Mirá cómo se convirtió este lavadero antiguo y en desuso en un comedor con detalles contemporáneos
Los usos reales. El lavatorio, sin función ni belleza para aportar, se quitó. En tanto, las molduras, que antes pasaban desapercibidas, se aprovechan para apoyar láminas enmarcadas en tonos azules y amarillos, que se destacan y encienden las paredes. Además, tienen la ventaja de que se pueden renovar fácilmente.
Cambio de hábitos. La interiorista transformó en pasaplatos la ventana que comunicaba la cocina con el lavadero. Quitó las persianas de sus bisagras y colocó una madera cortada a medida en el alféizar. Resultado: más luz en la cocina y simpático apoyo para libros de recetas o alguna aromática.
Potente. “Nos dimos el gusto de pintar en este tono azul, dentro de la paleta de los fríos, porque el ambiente recibe mucha luz natural durante gran parte del día. De noche, con luz artificial o velas, se convierte en un espacio completamente distinto”, dice la interiorista Sol van Dorssen.
Upgrade. La vieja lámpara de papel era un factor más en la fórmula desangelada de este espacio. Sin necesidad de comprar una lujosa, Van Dorssen eligió una sólida, reluciente y de un tono parecido al de las paredes para darle un aire joven y chic al comedor. Según desde dónde se mire, se recorta del techo blanco o se pierde en los muros.
Contrapunto. Frente a un piso con dibujos, pensar paredes monocromáticas y muebles de formas netas para contrarrestarlo. Junto a la ventana cuando se trabaja, para recibir más luz, la mesa puede correrse si llegan invitados a la hora de comer.