Crónicas masculinas. Clase de alemán
Verstehen Sie?, pregunta la profesora de alemán trotando por el aula y apuntando con el dedo índice. No, no comprendemos. "Das ist geradeaus", clama, mientras salta antes de emprender otra vez la carrera. ¿Geradeaus significará mujer a punto de perder el tren o, simplemente, a toda marcha? Ella, que es tan flexible con su cuerpo, es inflexible con sus principios didácticos: ni una sola palabra española en clase.
Gracias a Dios que es joven y está bien formada, porque exhibe su notable vitalidad: baila, mete un ace sin raqueta, sacude la cabeza, frunce la nariz. Y así vamos aprendiendo a admirarla, aunque admito que nuestro posible dominio de la lengua se diluye al contemplar su belleza.
Esta semana le tocó explicar el paso de la noche al día, el complejo proceso del despertar, saltar de la cama y partir temprano rumbo al trabajo. La vimos ponerse en pie (stehen auf), sacudirse la modorra y aprontarse (gehen los), treparse al colectivo (steigen ein), bajarse (steigen aus), y si bien es probable que olvidemos muy rápido estos términos juraría que nunca olvidaremos su actuación soberbia.
¡Jamás te permitas caer en la tentación, oh, profesora! ¡Que no te pervierta Cervantes, sigue moviéndote pedagógicamente de ese modo! Así explicada, la lengua de Goethe cobra el encanto que perdería al traducirla: no te detengas. Y si decae tu espíritu al ver que la clase no avanza, no es que esté fallando el método: es que queremos que lo repitas una y otra vez.
Para fijarlo mejor, ¿comprendes?
(*) Jefe de Notas Especiales
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