Conocé Hawai: un viaje a la ola prometida

La promesa de una isla en el medio del Pacífico, con rutas interminables y zigzagueantes, cascadas escondidas, bosques de bambú, olas gigantescas, campeonatos de surf, ballenas saltando en el horizonte, tortugas gigantes, atardeceres y amaneceres únicos, acantilados vertiginosos, rica comida y, principalmente, buena gente, hace que las casi 30 horas (¡o más!) de viaje valgan cada segundo. Solo se trata de aprovecharlo.

Perouse Bay: para las que esperan estar aisladas y tranquilas. Un sector solitario de la costa, cubierto de restos de lava volcánica, piletones para hacer snorkel, delfines y un atardecer frontal.

Honolua Bay: para ver buen surf. Las islas de Hawái se destacan, obviamente, por este deporte y todos los vinculados con el agua. Pero hay una infinidad de actividades que no implican ser revolcadas por olas que podrían amedrentar a una primeriza. Es conocida por tener las olas más lindas de Maui, mientras que Ho’okipa se completa con windsurf y stand up paddle. Y ahí, las habituales manadas de tortugas marinas se juntan a descansar en la arena.

Baby Beach, costa de Kihei y Big Beach: para tomar sol y descansar. Pasando esta última, se encuentra una de las más divertidas, Little Beach, una playa nudista en Makena. Los domingos, cuando cae el sol, se forma una ronda que aviva el show de fuegos y baile al ritmo de la percusión.

Molokini: es un cráter volcánico inactivo en cuya costa podés hacer snorkel y sumergirte entre una gran variedad de peces, corales y, principalmente, tortugas marinas. En temporada de ballenas, se las escucha cantar bajo el agua. Una opción para llegar hasta ahí es Maui Magic, un pequeño barco que sale al alba rumbo al cráter y hace varias paradas.

Vistas de altura: los acantilados y piedras altas brindan una dosis de adrenalina. Los mejores saltos se consiguen en la Venus Pool, en Hana; en el Cliff House, en Kapalua, o una de las más altas, The Black Rock, escondida detrás del hotel Sheraton, en Kaanapali.

Cascadas Twin Falls: son famosas y pueden llenarse de turistas, por lo que hay otras opciones más remotas y mucho más lindas. Una de ellas es Honopou: una larga caminata entre plantas, lianas y barro bajo los pies, para llegar a una pequeña caída de agua casi desolada.

Volcán Haleakalá: está inactivo desde su última erupción en el 1700, pero su masiva estructura es la base de uno de los miradores más increíbles de la isla. Tanto el amanecer como el atardecer se aprecian desde el pico más alto de la montaña.

Trekking: se disfruta tanto como un día de playa. El "camino sagrado" del valle Iao es un perfecto ejemplo. O el Lahaina Pali Trail, que permite la vista directa de los descomunales molinos de viento.

Paraíso surfer: si visitás Hawái en temporada de invierno, Jaws es un espectáculo que no hay que dejar de ver. Desde la playa de Pe’ahí, en la costa norte, se puede disfrutar directamente de esta famosa ola gigante que solo puede ser domada por profesionales del surf, windsurf y kitesurf.

Conocido como el barrio hippie en los 60, el pequeño centro de Paia está repleto de pequeños restaurantes, bares y locales de surf y windsurf. Lugares como el supermercado naturista Mana provisionan de comida rica y orgánica, ideal para un picnic en la playa. Entre los mejores bares, se destaca Charley’s, con música de los 90. Y no hay que dejar de probar el happy hour en Cafe Des Amis, la pizza hawaiana en Flatbread o el helado de guava en Paia Gelato. Luego, se puede caminar unos metros hasta la Paia Bay, que se divide en surfistas y apasionados del boogie board.

Si salís de bares –uno de los pocos que hay para ir a bailar es el Tiki’s Lounge–, probá cualquier cóctel que contenga Ocean Vodka: el único vodka en el mundo destilado de azúcar de caña orgánica y agua oceánica mineral, fabricado en el corazón de Maui. Y su botella redonda y turquesa es el mejor souvenir en la vuelta a casa.

El camino a Hana es toda una experiencia. La ruta se presenta con curvas y contracurvas, al borde del acantilado. A lo largo del recorrido, hay un bosque de bambú, puestos de comida local (¡probá las golosinas de coco!), el parque Wai’anapanapa para hacer camping, la imperdible playa de arena roja, las Seven Pools, piletas apiladas que crean una cascada en escalera, y una de las vistas más impresionantes de Maui: Gorge Kaupo, a la que se recomienda llegar al caer el sol.

Desde Buenos Aires, hay vuelos de United Airlines –con escala en Houston–. Tené en cuenta que son vuelos largos, que pueden durar hasta unas ¡30 horas!

Los conseguís en 12 cuotas de $1780 y salen durante los meses de marzo y abril de 2016. www.almundo.com.ar.

La temperatura promedio en verano es de 30 °C y en invierno, de 25 °C. El transporte público no abunda, así que para moverte por la isla lo mejor es alquilar un auto. A pesar de que los lugares turísticos aceptan tarjetas, llevá algo de efectivo.

Para darte el gusto y probar sabores que no habías imaginado.

Texto y fotos: Gentileza de Marti Arcucci •

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