1. Pongan música, velas, perfume de flores. La consigna es hacer que los sentidos se expandan y los dos se relajen para empezar a disfrutar.
2. Mírense a los ojos y, con ayuda de la respiración, vuélvanse conscientes de que están el uno con el otro dispuestos a entregarse.
3. Prueben con una sesión de masajes en las plantas de los pies, que de a poco suban por las piernas, sin pasar jamás la altura de los muslos. Que continúen por las palmas de las manos, deteniéndose a chupar cada uno de los dedos del otro. La idea es que la energía sexual empiece a circular por todo el cuerpo, antes de llegar a los típicos órganos.
4. Todo el tiempo, procuren una actitud similar a la de la meditación con una actitud de respeto y silencio.
5. Medí tu deseo, la fuerza de tu excitación. Después, aprovechá a explorarla y transmitirla, pero no desde movimientos veloces o violentos, sino desde la cadencia de la lentitud.
6. Hagan una cosa por vez y al ciento por ciento, concéntrense en la parte del cuerpo que está recibiendo placer o a la que le están dando placer.
7. Olvidate de acabar. La idea es que puedan deleitarse ante cada cambio de posición, cada variación del ritmo.