Un hombre de estado
Conocí a Miguel Pichetto hace años, cuando era jefe del bloque oficialista del Senado, durante la presidencia de Cristina Kirchner. Apenas nos presentaron elogió la columna de los sábados, “De no creer”, una muestra de independencia de criterio, y hasta de atrevimiento, que me sorprendió. Desde entonces, fue una fuente habitual.
El año pasado me contó que estaba con ganas de escribir algo sobre la “cultura del pobrismo”, es decir, la utilización de los más necesitados con fines políticos. Esa charla derivó en este libro que Ideas adelanta hoy, Capitalismo o pobrismo (esa es la cuestión), pero con un foco mucho más amplio: protagonista en primera fila de los últimos 20 tormentosos años, aceptó, bajo el formato de una extensa entrevista, analizar las raíces de las recurrentes crisis del país, poner la lupa en sus protagonistas –de Alfonsín a Menem, de los Kirchner a Macri y Alberto Fernández– y arriesgar un pronóstico sobre qué destino le espera a la Argentina.
Hablar con él –en rigor, escucharlo– todas las semanas durante medio año, en su casa de Vicente López, fue un ejercicio periodístico e intelectual invariablemente rico. Me permitió descubrir a un político, y a la política, en estado puro, saber de qué aleación están hechos los de su raza y meterme en la cabeza de un hombre de Estado. Eso es él: alguien que piensa en términos estratégicos, que mira en perspectiva hechos y personas, que atiende los datos, que no se permite llegar a conclusiones bajo el impulso adolescente de la emocionalidad.
Es un hombre del poder. Es, en ese sentido, un buen peronista. En política, dice, “lo que vale es el resultado, la eficacia”.
Nunca quiso saber qué le iba a preguntar: solo el tema sobre el que íbamos a hablar ese día. Nunca pidió evitar alguna cuestión; jamás frunció el ceño ante una pregunta incómoda o más atrevida. Al terminar, apenas apagado el grabador, la consulta siempre era la misma: “¿Y, Carlos, le pareció bien?”.
Claro que sí: muy bien. Los lectores del libro comprobarán cuán cierto es lo que digo.