"No, no me arrepiento de nada", asegura Ornella (23) una y otra vez con la mirada firme en el horizonte y lágrimas en los ojos, mientras suena de fondo la canción de Edith Piaf que se convirtió en su bandera. Siempre había fantaseado con el príncipe azul, aquel hombre que la completara y cumpliera sus sueños. Hasta que conoció a Nicolás y creyó estar en el paraíso. Era el típico chico popular, extrovertido, buen mozo, el que tenía su banda de rock y con el que todas las chicas querían estar. Y claro, ella se sintió especial. Tenía 17 años, era inexperta en el amor -ni siquiera había besado a alguien- y con todo un universo por descubrir: Nicolás la eligió y le propuso empezar una relación.
Pero un buen día él decidió que lo de ellos ya había cumplido un ciclo y cortó el vínculo sin demasiadas explicaciones. "En ese instante mi vida se derrumbó. Pero lo más curioso es que al poco tiempo me di cuenta que esos habían sido los mejores meses de mi vida. Mis amigas se ocupaban de hacerme sentir bien, salíamos a bailar y yo disfrutaba de esa soltería, realmente fue el momento en donde volví a nacer".
Mientras se sentía libre y sin ataduras, casi sin quererlo, Dante apareció en su vida. Lo había conocido en Mar del Plata, dos años antes en un viaje de amigas y se había sentido especialmente atraída por sus ojos y su mirada cautivante. Él no perdió tiempo y comenzaron a intercambiar mensajes a través de Twitter. Luego consiguió su teléfono y la invitó a salir. "Como los dos estudiábamos en Rosario, nos empezamos a ver seguido, hablábamos de la vida. Era un chico inteligente pero se notaba algo de tristeza en su mirada, aunque desde el primer momento se pudo abrir conmigo y contarme cosas fuertes que le habían pasado". Por eso ella no pensó demasiado cuando a los pocos meses él le propuso convertirse en novios formales. Sin embargo, Ornella notó que Dante era un chico con una fuerte dependencia emocional. A su vez, él tenía dudas respecto de sus sentimientos y estaba convencido de que ella seguía enamorada de su ex. Quizás no lo advirtieron, pero tenían frente a ellos claros indicios de lo duro que iba a ser el camino que juntos se propusieron transitar.
"Fue una relación hermosa al principio pero después empezaron los celos y los bloqueos. Mi vida se había reducido a él y a unos pocos amigos que me quedaban. Y, sin darme cuenta, me convertí en una persona vacía, triste, con pésimo humor todo el día". Las peleas y discusiones sin sentido se convirtieron en una constante. Y Ornella vivía con una intensa angustia cada uno de esos episodios. "Así pasamos tres años: teníamos nuestros momentos de felicidad pero despues llegaban las fuertes crisis. Yo sabía que necesitaba darle un corte al asunto pero por dentro me sentía responsable. Dante me aseguraba que yo era la única persona que lo escuchaba y comprendia y que mi misión era salvarlo".
2016 fue un año de inflexión. La relacion era insostenible. Las peleas se desataban por hechos tan simples como un chiste. Ornella estaba en estado de ansiedad permanente. Y luego llegaron los ataques de pánico que la paralizaban, la sumían en crisis de llanto y en noches enteras sin poder conciliar el sueño. "Sentía literalmente la muerte, era tal mi angustia y tristeza que iba por la vida sin un rumbo. Me acuerdo que un día llamé a Dante y me dijo si seguís así vas a terminar internada y vas a tener que dejar la carrera". Fueron palabras duras que calaron hondo en ella. Y así, sin horizonte ni contención, tuvo que regresar a su Rosario natal y buscar ayuda entre sus seres queridos. Atrás dejó su departamento, su carrera y al hombre que creía que amaba.
"Los primeros meses fueron difíciles, tuve que ser medicada. Sufría de insomnio, pesadillas y lloraba todo el día. Me sentía la mujer más fea del mundo, mi autoestima estaba por el suelo y solo quería un poco de cariño. Pero de a poco logré salir adelante. Todo lo que viví me hizo dar cuenta que podía sola, que si quiero cambiar para sentirme mejor conmigo misma está bien, pero no necesito cambiar para agradar a otros o tapar sus inseguridades. Disfruto realmente estudiar...tengo muy buenas calificaciones, hice amigos nuevos. En Rosario puedo estar al aire libre, empecé a cantar en un coro. Si tengo algún ahorrito, voy y me compro algo lindo o me maquillo hasta para ir al supermercado. Siento que nada me falta...que volví a nacer".
Ornella sigue esperando al amor de su vida. Aunque tiene claro que quien la acompañe debe conocer su historia, saber cuáles fueron los obstáculos que atravesó y aprender a respetarla, cuidarla y ser feliz con cada uno de sus logros, escribe su historia sin prisa y sin pausa. "Sé que cuando esa persona llegue, va a ser alguien bueno porque yo ya aprendí que merezco lo mejor, no tengo rencor, sané, me amo a mí misma y, como eso sucede, no tengo apuro en que llegue...sigo disfrutando la vida hasta ese momento".
Si querés que la Señorita Heart cuente tu historia de amor en sus columnas, escribile a corazones@lanacion.com.ar