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 • HISTORICO

Alcanzá tu meta

Tu carrera laboral puede ser de velocidad, larga distancia, postas u obstáculos; vos definís cuál es la línea de llegada, pero también cómo terminar con el trofeo en mano.




¡Por algo le decimos "carrera" a nuestra profesión!

¡Por algo le decimos "carrera" a nuestra profesión! - Créditos: Corbis


Por María Eugenia Castagnino
Cuando estudiaste una "carrera", jamás se te ocurrió pensar que la metáfora podía llegar a ser tan literal. Es que a veces, admitámoslo, las relaciones laborales pueden ser lo más parecido a una competencia descarnada, donde hay muchos que quieren lo mismo . A nadie le gusta perder o sentir la sensación de fracaso (" soy una loser" funciona como un mantra mortal), porque sentirte "ganadora" está buenísimo. ¿O acaso cómo te sentís cuando conseguís un trabajo que te apasiona, resolvés con eficiencia un proyecto desafiante o emprendés tu propio negocio y te va bárbaro? ¡Superpoderosa!
Si buscás el verbo "ganar" en un diccionario etimológico, vas a encontrar que tiene dos raíces: "codiciar" y "cosechar". "Codiciar" tiene que ver con desear con avidez, con estar siempre pendiente del "¿qué me falta?", y percibir que los otros son los dueños de esa "zanahoria" que vos hace rato que estás corriendo para alcanzar. Pero llegó la hora de que podamos diferenciar la voracidad del disfrute y aprender a sentirnos ganadoras desde otro lugar. Para lograrlo, te proponemos algunas herramientas para pensar cuál es tu manera de sentirte ganadora laboralmente . La buena noticia es que siempre existe una estrategia para conseguirlo.

¿Cuál es tu meta?


Mientras te atás los cordones de las zapatillas para ir a la línea de largada, lo primero que hay que hacer es mirar hacia el frente y ver qué es lo que significa para vos "ganar". Puede ser lo que a vos se te ocurra, pero sé eficiente y sincera en la definición de esa meta. Porque al elegirla, también vas a estar definiendo los costos y asumiendo los riesgos que eso implica. ¿Qué significa? Si ahora te ascendieron en tu trabajo, vas a ser capaz de generar más dinero, peeeero… también vas a tener más responsabilidades y quizá ya no puedas cortar a las seis de la tarde como hacías antes. O si abrís tu negocio, lo más probable es que te sientas mil puntos porque ahora sos la dueña de tu propio espacio, peeeero... al principio quizás estés sobrepasada de trámites, obligaciones, y lo más probable es que casi ni aparezcas por tu casa. Los "peros" son los costos, que luego no nos dejan sentir que "ganamos" verdaderamente, porque aunque esos cambios que hacemos sean para mejor, a veces los vivimos como una "pérdida" en algún otro aspecto. Y para nosotras, siempre es vital que TODO esté bien. Y a veces eso es imposible. Para ganar, hay que elegir qué batallas querés –y podés– dar, cuáles otras vas a dejar pasar y qué otras estás dispuesta a perder. Quizás estés dejando "algo" para ganar otra cosa.

Las diferencias de género

En el mundo de los negocios, las empresas y las organizaciones jerárquicas, desde siempre, las reglas fueron escritas por hombres. Y ya sabemos que entre ellos y nosotras hay ciertas diferencias sustanciales, porque nuestros cerebros y prioridades son distintos.
Los estudios de la socióloga y psicoanalista Nancy Chodorow señalan que mientras que los varones necesitan competir para definir quién es el mejor y, a partir de eso, pertenecer, nosotras simplemente queremos pertenecer, sentirnos conectadas con otros . Vemos el mundo como una red horizontal de relaciones, y ellos valoran mucho más la independencia y las jerarquías. ¿La clave para ellos? Ganar, no importa cómo ni a qué precio. Mientras que para nosotras, lo esencial es que exista química entre quienes juegan. En que nos sintamos verdaderamente merecedoras de eso. ¿Y qué pasa entonces si trasladamos esto a un trabajo? Los hombres conocen perfectamente dónde están parados en el tablero; saben cuál es su lugar y qué espacios controlan. El "te gané-me ganaste" a ellos los hace sentirse cómodos y energizados. Y a la hora de defender lo suyo en vistas de una meta concreta, confrontan explícitamente, mientras que las mujeres solemos sentirnos incómodas con esa competencia explícita y lo disfrazamos con cierta camaradería, ocultándolo bajo el manto de "bueno, pero esto no es tan importante" . En este sentido, los hombres respetan el juego natural que se da en un trabajo –algunos suben, otros bajan, algunos ganan, otros pierden– y lo juegan de frente, mientras que las mujeres somos más culpógenas y de castigarnos a nosotras mismas (¡y a los otros!) si nos va bien, y entonces jugamos con cierta ambivalencia, perdiendo no solo claridad sino el control de las decisiones y los recursos disponibles. ¿Somos un poco más torpes y menos expertas en esto de competir? Puede ser. Pero hacia ahí vamos; la idea es que podamos identificar cuáles son esas reglas y comportamientos más masculinos, pero en clave femenina. O sea, manejando esa culpa ineludible, aceptando un poco la regla de "ganar y perder", y otro poco transformando ese ganar en un "ganar" más integral en el que vos ganes, pero en el que también todos a tu alrededor lo hagan.

10 reglas de oro para ganar


1) Tené la suficiente motivación para lograrlo. Todo el tiempo estamos enfrentándonos con distintos tipos de metas. Existen las metas ajenas (que nos provocan imitarlas o envidiarlas), las metas más valoradas en nuestra cultura, que son las metas "ganadoras", que intentás alcanzar, pero que después de un tiempo advertís que no te motivan lo suficiente como para hacer "lo que hay que hacer" para alcanzarlas. Por eso, quizá renunciar a ellas te permita dirigirte a las que sí te apasionan. Es como podar: hacerlo le da nueva fuerza al árbol. Por eso, elegí tus metas con cuidado y, en esa elección, observá que verdaderamente te importe conseguirlas. Si las ganas no son las suficientes, probablemente te "pinches" en el medio de la carrera. Y si la meta te parece demasiado lejana, desafiate con metas más cortitas y así vas a ir sosteniendo la sensación de "ganar de a pasos".
2) Pedí lo que querés. ¡Y decilo con todas las palabras! A veces, por "sugerir cosas", no somos lo suficientemente claras. Sentalo/a a tu socio/a y decile que querés que repartan de una manera más equitativa las tareas del emprendimiento que comparten. Pedile una reunión a tu jefe/a y contale que ya necesitás nuevos desafíos porque si no, te estancás, y querés ir por más. Hacerlo es ir un paso adelante, porque verbalizarlo, muchas veces, implica sentirte merecedora de eso y estar consciente de lo que valés. Ojo, también te pueden decir que no.
3) Aprendé a venderte. La mayoría solemos manejarnos bastante mal con este tema, como si contar quiénes somos y cuáles son nuestros talentos fuera una mala palabra. Ya sea porque no nos sale naturalmente o porque no queremos pecar de creídas, pareciera que no estamos preparadas para el "autobombo". Cambiá, tomá de referencia a aquellas personas que sí saben hacerlo (¡todas conocemos a alguna/o que se autobombea de más!) y aprendé sus estrategias para darles tu impronta. Como siempre, todo en su justa medida: tampoco te vayas de mambo y vendas cosas que no son, porque podés terminar en un brete: la típica que dice que es prácticamente bilingüe y después, si le toman una entrevista laboral en inglés, apenas puede balbucear en ese idioma.
4) Investigá el contexto. Esto permite que los demás no te tomen por sorpresa y que cuando, por ejemplo, alguien te pregunte: "Bueno, ¿y cuánto querés ganar?" o si alguien te pide un presupuesto, no te quedes tildada con un "eeehhhmmm" y te pierdas una oportunidad importante. Es clave conocer a fondo las reglas del mundo en que te movés para saber dónde estás parada, qué podés esperar y hasta dónde podés llegar.
5) Insistí. Quizá quieras moverte de sector dentro de la empresa. O te decidiste a innovar y meter un cambio en tu emprendimiento. O sos freelance y estás tentada de abrir nuevos horizontes. Y capaz que te tirás a la pileta y no pasa nada. O directamente tu jefe te dice que no, que no es el mejor momento. Claro, obvio, ¡te ponés triste! Tenemos que aprender a aceptar un "no"..., pero siempre de manera transitoria. OK, ese "no" tal vez sirva para ese momento específico, pero nada te impide volver a intentarlo un poco más adelante. Es como no volver a jugar jamás al TEG porque la primera vez que jugaste te liquidaron a la primera de cambio. Reinventá tus propias chances.
6) No tomes nada de manera personal. Uf, acá estamos complicadas. "¿No viste lo que ME hizo? ¿Cómo querés que me quede en el molde si ME respondió mal?". Reaccionar no está ni bien ni mal. El tema es que muchas veces nos saca de foco y, en la práctica, genera resultados muy poco efectivos. Es preferible que no te pongas en el lugar de víctima, en donde siempre sos el "recipiente" de todo lo malo y estás luchando todo el día por tener razón y que te reconozcan el daño. Te quita efectividad. Desestimá esas actitudes o comentarios que te golpean y tomá todo como si fuera un juego –¿o no es un embole jugar con alguien que no sabe perder?–.
7) No esperes amistad ni te expongas demasiado. Para nosotras, lo conocido y lo familiar pueden llegar a ser un valor en sí mismo. Y si a eso le sumamos que para sentirnos exitosas queremos "pertenecer", es probable que enseguida estrechemos lazos con nuestros socios, compañeros y jefes en el ámbito laboral. Pero en un laburo hay otros intereses en juego. Si bien está buenísimo que te sientas cómoda en un espacio donde pasás la mayor parte de tu día, también tené bien presente que el trabajo no es tu familia. No seas ingenua. Otra cuestión clave es no mostrarte demasiado vulnerable con interlocutores que no son válidos. Por ejemplo, cuando llegás a tu negocio, no da que te largues a llorar delante de tus empleados porque tuviste una discusión en tu casa. Mejor llamá a una amiga y tomate un café con ella antes de ir a trabajar. Así como tampoco está bueno que hagas circular chismes o quejas con tus compañeras de trabajo o con tus superiores. Porque tampoco sabés dónde van a estar ambos dentro de unos años. Ojo, nadie dice que no puedas hacer verdaderos amigos en el ámbito laboral (de hecho, la mayoría los tenemos), pero hay que saber distinguir entre quienes pueden llegar a serlo y quienes no.
8) Aceptá tomar riesgos. Estar dispuestas a no saber exactamente hacia dónde vamos también forma parte de evolucionar. Ya lo dice el refrán popular: "El que no arriesga... no gana". Esos períodos de incertidumbre y vacío nos obligan a estar un tiempo en un lugar incómodo por momentos, pero la clave es mostrarte flexible y con capacidad de adaptarte a nuevos desafíos y situaciones. No te des por vencida.
9) No des más de lo que te van a reconocer. Para ganar verdaderamente, necesitamos tener testigos. Todas somos muy sensibles a nuestro estatus; te sentís "ganadora" en la medida en que los demás también creen lo mismo. Pero a veces, por conseguir que nos reconozcan, nos embalamos y damos, damos, damos, damos... ¡sin que nadie nos haya pedido nada! ¿Y qué pasa cuando te das cuenta de que no recibís nada a cambio? ¡Te sentís horrible! Y una regla: si vos no lo apreciás, no lo des. Esperá a que al otro le crezca la necesidad. Por otra parte, la sensación interna de "ganar" viene cuando ya no necesitás el reconocimiento ajeno sino que sos vos misma quien se siente una winner total. No les des tanto poder a los demás.
10) Seguí al líder del equipo. Moverte con la guía de un líder (¡siempre que sea bueno, obvio!) te genera confianza y te hace sentir que avanzás sobre terreno firme. También sucede que a veces el "líder" es el propio equipo de trabajo; nadie sobresale y no existen jerarquías tan marcadas (por ejemplo, en una sociedad). Cuando la gente que te rodea es generosa, también "ganás" desde las compañías que elegís para tu vida. Un "jefe ganador" hará sentir ganador a su equipo.

¡Llegar al podio!


Existen dos reglas fundamentalespara el tramo final: la primera es ser "mujeres" –con todo lo que esto implica, haciendo uso de la intuición, una de las herramientas más poderosas con que contamos– y la segunda es ser, simplemente, nosotras mismas. Esa es la manera de encontrar un equilibrio justo entre el ambiente en que trabajás, con sus reglas, y quién sos.
Si te fijás, en tu vida cotidiana podés encontrar "pequeñas victorias" en las que la suma te dé siempre positiva –"hoy resolví bien este informe", "me encargué de encontrar un proveedor nuevo con un mejor precio", "conduje la reunión con todo el personal sin sobresaltos" o "activé ese tema que teníamos estancado"–. No te critiques ni te enrosques con la idea de que sos loser cuando algo no sale tal como lo planeaste. Porque no lo sos. Buscá la estrategia que más te cierre, pero rebuscátelas para creerte una ganadora en las pequeñas carreras de todos los días . Y olvidate: nadie va a venir a decírtelo. Así que repetítelo, en voz baja, cada vez que te ponés las zapas –chatitas, sandalias o borcegos– para ir a trabajar.

Para seguir leyendo

Play Like a Man, Win Like a Woman : la autora Gail Evans relata una serie de aprendizajes de su carrera profesional al tener que ir haciéndose un lugar en organizaciones que estaban mayormente controladas por hombres hasta llegar a ser la vicepresidenta de la cadena CNN. Parte de nuestra nota está inspirada en sus descubrimientos. Se consigue en Amazon.
El arte de la guerra : esta frase es un buen resumen: "Si conoces a los demás y te conoces a ti mismo, ni en cien batallas correrás peligro; si no conoces a los demás pero te conoces a ti mismo, perderás una batalla y ganarás otra; si no conoces a los demás ni te conoces a ti mismo, correrás peligro en cada batalla", dice el maestro chino Sun Tzu. Relata cómo encontrar una manera integral y eficiente de ganar.
¿Te sentís identificada con esta nota? ¿Hay mucha competencia en tu trabajo?

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