fue demasiado chico. A duras penas, el gobierno de Obama logró sacar un plan de menos de un billón de dólares del Congreso que logró reactivar la economía, pero con un crecimiento anémico.
“Debemos recordar la lección del estímulo de 2009: los riesgos de hacer muy poco son mucho mayores que los riesgos de hacer demasiado”, escribió Krugman en otra columna.
Krugman y Summers sí están de acuerdo en que el Estado tiene que gastar para salir de la crisis. El debate, a diferencia de lo que ocurre en la Argentina, es sobre cuánto debe gastar el gobierno federal y en qué, y no cuánto debe ajustar y cómo. Summers sostiene que Biden quiere inyectar más fondos de lo necesario para cerrar la brecha del producto y llevar a la economía de regreso adonde estaba antes de la pandemia, mientras que Krugman sostiene que la crisis de salud puede verse como una guerra, y por lo tanto hay que gastar lo que sea necesario. Después, en todo caso, si llegara a haber inflación, la Reserva Federal, el banco central de Estados Unidos, puede frenarla ajustando la tasa de interés.
“De alguna manera es como pelear una guerra”, refutó Krugman durante la conversación virtual de Princeton. “Cuando atacan Pearl Harbor, no decís ‘¿qué tan grande es la brecha del producto? Vamos a calcular el presupuesto de defensa sobre la base de multiplicadores plausibles para llenar esa brecha de producto’. Gastás lo suficiente para ganar la pelea en la que estás”, afirmó.
El riesgo de una recesión
Summers insiste en que la economía corre el riesgo de una “colisión inflacionaria” porque si la inflación explota, la Reserva Federal puede llegar a provocar una recesión al intentar controlar los precios con una mayor tasa de interés. La Fed, dijo, ha fracasado en orquestar lo que los economistas llaman “aterrizajes suaves”. No está solo en esa advertencia. Olivier Blanchard, el economista francés que ocupó el cargo de economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI) entre 2008 y 2015, es otro de los expertos preocupados por la inflación. Summers también incluye un riesgo político: al destinar tantos fondos al rescate a la pandemia, la Casa Blanca puede perder capital político necesario para aprobar después un plan de infraestructura en el Congreso, que tendría un efecto más duradero al mejorar la productividad global de la economía. Para Summers, es preferible invertir en obra pública, y es mejor ir de a poco.
“El plan Biden es un paso vital hacia adelante, pero debemos asegurarnos de que se promulgue de manera tal que no amenace la inflación y la estabilidad financiera futuras ni nuestra capacidad para reconstruir mejor a través de la inversión pública”, ha dicho Summers.
Krugman es uno de los economistas que reniega del incrementalismo por el que aboga Summers. Pide más. Estados Unidos carece de restricciones financieras, justifica. Imprime dólares, una moneda de reserva global, y las tasas de interés que paga el Tesoro para colocar deuda están por el piso. Y al hablar sobre la inflación, sostiene que es mejor “hacer que la economía se caliente” aun a riesgo de que haya un poco de exceso de inflación, un efecto que, a su juicio, será temporario. Summers cree que es un error ningunear la inflación.
"“Ambos están a favor de que el Estado se ponga la mochila al hombro, por más que disientan en la magnitud y la forma de ese esfuerzo”"
Ambos están a favor de que el Estado se ponga la mochila al hombro, por más que disientan en la magnitud y la forma de ese esfuerzo"
Pese a las diferencias, la charla entre ambos pesos pesados organizada por la Universidad Princeton cerró con una nota de sintonía. De hecho, ambos están a favor de que el Estado se ponga la mochila al hombro, por más que disientan en la magnitud y la forma de ese esfuerzo. Es otra clase de grieta. “En realidad Larry y yo estamos, en muchos sentidos, en la misma frecuencia”, ofreció Krugman
Summers destacó dos coincidencias: el hecho de que debía haber una respuesta efectiva contra la pandemia, y también una respuesta efectiva contra un problema que él mismo bautizó hace tiempo como “estancamiento secular”.
“Creo que Paul está más confiado que yo”, dijo Summers sin embargo. Krugman concedió en ese punto: “Creo que estás excesivamente preocupado, pero no estoy seguro sobre eso”.