La tía Mary dijo: "Yo me encargo". Y se encargó. Trajo los pastelitos. Una docena de membrillo y una de batata. Qué maravilla, qué gran invento y qué ricos son.
Les sugiero que si no comieron últimamente, pasen por alguna panadería (hoy que van a estar fresquitos) y se regalen uno. Pueden ir comiéndolo por la calle, camino a la parada del colectivo o esperar llegar a casa y hacerse un mate. Felicidad instantánea. Os aseguro.
LA NACIONConforme a los criterios de
Más información