Después del mediodía de hoy, parto rauda y veloz a renovar el pasaporte a Azopardo. Existe la posibilidad de viaje laboral y cuando Gran Jefe lo mencionó se me ocurrió fijarme a ver en qué estado estaba el mío. Vencido. Así estaba. Antes de escuchar los gritos decidí ir hoy mismo. No sé lo que me espera. La última vez que viajé fue con Cata pero me había olvidado completamente que estaba por vencerse.
Así como mi abuela (como todas las abuelas) decía que siempre hay que salir con ropa interior decente "por si tenés un accidente en la calle" (en el que supongo poco me preocupará estar en un una tanga demodé), mi amiga Flo dice que siempre hay que estar con el pasaporte al día.
-Nunca sabés cuando te surge un viaje de la nada, una invitación, una propuesta indecente…
En lo que va de mi vida, nunca tuve mucho viaje sorpresa a Paris, ni invitación a escaparme al Caribe. Tampoco un accidente en la calle en el que quedé en bombacha. Supongo que eso empareja las cosas.
Pero bueno, obedezco y con tanto cambio enérgetico hogareño quién sabe…
LA NACION