Nunca entendí a los corredores que desmotivados por la ausencia de carreras dejan de entrenar por completo. Está claro que una meta con fecha es inspiración para cumplir el plan, pero me pregunto: ¿la sensación poderosa de bienestar que regalan las endorfinas no es razón suficiente para seguir activo? Creo que tanto yo como la mayoría de mis alumnos lo entendemos así: muy pocos miembros de nuestro grupo de running se dieron de baja en tiempos de pandemia, pese a no poder juntarnos, ni correr. Es más, arrancamos la cuarentena con 97 runners y hoy son 125. Desde el primer día de encierro, seguimos entrenando juntos pero separados. Cada uno en su casa, con su celular, motivándonos por WhatsApp, Zoom e Instagram.
A los profes que decidimos subirnos a la movida virtual, esta nueva ola nos dio la posibilidad de mostrarnos a mucha gente que no nos conocía, trascender los límites del espacio físico. Logramos meternos en las vidas y las casas de alumnos de distintas ciudades o continentes. Con mi colega Dany Molina, desde el primer día estuvimos de acuerdo en esto: todo aquel que no pudiera pagarnos la cuota de entrenamiento, seguiría tomando las clases y contando con nosotros para lo que fuera en estos momentos críticos. No queríamos que nadie dejara de entrenar por una cuestión de plata. Arrancamos el 22 de marzo a dar clases todos los días por Instagram, abiertas, y cada vez fueron creciendo más. De repente empezamos a tener cientos de alumnos nuevos incluso fuera del Team, y a darnos cuenta de que era muy bueno lo que causábamos en la gente.
Para todos y todas
Para los corredores, ante la imposibilidad de salir aparece la necesidad de encontrar variantes que trabajen la resistencia, que levanten las pulsaciones, que les hagan creer al corazón, a los músculos y a los pulmones que estamos corriendo. Nos sirve pero no basta con ejercicios de fuerza y flexibilidad. El efecto del trabajo de cardio es otra cosa. Así fue como rescaté la soga que hace tanto no usaba, y también los ejercicios de mi primer amor, la gimnasia aeróbica. Sin querer, fui combinando un poco todo esto, con organización, y nació una clase pensada para corredores, pero apta para todos. Sumé ejercicios nuevos cada día, y a algunos hasta les elegimos los nombres con mis alumnos virtuales. Con humor y con amor. De a poco definí la estructura final fija para estas clases a las que bauticé "aerorunning".
Paso a paso
Arrancamos con una entrada en calor general y otra específica. Un trabajo principal con intervalos de series de ejercicios más intensos, con pausas activas para recuperar las piernas antes de la siguiente paliza, y bajando los pulsos (pero no del todo) mientras se ejercita otra zona del cuerpo; una vuelta a la calma con regenerativos símil trote suave sin trote suave y elongación final.
Todos los ejercicios de cardio buscan simular el trabajo de las pasadas (series de carreras con cambios de ritmos) variando en duración e intensidad. Incluyen un mix de movimientos de la gimnasia aeróbica con otros de técnica y fuerza para corredores. Las clases buscan ser preponderantemente aeróbicas, pero trabajan también otras cualidades además de la resistencia, apuntando al acondicionamiento físico general.
Pero el gran plus, sin dudas, lo da su fase democrática: son aptas para todos y todas y no solo para atletas. Frente a los ejercicios muy intensos o complejos se ofrecen opciones en "modo ahorro de energía", sin impacto o con menor dificultad coordinativa. Los famosos "comodines". La idea es moverse sin pausa, que cada uno haga lo que su cuerpo le permita, pero con una consigna clara: no parar nunca o parar lo menos posible. La propuesta recurrente es bajar la intensidad, pero no aflojar.
Disfrutar y prescindir
A más de cuatro meses de calzarme las zapatillas para saltar y gritar frente al celular casi todos los días, aerorunning fue creciendo y mejorando clase tras clase. Al principio pensé que me matarían, que ya por su nombre lo tildarían de invento marketinero. Pero hoy sé que le hace bien a mucha gente. Nació como alternativa a correr, pero hoy es mucho más que eso.
La cuarentena me enseñó que la clave para ser feliz es disfrutar de todo, pero prescindir de todo. Que no hay que apegarse a nada. Que aceptar, reinventarse y adaptarse es un modo de salvarse, una y otra vez.
* Entrenadora nacional de atletismo y corredora, coordinadora del Running Team FILA. www.carolinarossi.com.ar Podés sumarte a las clases abiertas de aerorunning para todos los niveles por Instagram en @CarolinaRossiFilaRt