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Anticonceptivos: “Dejé las pastillas”

Sigue siendo uno de los métodos más usados, pero hoy muchas mujeres lo cuestionan. ¿Cómo cuidarnos sin tomar hormonas sintéticas?




Más de 100 millones de mujeres en el mundo usan anticonceptivos hormonales. A partir de la década del 60, con el estallido feminista, las pastillas surgieron como un método eficaz para liberar a nuestras madres de la vida netamente doméstica, dándoles la posibilidad de tomar el control de su fertilidad. Hasta hace algunos años, aunque los hombres fueran fértiles todos los días del año, culturalmente no tenían que hacerse cargo de ese poder y responsabilidad. Pero hoy, esta forma de anticoncepción está siendo cada vez más cuestionada desde la medicina, desde distintos enfoques terapéuticos, desde el nuevo feminismo y desde las propias consumidoras que empiezan a resentir algunos de sus efectos indeseados.

¿Qué son y cómo funcionan?

Desde el punto de vista clínico, no son solo un método anticonceptivo, sino un tratamiento médico que involucra hormonas sintéticas. Por eso, la Organización Mundial de la Salud los incluye entre los medicamentos autorizados. De hecho, su carácter de medicamento es lo que permite usarlos para eliminar los síntomas de los ovarios poliquísticos o para casos de endometriosis.

Están compuestas principalmente por estrógeno y progesterona, dos hormonas que actúan sobre la hipófisis, frenando la liberación de óvulos, reduciendo el engrosamiento de las paredes del útero (endometrio) y volviendo más espesa la mucosa cervical que transporta el esperma hacia el óvulo para ser fertilizado. Las más modernas usan las llamadas progestinas –progesteronas sintéticas– de tercera generación, que, si se usan correctamente, son un 99% efectivas en prevenir el embarazo.

Hay algo que suele decirse, y es que las pastillas y otros métodos hormonales “recrean” el ciclo menstrual. ¿Es así? En realidad, lo que hacen es inhibirlo creando un continuo pseudoembarazo. Nuestro ciclo tiene tres fases: folicular, periovulatoria y lútea, que empiezan por el desprendimiento del endometrio (nuestra menstruación) y siguen con el proceso que nos prepara en dos semanas más para la ovulación. Estos anticonceptivos mantienen el cuerpo en un solo estado hormonal y estandarizan así el ciclo natural.

¿Hay razones?

Un estudio demostró que el 63,7% de las mujeres dejan las pastillas en el primer año debido a algunas consecuencias que empiezan a sentir, algunas más complejas que otras:

“Me provocan malestares físicos”

Muchas mujeres tienen dolores de cabeza recurrentes, náuseas, sangrados entre períodos, manchas en la piel, vellosidad, deficiencias nutricionales (sobre todo de vitamina B6), aumento de peso, celulitis, retención de líquido, fatiga y caída del pelo. Esto también depende de cada cuerpo, como también de la composición hormonal, que puede tener mayores o menores dosis de progestinas.

“Me bajan el deseo sexual”

El más común de los efectos secundarios de las pastillas –que tal vez se tiene menos en cuenta– es la fuerte caída en la libido. Esto pasa porque aumentan la producción de la llamada “globulina fijadora de hormonas sexuales”, lo que debilita la excitación característica de la ovulación. Además, tomar hormonas altera nuestro sentido del olfato, clave al momento de elegir a nuestra pareja. Es nuestra parte animal la que estamos bloqueando.

“Me asusta la idea de una trombosis o un cáncer”

El riesgo de coágulos sanguíneos peligrosos en una mujer sana y en edad reproductiva es muy bajo: cada año, aproximadamente tres mujeres de cada diez mil tienen un trombo en las venas y una de cada diez mil sufre un infarto. Pero el estrógeno que tienen los anticonceptivos puede fácilmente duplicar o triplicar el riesgo de trombosis.

Por otro lado, el Instituto Nacional del Cáncer de los EE. UU. estudió la relación entre el uso de hormonas sintéticas y el riesgo de tumores. ¿El resultado? Encontraron que los riesgos de cáncer de endometrio y de ovarios se reducen con el uso de los anticonceptivos orales, mientras que aumentan los riesgos de cáncer de mama, de hígado y de cuello uterino; este último se multiplica por tres en mujeres que usan anticonceptivos hormonales.

“Me da miedo no poder quedar embarazada”

Cuando decidís dejar de cuidarte para quedar embarazada, puede hacer falta algún tiempo –hasta 18 meses– para que se restablezca el equilibrio hormonal, por lo que la concepción puede retrasarse. Esto se da sobre todo si usaste un método que combina estrógeno y progestina. Si usaras uno sin estrógenos, igualmente el componente de progestina provoca cambios en las secreciones cervicales y, al dejar de tomarla, es posible que tengan que volver a la normalidad para poder crear un entorno que acepte el esperma.

“Me cambian el estado de ánimo”

Está súper analizada la relación entre anticonceptivos orales y ciertas sensaciones de ansiedad, irritabilidad y hasta depresión. Aunque todavía no hay evidencia científica concluyente, sí hay estudios que encontraron que usar anticonceptivos hormonales se relaciona con un menor grosor cortical en ciertas zonas del cerebro que tienen que ver con la toma de decisiones y el descanso mental. En otra investigación descubrieron una caída en la actividad de la amígdala (la parte del cerebro que controla las emociones y la intensidad de los recuerdos) en mujeres que los usaban.

“Me desconectan de mi feminidad”

Muchas mujeres describen su estado al tomar pastillas como “estar dentro de un traje de astronauta”. Esa percepción tiene un fundamento real, porque una de nuestras vías naturales de comunicación –la hormonal– es interferida. Incluso, un estudio mostró cómo los ácidos grasos de los flujos vaginales, que se llaman copulinas, estimulan el interés y el comportamiento sexual de los hombres. Y al tomar las pastillas, directamente no los producimos.

Otras mujeres empiezan a sentir que algo no está bien: “ajena a mi propio ritmo”, “alejada de mis sensaciones internas”, son formas de poner en palabras quizás el principal efecto de las pastillas: desconectarnos de nuestro ciclo natural, impidiendo la comunicación interna entre cerebro, hormonas, útero y ovarios.

El ciclo menstrual es el más básico y terrenal que tenemos: los ciclos de la naturaleza, como el flujo y reflujo de las mareas y los cambios de estación, se reflejan a menor escala en él. Nuestro ciclo rige el flujo no solo de los líquidos, sino también de la información y la creatividad.

Si lo reemplazamos por un estado hormonal inducido, podemos perder un buen acceso a nuestras emociones. En definitiva, solo vos podés saber cómo usar tu fertilidad, cómo cuidarla o sanar ciertos aspectos de tu vida.

¿Qué onda el DIU hormonal y el anillo?

El dispositivo intrauterino hormonal. Se coloca en el útero –al igual que el de cobre–, pero además libera hormonas. La diferencia con otros métodos hormonales es que no usa estrógenos y que solo una parte muy chica de la carga hormonal va al torrente sanguíneo: la mayoría actúa sobre las paredes del útero. Puede producir dolores de cabeza, caída del pelo y aumento de peso. Acá, se comercializa bajo la marca Mirena y cuesta unos $7000. Al igual que las pastillas, impide el ciclo natural.

El anillo hormonal. Comercializado bajo la marca NuvaRing, creó mucha expectativa: es un método hormonal no permanente como el DIU, pero no había que tomar pastillas a diario. Pero hoy hay quienes lo llaman “el anticonceptivo letal”: libera hormonas (estrógeno y progestina) a través de un pequeño anillo que se coloca en la vagina mensualmente. Numerosos casos de enfermedades y hasta muertes en Canadá y en los EE. UU. lo pusieron en la mira.

¿POR QUÉ LAS DEJASTE?

Sam Solaguren, 36 años, doula y puericultora: “Lo decidí en un seminario de Maternidad y Derechos, donde entendí que ‘dormían’ la conexión con nuestro cuerpo. Lo conversé con mi pareja y las dejé. Me reconecté con mi ciclo, fue un maravilloso cambio”.

Maju Prieto Garay, 31 años, diseñadora: “En un museo, vi una obra con miles de pastillas que representaba la cantidad promedio que toma una mujer en su vida. Nunca más las tomé. Dejé de tener dolores y me conecté con mi parte creativa”.

Jordana Rodríguez , 21 años, música: “Tomé desde los 15 hasta los 18 años y cuando las dejé sentí que había vivido en un cuerpo que no era el mío. La piel se me suavizó, los estados de ánimo se volvieron más intensos pero menos cambiantes”.

¿Cómo elegir TU método?

Es clave definir sinceramente en qué lugar estás en tu propia vida y cuánta responsabilidad estás dispuesta a asumir en tu fertilidad. Está claro que los métodos hormonales fueron y son un beneficio para muchas mujeres –jamás nos van a estropear un fin de semana y nos sacan los dolores–. También son útiles cuando nuestra pareja no participa conscientemente en la anticoncepción. Entonces, si elegís tomar pastillas, está bueno que conozcas sus compuestos y sus efectos secundarios y que le pidas información fidedigna a tu médico antes de decidirte.

Otros métodos anticonceptivos no hormonales

DIU DE COBRE: es una buena elección para algunas mujeres, aunque podría suponer un mayor riesgo de infección pelviana y de embarazo ectópico. También va mejor en mujeres que ya tuvieron un hijo.

DIAFRAGMA: es una copa flexible y poco profunda que ponés dentro de tu vagina antes de tener sexo –si es antes de la excitación, mejor–. Cubre el cuello uterino para que no pase el esperma durante la penetración. Se puede complementar con espermicida. Bien usado, tiene una efectividad del 94%, pero, a diferencia del preservativo, no te protege de enfermedades de transmisión sexual.

PERCEPCIÓN DE LA FERTILIDAD: esto quiere decir, básicamente, conocer a fondo los signos y síntomas fisiológicos de tu ciclo menstrual para darte cuenta de cuándo sos más fértil. Durante esos días podés usar un preservativo o tener sexo sin penetración. Pero, claro, la desventaja es obvia: es un método bastante más falible que el resto, ya que solo depende de tu percepción.

LIGADURA DE TROMPAS: cierra una puerta que normalmente no se puede reabrir. Sin embargo, muchas mujeres creen que sentirse libres del miedo al embarazo es bueno para su salud y rejuvenece su sexualidad.

¿En qué te ayudó está información? ¿Qué te moviliza este tema? También: Celos en la pareja: ¿de qué lado estás?y5 actividades deportivas para anticiparte al verano

Expertas consultadas: Christiane Northrup, médica especialista en ginecología y obstetricia y Pabla Pérez San Martín, investigadora social, escritora y partera. •

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Cuatro notas para entrar en el mundo de las relaciones.

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