Chequeá tu libido: ¿en qué momento sexual estás?

Tanga, vedetina, bombachón o sin nada, ¿para qué estás en este momento? Lo que pasa en nuestra vida sexual refleja aspectos de nuestra existencia fuera de la cama. Eso es algo que Sigmund Freud nos contó hace más de un siglo. Pero aunque entendemos perfectamente que no somos las mismas cuando empezamos una relación que cuando llevamos años en ella, no siempre logramos decodificar que lo que sucede con nuestra libido sigue siendo un proceso individual. Esto significa que nos apasionamos o nos apagamos de acuerdo a un orden de prioridades internas muy personal y también circunstancial.

Tomar conciencia a veces necesita de una introspección que lleva un tiempo y ésta es una guía posible de por dónde empezar:

Pese a la libertad sexual, se siguen obedeciendo anteriores modelos. Por eso es importante responderte algunas preguntas, con sinceridad, teniendo en cuenta tu hoy:

1. ¿Con quién te comparás? Si mirás tu presente sexual con relación a otros, quizá lo mejor sea evitar comparaciones con clichés o modelos –en teoría– ideales. Ni siquiera te compares con vos misma.

2. ¿Sos igual a quien eras hace 6 meses? Seguramente la respuesta será “no”. Muchas o algunas de tus variables deben haber cambiado. En sexualidad, lo importante es el cambio y la adaptabilidad a lo nuevo que se presenta.

3.¿Qué importancia le das al sexo en tu vida? Ya sea para reproducirte, dar y recibir amor o simplemente pasarla bien con otro, sé amable con vos. Eso implica aceptar tus conductas y darles el espacio en la etapa que transitás.

Cuando estás bien y tenés resto de energía, tu biología te manda a hacer eso que todo ser vivo en el planeta es llamado a hacer: aparearse. No significa que literalmente busques tener hijos o pareja. Significa que estás siguiendo una pulsión de vida que bien podría incluirlos. Pero aunque las ganas de tener sexo en general son indicadoras de algo positivo, cuando empiezan a dirigir nuestras vidas, pueden estar indicando otros procesos. Cierto embole existencial o algún dolor negado pueden evadirse perfectamente saltando de cama en cama.

Cómo aprovecharlo: aunque esta es una época en la que no es difícil encontrar con quién conectarse de manera animal, también es cierto que no es tan fácil establecer vínculos humanos. Estas etapas son ideales también para probar tu cuerpo de otras maneras: el boxeo o el twerking pueden tener un efecto de descarga mientras te preparás para aventurear.

Así como la calentura 24 x 7 es un exceso de energía disponible, la indiferencia temporal tranquilamente puede deberse a no tener un resto físico para destinar a revolcones. Aunque parezca contradictorio, esto les sucede a muchas mujeres apasionadas con sus vidas. Como la energía es un recurso limitado y todo no se puede, muchas veces terminamos destinando nuestra libido a cosas que hoy y ahora parecen más interesantes. Cuando estás soltera, no hay problema. La cuestión se complica si estás en pareja, es entonces cuando se puede congelar el rancho.

Cómo aprovecharlo: tomá esta etapa para poner foco en las cosas que más racionalidad necesitan de vos. Estos momentos son ideales para concentrarse en actividades intelectuales y de organización que requieran claridad mental. Si estás terminando una carrera, pagando deudas o en un proyecto, es entendible. Son etapas.

Existen muchas razones para entrar en etapa de congelamiento. Si no hay causas orgánicas, los duelos y las heridas internas son las más comunes. Cuando estás triste, decepcionada o muy golpeada por algo, la evasión suele tener un propósito concreto. Toda esa energía que te ahorrás al evitar el contacto con posibles amantes la destinás a procesos psíquicos de reconstrucción. Necesitás rearmarte, curarte, ponerte fuerte para volver a salir. En estos casos, la distancia con otros, sobre todo desconocidos, se impone, no se elige, y es sana.

Cómo aprovecharlo: respetando tu necesidad, y esto va más allá de estar o no en pareja. Forzar las situaciones sexuales cuando realmente no son genuinas puede provocar aun más desbalance. Quienes saben aseguran que las alarmas solo deben encenderse cuando se supera el medio año de indiferencia total. Si no, no hay nada de malo en guardarse un poco.

Expertas consultadas: Lic. Patricia Faur, psicóloga; Lic. Silvina Valente, sexóloga; Dra. Marta Rajtman, sexóloga.

Agradecemos a La Braga, Caro Cuore, Sweet Victorian, Manola y Ema Hill su colaboración en esta nota.