Nota de Tapa. Charlotte, la princesa de moda
La hija mayor de Carolina de Mónaco tiene 22 años, estudia en la Sorbona y está de novia con el hijo de un magnate angloiraní. Lindísima, elegante, vuelve tendencia todo lo que elige
LONDRES y MONTECARLO.– “Me recuerda a Brigitte Bardot”, dijo Karl Lagerfeld sobre Charlotte Casiraghi cuando ella tenía… ocho años. Con Grace Kelly de abuela y Carolina de Mónaco de madre, era evidente que la niña de labios prematuramente gruesos, nariz imperceptible, ojos azules y pelo en cascadas nunca iba ser un patito feo, pero pocos adelantaban que su sensualidad despertaría tan canónica y tan temprano.
Por supuesto que Charlotte Marie Pomeline (su nombre completo, bautizada así en honor a la princesa Charlotte, madre de Rainiero), nacida el 3 de agosto de 1986 en el hospital Princesa Grace de Montecarlo, ha tenido sus detractores. “Miss Piggy”, la llamaban entre susurros en la burguesía bancaria monegasca (en alusión a la chanchita sexy de Los Muppets) en sus primeros años de adolescencia, cuando todavía conservaba unos simpáticos mofletes infantiles.
Pero hoy pocos pueden disputar su estatus de cisne de la realeza europea (si bien no tiene título, es la cuarta en línea al trono de Mónaco) e ícono de la elegancia. Vanity Fair la puso en su lista de mujeres mejor vestidas y la Vogue británica le dedicó una amplia cobertura en su edición sobre las reinas del glamour. Su vida fue por mucho tiempo de un perfil muy bajo: tras la muerte en un accidente náutico de su padre, el industrial italiano Stefano Casiraghi, la familia se traslado al bucólico pueblito de Saint-Rémy-de-Provence para alejarse de los paparazzi, y sus posteriores años en París fueron al resguardo de los flashes. Ahora, sin embargo, es una de las solteras más codiciadas, y expuestas, del mundo. Y un árbitro de la moda teen: cuando un par de meses atrás apareció en un desfile de Chanel en primera fila con botitas cortas blancas y negras de punta redondeada y tacón grueso sobre calzas oscuras, imitaciones de ese modelo volaron inmediatamente de las zapaterías para jóvenes de todo el mundo. Esto ya tenía un antecedente: el día de la investidura de su tío Alberto como soberano monegasco, en 2005, Charlotte posó en el balcón de la familia real con un tailleur crema (Chanel también; por algo el diseñador de la firma, Karl Lagerfeld, es amigo íntimo de su madre) y un tocado en forma de halo que desató furor.
Su look del momento, copiado por infinidad de chicas en todo el Viejo Continente, son los anteojos Ray-Ban retro con marco colorado, las camperas rellenas de pluma de ganso marca Moncler (que usa a dúo con su madre, aunque cada una en distinto color), las interminables vueltas de collares finitos y largos alrededor del cuello, los jeans anchos, el rouge bien colorado y el pelo ligeramente ondulado, que denota que no hubo ningún paso por la peluquería en las horas previas a cualquier gala monegasca.
Puede ser que ésa sea una de sus pocas actitudes de rebeldía. A diferencia de su madre y de su tía Estefanía, Charlotte estudia en la Sorbona, anda a caballo en su tiempo libre y, sorprendentemente, parece inclinarse por las relaciones estables, de larga duración, y con muchachos que a la legua denotan ser “buenos candidatos”. Si bien no siempre los elige de sangre azul, suelen tener en común algo casi tan importante: son multimillonarios, solteros, hermanos de amigas, y más o menos de la misma edad. Y para la tranquilidad de mamá Carolina, ninguno con piercing, tatuaje demasiado evidente o ingresos como miembro de circo o guardaespaldas, como solían preferir en su familia.
La novia de Europa
El primer romance público de Casiraghi, actualmente llamada “la novia de Europa”, fue con el joven aristócrata Hubertus Herring Frankensdorf, aparentemente entre 2001 y 2002, si bien se los vio a principios de 2004 juntos también. Los lugares elegidos para mostrarse ante las cámaras siempre estuvieron alejados de todo escándalo: o bien era el Grand Prix de Montecarlo o bien las vacaciones familiares de esquí en Zurs, Austria. Frankensdorf fue reemplazado en 2004, por un par de años, por Felix Winckler, el hijo de un abogado de un estudio internacional británico con base en Bruselas y hermano de Cécile, una de las mejores amigas de Charlotte.
El novio actual, definitivamente de mayor interés para los medios, se llama Alex Dellal. De 25 años, es hijo del multimillonario británico de origen iraní Guy Dellal y de la ex top model de los setenta Andrea Dellal, considerada en su momento una de las mujeres más bellas del mundo. Es nieto de Jack Dellal, promotor inmobiliario con una fortuna estimada en 1000 millones de euros, y podría no sólo llegar a ser algún día el marido de Charlotte, sino también su cuñado. La hermana de Alex, Alice Dellal –una joven “alternativa” con mitad de la cabeza rubia rapada, pero que sabe taparla y llevar un look muy elegante para las funciones oficiales– sale, cada tanto, con Pierre Casiraghi, hermano de Charlotte.
Y para que todo quede bien en familia, quien obró de celestina entre Charlotte y Dellal fue Tatiana Santodomingo, novia de Andrea Casiraghi, el lánguido y delgadísimo hijo mayor de Carolina de Mónaco. Tatiana es hija del hombre más poderoso de Colombia, con un capital estimado en 9000 millones de euros. Una prueba más de que la endogamia en las familias reales europeas parece haber acabado, pero que no hay como los monegascos para intercambiar sangre azul por los millones de euros y dólares de los que son considerados algunos de los mejores partidos mundiales.
Charlotte tiene también una media hermana, pero que todavía es demasiado joven para estar pensando en estas cosas. En enero de 1999, Carolina se casó con un amigo de Casiraghi, Ernesto Augusto V, príncipe de Hannover, y cinco meses después dio a luz en Austria a la princesa Alexandra de Hannover. Ernesto tiene también hijos adolescentes de un matrimonio anterior, pero que se mantienen alejados del ojo de la prensa y viven con su madre en Londres.
Sobre Dellal, lo que más conoce el público es acerca de sus gustos musicales. Después de todo, entre sus ex figuran dos hijas de los Rolling Stones, Elizabeth Jagger, la hija de Mick, y Leah Wood, la hija de Ron Wood. A pesar de ser alto y desgarbado, con un ojo ligeramente desviado e incipiente calvicie disimulada por el pelo cortado al ras, Dellal ha posado ocasionalmente como modelo para fotógrafos estrella, como Mario Testino. Sin embargo, no se trata de un pobre niño rico cuya única misión en la vida es perseguir a las hijas de celebridades. Por el contrario, Dellal es uno de los dueños de una de las galerías de arte más vibrantes de Londres, que se especializa en descubrir nuevos talentos.
Ahora, la que escribe es ella
Para estar más cerca de él, Charlotte ha realizado recientemente una pasantía a orillas del Támesis, en el diario británico de centroizquierda The Independent. Por ahora ha escrito un par de notas sobre temas culturales, con un giro glamoroso. Por ejemplo, hizo un artículo en el matutino británico sobre la creación de una colección de zapatos fetiche que surgió de un encuentro entre el director de cine de culto David Lynch y el diseñador de zapatos de ultralujo Christian Loboutin.
Además, para la última edición de la revista de moda y cultura bianual Another Magazine, Casiraghi realizó una nota sobre un homenaje a García Lorca que llevó a cabo una treintena de artistas internacionales.
Dicen en su entorno que a Charlotte le está gustando demasiado ser ella la que escribe en vez de que escriban acerca de ella. Y que Grace Kelly, que nunca dejó de extrañar el ver su nombre en las revistas por su labor profesional y no por ser princesa, estaría orgullosa.