Chino Leunis: “El romanticismo de las rosas y la caja de bombones es un cliché”

Cultor de la vida sana y perseguidor de alternativas diferentes para rescatar lo clásico sin caer en los clichés. Nos encantó conversar con Chino Leunis.

R: El romanticismo está presente en mi vida, yo soy un tipo romántico, pero desde una concepción absolutamente personal, dándole un toque especial a lo cotidiano. El romanticismo de la caja de bombones y las rosas me parece re cliché. Además, vengo de hacer el programa Románticos en radio y sentía que quería dejar esa isla y meter velocidad total, pero yéndome para alta mar, no quería volver al muelle del romanticismo y la sensibilidad.

R: Estoy aprendiendo a dejar la estructura binaria, de una cosa o la otra. Busco terceras alternativas; después de haber experimentado maravillosamente en lo romántico y en el hardcore, encontrar un lugar nuevo generado por la experiencia. Me parece que esa es la clave, cuando empezás a vivir la vida de esa manera, te das cuenta de que te podés nutrir de todo y que es mucho más sano y menos angustioso.

R: Yo creo que soy un poco así, y considero que lo nuevo siempre viene de lo clásico; Londres es la ciudad que más me gusta del mundo, donde lo clásico y lo vanguardista conviven de una forma impecable. Cuando pienso cómo quiero ser como conductor, me acuerdo de Héctor Larrea, Berugo Carámbula, Leonardo Simons. Yo nací en el 80, pero tengo una memoria muy enferma de la tele. Es como ser músico y escuchar a los Beatles para hacer música nueva. Confío también en el devenir de las cosas y en darles calidad a los presentes.

R: No, dejé la radio porque sentía que no estaba teniendo lugar para absorber cosas nuevas. Pero es cierto que en ese momento había muchos días en los que llegaba a casa y Delfi estaba durmiendo y me iba a la mañana y seguía durmiendo. Entonces, usábamos un código que habíamos leído en un libro: le hacía un nudo en la sábana para que supiera que yo había pasado a saludarla. Porque muchas veces le decía: "Viste que papá te vino a dar un beso", "no, no me acuerdo, papi", y yo me quedaba con una culpa... Así, ella sabía que yo había pasado. Cuando dejé la radio, empecé a comer en familia, no era común, yo no estaba en mi casa jamás.

R: Es el momento en que tratamos de conectarnos nosotros, ver cómo fue el día, generarle a Delfi el hábito de que deje el iPad y que compartamos un ratito.

R: El humor es fundamental. El matrimonio es un arte real. Es un trabajo constante, artesanal, continuo, de generosidad y de entrega total... y no es fácil. Hay veces que somos la pareja más feliz del mundo y otras que nos miramos y decimos: "¿¡Cómo fue que...!?". Gracias a Dios, son más las veces en que el balance da positivo.

R: Ahora lo dejé de hacer. Para desarmar la esfera de idealización. Hay personas que me dicen: "Qué buen marido que sos, qué lindo lo que le escribiste", y por ahí no estás pasando un buen momento. Las redes forman parte de una estructura distorsionadora. Y ahí decís: "Dejémoslo para nuestra intimidad".

R: Me dio oxígeno en todos los sentidos, me oxigena la mente, la rutina, me oxigena de este mundo avasallador de la televisión. Correr me vuelve a poner en el lugar que necesito. Entreno con amigos de toda la vida, con quienes ahora tenemos charlas que antes no teníamos, ¡porque lo que se charla corriendo, queda corriendo! Es directamente una medicina. Algunos necesitan Rivotril, yo corro.

R: Hice el primer nivel, me gustaría seguir profundizando. Ahora no tengo tiempo para hacerlo, pero me hago reiki a mí mismo. Cuando vuelvo muy pasado, me pego una ducha, me hago autoreiki y me duermo. No es que uno tiene un poder ni nada. Es energía, uno es un canal, una manguera, te estás brindando hacia el otro, solo tenés que estar dispuesto. •

Agradecemos a M.I.A. su colaboración en esta nota.