Bali no es solo una isla, es un concepto. O varios. Para nosotros es un destino obligado cada vez que viajamos a Asia. Es el viento cálido en la cara cuando la recorremos en moto. El aire diáfano de las montañas que desciende hasta los campos de arroz, los templos y santuarios escondidos entre palmeras onduladas, ríos y manantiales; las ofrendas a los dioses en hojas de palma con frutas y flores y que huelen a incienso, y las danzas que hipnotizan con sus movimientos de manos, el brillo de los trajes y la profundidad de sus ojos negros.
Bali es también la evocación de sus playas anchas que se pierden en el horizonte, una cerveza Bintang en un atardecer dorado; las cenas de ikan bakar, pescado marinado con especias a la parrilla y nasi goreng, pollo salteado con curry y arroz en los warung, pequeños restaurantes familiares. Y, algo no menor, el relax en encantadores hoteles con piscina, en un ambiente natural y, además, a muy buen precio.
La ciudad de Ubud en el interior de la isla es donde late la cultura balinesa, con sus calles céntricas llenas de vida, sus templos públicos como el Desa y el Taman Saraswati y los templos privados, que se encuentran en cada casa familiar, custodiados por leones alados y dragones de piedra. El Mercado es color, variedad y el murmullo eterno del regateo. Los mejores momentos para ir de compras son al principio del día, cuando las vendedoras necesitan el buen auspicio de la primera venta; o al final, cuando la última transacción culminará una buena jornada.
En el Palacio Real, Puri Saren, cada noche la orquesta gamelan toca para que la danza barong, una representación del bien contra el mal, alcance su máxima expresión artística. Mientras que a unos pocos metros, en el Monkey Forest, se puede ingresar a un mundo mágico sacado del Libro de la selva. Un santuario sagrado con más de 600 monos que viven en libertad.
Bali no es solo una isla, es un concepto. O varios. Para nosotros es un destino obligado cada vez que viajamos a Asia.
Ubud, además de todo lo que representa, es una buena base para visitar sitios inolvidables de la isla: los arrozales de Jatiluwih y las terrazas de Tegalalang, que proveen la fuente vital de la dieta balinesa; la cascada de Nungnung, que explota con toda la fuerza en un ojo de agua y hace que la brisa sea fresca y húmeda. Las vistas del volcán Agung, misterioso entre las nubes, que nos acompañan hasta el Pura Ulun Danu, el Templo del Lago, a orillas del Bratan. Complejo sagrado en donde se destaca el meru, característica torre hindú, construida en honor de la diosa Danu, protectora de las aguas y las criaturas vivientes.
Cuando visitamos los templos de Gunung Kawi Sebatu y Tirta Empul, rodeados de manantiales y arte religioso, fuimos simples espectadores. Curiosos viajeros en esos lugares místicos donde desde hace más de mil años se realizan rituales de purificación en sus aguas. Días después, gracias a unos amigos argentinos que viven en Bali, conocimos un tesoro escondido y nos animamos a una nueva experiencia. Fue en el Sebatu Pengelukatan. Entre cascadas, ofrendas, sahumerios, árboles y palmeras empezamos a introducirnos en los secretos del hinduismo balinés. Religión macerada por siglos en el sincretismo con el animismo y el budismo chino, donde el agua fresca purifica cuerpo y alma.
En Bali, siempre nos guardamos unos días para disfrutar de la playa, que es nuestra debilidad. En un breve repaso de los balnearios más famosos del sur de la isla, recomendamos: si buscan fiesta y movida joven, Kuta y Legian, cercanos a la capital Denpasar, son los más elegidos. Al oeste, Seminyak es una buena opción, un poco menos ruidosa que las dos primeras, pero con atracciones para todos los gustos. Si en cambio quieren algo más tranquilo, sin perder el encanto y mucho menos tráfico, Sanur es la indicada. Nuestra preferida es Canggu, pasando Seminyak. Ambiente relajado, gastronomía de primera calidad y con los sabores de todo el mundo, cafés, restaurantes, boutiques de moda, tiendas de arte y clubes de playa; todo enmarcado por arrozales, bosques tropicales y las aguas del océano Índico.
Siempre regresamos a los lugares en los que fuimos felices. Bali.
Recomendados
Para comer:
Sweet Orange Warung @sweetorangewarung (Ubud)
Muy buena comida balinesa en un lugar idílico, rodeado de campos de arroz.
Waroeng Sebatoe - Tegalalang (Bali)
Restaurante en medio de la jungla, con productos orgánicos y variedad de pescados y mariscos.
Para pasear:
Campuhan Ridge Walk @campuhanridgewalk (Ubud)
Sendero gratuito para conocer a fondo la naturaleza y la cultura de la isla.
Templo:
Tanah Lot @tanahlotid - Kediri (Bali)
Templo hindú balinés junto al mar, con los mejores atardeceres de la isla.
Playa:
Finns Beach Club @finnsbeachclub Playa Berawa, Canggu (Bali)
Club de playa con piscinas, barras de cócteles, restaurantes y música, todo junto al mar.
- ¿Dónde pasaron la cuarentena? Nos encontró en nuestro departamento del barrio de Belgrano, recién llegados de un viaje corto a Uruguay.
- ¿Ya volvieron a viajar? Todavía no. Estamos impacientes por hacerlo. Tenemos planeado recorrer en auto varios pueblos rurales de la provincia de Buenos Aires ahora, en diciembre. Y volar en febrero de 2021 a Brasil, en un viaje corto, y en marzo a Sicilia, como primer destino de un viaje de varios meses.
*Marcelo Borrego y Carola Fernández Moores son una pareja de periodistas y viajeros que recorren el mundo desde hace más de 16 años y juntos han visitado 87 países. Son los creadores del blog periodistasviajeros.com y autores de tres libros de crónicas de viajes:
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