Reglas indispensables del buen entrenador
Qué requisitos debe cumplir un personal trainer: desde empatía hasta puntualidad
Lo repito seguido: mis alumnos me pagan por algo que no les gusta hacer. Por eso, no solo me ocupo de buscar el mejor entrenamiento posible para cada uno, ese que lo enganche y estimule, sino que despliego una serie de rasgos que me parecen fundamentales para enriquecer la experiencia y el vínculo. Si estás buscando un entrenador personal, seguí leyendo, porque te voy a contar qué casilleros deberías llenar para asegurarte de haber dado con uno bueno.
No es lo mismo lidiar con un alumno que jamás hizo ejercicio que con uno que lleva toda su vida entrenando (y recurre a uno para mantener la constancia). En ambos casos hace falta motivación. El entrenador tiene que sostenerlo y mostrarle el inicio de un cambio de vida. Según el psicólogo deportivo Francisco Enrique García Ucha, un entrenador debería tener las siguientes habilidades: empatía, escucha, tolerancia, paciencia, persuasión, atención, organización, estabilidad emocional, optimismo, autenticidad y capacidad de motivar. Sí, ya sé, parece que habláramos de Buda o un ser humano excepcional, pero una vida en el deporte puede proveer estas cualidades.
Una de las más importantes es la empatía. Entender qué está sintiendo el otro y poder ponerse en su lugar ayuda a encontrar nuevas formas de alentarlo. “Esta comprensión no equivale a la aceptación de los puntos de vista y enfoque del alumno, pero permite llevar adelante un acompañamiento efectivo de su situación”, apunta García Ucha. Es importante no confundir empatía y simpatía, para que el vínculo entrenador-alumno no se torne difuso: la clave es llevarse bien, pero el objetivo no es ser amigos. Esto volvería difícil la tarea (incluso puede limitar la autoridad y el respeto) y haría perder la perspectiva.
El buen entrenador tiene que poder leerte como un libro. Solo viéndote caminar hacia él debería saber si dormiste bien, si estás cansado, contento o entusiasmado. Y en base a eso, tener la muñeca para cambiar la clase en un segundo. Cuando me encuentro con algún alumno estresado, me gusta sacarlo de su zona de confort y ponerlo a hacer ejercicios de coordinación o algo de box. Situaciones que lo obligan a estar 100% en el momento, caso contrario podría caerse o ligar un golpe. Y nada resetea la mente como conectar con el presente.
Un buen entrenador debería ser puntual, prolijo y simpático en su justa medida. Me gusta el humor con mis alumnos, poniéndole buena onda hasta a los ejercicios más duros, pero no hay que sobrepasarse ni ser el payaso de la clase. Eso resta respeto y vuelve difícil la autoridad para marcar los límites y objetivos. Una nota final: no debería ser estricto sino riguroso. Tal vez no puedas hacer las 20 repeticiones que te pide, pero las 10 que sí, lo hagas con buena postura y la fuerza correcta. Porque despacio también se llega lejos.