Reseña: El evangelio de las anguilas, de Patrik Svensson
En el hemisferio norte, las historias exhaustivas y a la vez amenas de los más diversos objetos o asuntos son un género en sí mismo: el derrotero de la sal a través de las eras puede convertirse en un fresco minucioso o el Mar Negro (como ocurría en un perfecto libro de Neal Ascherson) volverse un extracto del mundo. Un giro reciente de esa tendencia lo propuso El oro blanco, en el que el alfarero Edmund de Waal contaba todo sobre la porcelana, pero también sobre la obsesión íntima que lo guiaba.
El evangelio de las anguilas, de Patrik Svensson (Suecia, 1972), podría afiliarse a esa última variante, aunque lo narrativo se impone todavía más. Que la cuota personal tiene un eco casi novelístico se detecta en el comienzo cuando, tras contar el origen de la anguila en el Mar de los Sargazos, su longevidad y la reproducción que termina por condenarla a muerte, se introduce una figura tutelar: la del padre, que le enseñó al autor a pescar en el río durante su infancia. En capítulos alternados, Svensson dosifica un amplio retablo familiar con los misterios que planteó ese pez con aspecto de serpiente desde la antigüedad hasta hoy, desde Aristóteles hasta Rachel Carson, pasando por un joven Freud y el descubrimiento de Johannes Schmidt sobre sus lugares de desove. El papel simbólico de la anguila y los pantallazos históricos contrastan con la pausada reflexión autobiográfica de El evangelio de las anguilas, un libro de dos caras.
El evangelio de las anguilas
Por Patrik Svensson
Libros del Asteroide. Trad.: Carmen Montes Cano
283 págs. /$1995