Tras años de andadas entre papeles y soportes varios, las criaturas-collages de Alfonso Barbieri, también tecladista, cantante y compositor, habitan un nuevo paisaje: el libro que la editorial Coney Island acaba de publicar con una selección de las creaciones que el artista plástico realizó entre 1993 y 2019.
Seres magnéticos e insinuadores que amagan con salirse de las páginas conforman una edición de lujo que incluye un bonus con obras en tarjetas pop-up y que se presenta como una antología de su creación artística bajo esta técnica de las últimas tres décadas.
En apariencia inmóviles, fantasmas y animales reposan a lo largo del volumen junto a héroes nacionales, viejas chismosas o cantantes latinoamericanos del futuro surgidos de dibujos y cartones pintados, fotos, relieves de plasticola, papeles de colores, telas, figuritas de papiroflexia, esculturas en dioramas, flores y hasta insectos.
El autor destaca del collage la mecánica de trabajo: el uso de tijeras, pinzas y bisturíes, el recorte manual de imágenes, la reinvención de planos y perspectivas, la multiplicidad de materiales y las formas de comportarse de los pegamentos, con su impronta y transparencias.
Barbieri sirve a sus personajes en bandeja dorada de sánguches, en cajitas o sobre partituras, con aderezo de recortes de revistas viejas, trajes capeados de papel glacé, texturas punteadas de adhesivos y vestidos con viejas calcomanías infantiles acolchadas en un viaje evocador y anclado a dilemas y debates. Según el artista, todo es susceptible de volverse collageable.
"De chico, ante las burlas de compañeritos cancheros que me odiaban por ser «raro», entendí que con pequeños fragmentos de cosas podía destruir este mundo y construir otros", cuenta.
Nacido en Buenos Aires en 1976, vivió en Brasil, Italia, España, Alemania, y en varios puntos de Argentina, por los que peregrinó en su niñez y juventud junto a su padre, el investigador, profesor y artista Sergio Barbieri, y al resto de su familia, gracias a un proyecto descomunal: el relevamiento del patrimonio artístico nacional, provincia por provincia.
Tales vivencias dotaron al niño de un universo cargado de conocimientos y significados que más tarde trasladaría a su obra gráfica. Allí vemos, con ojos pícaros o miradas impasibles, en figuras reconocibles o personajes irreales, con trajes surrealistas y peinados eléctricos, a "mujeres ranqueles y héroes argentinos, demonios macanudos, muertos puntuales y restos de un carnaval que nadie quiere recordar", sugiere Adrián Dárgelos en el prólogo del libro.
Dos décadas antes de ser noticia nacional, al ser varias de sus obras destrozadas y manchadas con sangre por fundamentalistas ultracatólicos que lo tildaron de blasfemo en una muestra en Córdoba, Barbieri ya se hacía preguntas a sus 10 años sobre la vida y la muerte.
"En el verano de 1985, trepado al árbol de paltas que teníamos en la casa de Florida, descubrí una chicharra muerta. La guardé en una cajita de marcadores Sylvapen durante años y en 1993 me reencontré con ese ataúd de tapa transparente con el insecto dentro en perfecto estado. Estaba haciendo una serie de collages sobre los atunes impresos en latas y las obras pasaban por una ampliadora láser color. Para uno de ellos, que titulé «El hombre chicharra» y que es ahora la portada del libro, usé las alas de aquel insecto", cuenta.
Así, el artista fue rescatando de su caja de pandora diversas criaturas, siempre dispuesto a encarar el mejor collage posible "de nosotros mismos".
NUEVAS CANCIONES Y LÍNEA DE ROPA
En los collages de Alfonso Barbieri, los títulos completan o disparan la obra, como en "Humores orgánicos" (1994), "Paz + ciencia" (1996), "Mascaretaquetucara" –autofotografía intervenida– (2001/2019), "Animales blancos con ropa" (2010), "Twin cowboy" (2011) o "Fantasmas de niños Dios" (2013). Creador plástico multidisciplinario y músico (ex Los Cocineros, Viajantes), el artista lleva también sus composiciones a prendas y pañuelos, como "Mujer con animales". Actualmente, trabaja junto a Sofía Bergallo en una línea de collages que cobrarán vida en camisas y kimonos.
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