Bienvenidos al Antropoceno. ¿La última era geológica?
Una bolsa de plástico puede tardar más de 500 años en degradarse. Una pila tirada a la basura tiene componentes que seguirán siendo nocivos 1000 años después. Una botella de vidrio necesita 4000 años para desaparecer. Y el polvo radiactivo de las explosiones nucleares podrá ser detectado dentro de 100.000 años.
Indelebles, las marcas de la actividad humana sobre la Tierra parecen estar adquiriendo relevancia geológica. Así como hoy podemos estudiar a los dinosaurios por sus huesos, en un futuro posapocalíptico se podría conocer más sobre el malogrado Homo sapiens por lo que algunos científicos llaman "tecnofósiles". Desde un tarjeta de crédito hasta un cepillo de dientes podrán ser parte del registro geológico de nuestra época.
No es el único aporte de la geología al debate medioambiental. El impacto de la humanidad sobre el planeta se aceleró tanto en estas últimas décadas que muchos especialistas sostienen que estamos entrando en un nuevo –¿y final?– estadio: el Antropoceno. Es decir, la época de los humanos.
"Ciertamente, el ser humano está dejando marcas geológicas, considerando el efecto de actividades como la agricultura a gran escala, la minería o la acumulación de determinadas sustancias que producimos solo nosotros, como los plásticos. Son tremendas modificaciones del ambiente", opina el prestigioso conservacionista Claudio Campagna, Ph.D. en Biología por la Universidad de California y miembro de la Wildlife Conservation Society. Y agrega: "Hablamos de una nueva época geológica porque no estamos dejando prácticamente elemento de la naturaleza sin modificar".
Un repaso
¿Cómo era esto de las eras geológicas? Va un repaso de geografía: los 4600 millones de años del planeta pueden analizarse a través de las capas concéntricas que forman la geosfera. Para simplificar la inmensa cantidad de información, los científicos definieron los períodos en eras, períodos y épocas geológicas.
Durante la mayor parte de este tiempo de la historia de la Tierra, el clima no ha sido precisamente acogedor para los seres humanos. Entre grandes glaciaciones y lluvias de meteoritos, hace apenas unos 10.000 años que disfrutamos de condiciones climáticas estables. Estos milenios de bonanza se llaman Holoceno. De ser creyentes, los científicos describirían esta época como un milagro geológico, un equilibrio que supone una combinación perfecta de dióxido de carbono en la atmósfera, de acidez justa en los océanos, de hielo en los polos y de bosques en el Ecuador, condiciones necesarias para el desarrollo de la vida humana.
Todos los logros de la humanidad, sus evoluciones y sus revoluciones –agrícola, industrial, tecnológica–, se dieron durante el Holoceno. Pero su mayor marca podría ser justamente forzar un cambio de época. Según los científicos, la actividad humana un siglo atrás era insignificante en términos ambientales. Hoy, en cambio, nos hemos convertido en una poderosa fuerza geológica a escala planetaria. A punto tal que muchos de los indicadores ambientales que definen los límites del Holoceno están siendo superados. ¿Llegó la hora de dar por terminada la confortable época actual y buscarle un nombre que refleje el impacto humano?
"Para algunos, siempre han existido grandes cambios y extinciones en escalas temporales amplias. Para otros, el hecho de que científicos de todas las disciplinas, así como la sociedad en sentido amplio, estén pensando el mundo desde el Antropoceno hace que los geólogos deban repensar su disciplina para poder responder a las necesidades y preocupaciones sociales y ecológicas actuales", sostiene Mara Dicenta, antropóloga ambiental e investigadora que realiza su trabajo de campo en Tierra del Fuego.
La discusión sobre el Antropoceno lleva sus años –el concepto fue acuñado por el premio Nobel de Química holandés Paul Crutzen en el año 2000–, pero se reeditó gracias al inquietante documental Anthropocene: The Human Epoch, que por estos días sacude conciencias en los cines de los Estados Unidos.
La sola posibilidad de poder estar entrando en una inexplorada época geológica pone en perspectiva la dimensión de la crisis ambiental. Mientras por aquí las elecciones, y en otros países las manifestaciones callejeras, sugieren un nuevo orden, un antes y después, el verdadero cambio, quizás el más trascendente de la historia de la humanidad, está teniendo lugar frente a nuestras narices. "La dicotomía entre desarrollo y sustentabilidad es falsa. Sin planeta no hay economía que valga", suele contestar Al Gore, el exvicepresidente estadounidense reconvertido en activista ambiental, cuando le consultan cómo es posible priorizar la agenda medioambiental frente a otros problemas urgentes, como la pobreza, la inflación o las guerras. Ya sea en el Holoceno, en el Antropoceno o en la época geológica que nos depare el futuro, lo importante es entender que no hay planeta B.
El autor es periodista especializado en sustentabilidad y fundador de www.Aconcagua.lat
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