Después de haber sido adoptado y regresado en cuatro oportunidades diferentes, parecía que Bandit estaría con el grupo que lo había acogido, en Georgia, Estados Unidos, por el resto de su vida. Aunque siempre fue muy dulce y amigable, las necesidades especiales del perro con un carrito llevan tiempo y echaron atrás a muchos adoptantes potenciales a lo largo de los años.
Parecía que la familia correcta nunca llegaría, hasta que finalmente, una pareja vio una publicación de Facebook sobre Bandit, y sabía que podía darle el amor y la atención que necesitaba. Así fue que, tan pronto como Darrell y Sue Rider se enteraron de Bandit, quedaron conmovidos. Y no dudaron ni en segundo en poder asistir al animal en lo que necesitara ya que conocían de cerca de qué se trataba. "La parte más fascinante de Bandit es que él y yo compartimos el mismo tipo de parálisis y usamos una silla de ruedas para desplazarnos", dijo Darrell Rider, el nuevo padre de Bandit. "Como Sue y yo sabemos lo que es vivir en una silla de ruedas, entendemos de primera mano lo que necesitaba Bandit. Y creo que es por eso que también, desde el primer instante, sentimos una conexión mucho más profunda".
La pareja estaba decidida. Entonces se acercaron al Programa Gwinnett Jail Dogs para discutir con los cuidadores todo lo que necesitaban saber sobre Bandit. El programa comenzó en 2010 con cinco perros rescatados de la eutanasia en el Control de Animales del Condado de Gwinnett. Y hoy son más de 400 los animales que han pasado rescatados, examinados, entrenados y adoptados en nuevas familias. En prisión, a cada perro se le asigna un guía interno principal, en cuya habitación duerme el perro, además de uno o dos controladores secundarios. Los entrenadores visitan a los perros y a los reclusos tres veces por semana, enseñándoles cómo entrenar y cuidar a los perros. La obediencia básica, los trucos y la agilidad son algunos de las tareas que comparten perro y humanos. También hay peluqueros, técnicos veterinarios y otros voluntarios y profesionales de bienestar animal que visitan la unidad para educar a los reclusos sobre los diferentes problemas que rodean a los perros. En ese contexto se encontraba Bandit.
Las conversaciones duraron un mes entero antes de que les dieran el sí final. "Darrell declaró que Bandit era igual que él y quería darle una vida en la que fuera entendido y bien atendido", dijo Lori Cronin, voluntaria del refugio.
Decir adiós a Bandit fue agridulce para todos en el refugio. Había estado allí tanto tiempo y era tan querido que, aunque sus cuidadores sabían que lo extrañarían, también se sentían emocionados ya que finalmente había llegado el final feliz que merecía. "Él significó tanto para todos nosotros en el centro que ahora es muy extraño entrar a la unidad en la que se encontraba y no verlo corriendo para un regalo", dijo Cronin. "Se echa de menos esa 'sonrisa' que siempre parecía tener en su rostro peludo. Todos nos estamos adaptando a su ausencia y estamos encantados de que Bandit tenga un hogar propio".
Mientras, en su nuevo hogar Bandit se ha acomodó sin problemas y se siente como si hubiera estado allí durante años. Ama a su nueva familia como si la conociera desde siempre. Fue una larga espera, pero Bandit finalmente está exactamente donde pertenece, al lado de alguien que lo entiende. "Bandit está muy bien y se adaptó a la casa mejor de lo que podríamos haber imaginado con su nueva familia y sus alrededores", dijo Rider. "Nosotros, como su familia, no podríamos estar más felices de tener a Bandit en nuestras vidas".
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