Cómic adulto, cuando las viñetas se ponen serias
Lectores que retoman el hábito por las historietas con una oferta de alta densidad y muy alejada de los superhéroes
Contraculturales y literarios; ciencia ficción, costumbrismo hardcore y genios de la ilustración. Los lectores adultos de cómics están siempre agazapados esperando la última creación de sus autores preferidos. Y lo que sigue es una guía posible para no dejar pasar la oportunidad de la Feria del Libro para ponerse al día.
Sucede que esta industria cultural asociada a veces a una tribu de frikis desde hace tiempo encontró en personas de entre 30 y 45 años, la mayoría reincidentes, nuevos interesados en comprar grandes volúmenes de culto, con ediciones y encuadernaciones de lujo. Hace tiempo que este género no es algo exclusivo de los chicos y que resulta cosa seria.
En la Feria puede vérselos rondar a estos hombres y mujeres por los stands de La Revisteria o Moebius, entre otras tiendas especializadas, con cara de expertos pescadores de completar su colección, hallar novedades o el "libro objeto" que adquieren por su belleza ilustrativa. Grant Morrison, Alan Moore, Robin Word, o el gran Robert Crumb son seguramente parte de esa lista que llevan anotada en un papelito en el bolsillo. Pero hay mucho más.
Una joya, que Alejandro Viktorin, experto de La Revisteria, toma entre sus manos es Píldoras a zules, de Frederik Peeters, un autor francés que plantea una dura historia de amor entre un hombre que debe acompañar a su mujer con sida. Luego pasa a No me dejes nunca , del noruego Jason, con unas ilustraciones minimalistas ambientado en el París del veinte, donde conviven personajes como James Joyce, Scott Fitzgerald o Ernest Hemingway. "Esto es para gente con cultura... cada vez hay más público adulto que se vuelca al cómic como una nueva forma de literatura; muchos en su juventud consumieron historietas y, ahora, vuelven con más información y mejor económicamente", cuenta Viktorin. Los buenos libros de cómic de autor van de los 110 a los 250 pesos. El recorrido de recomendaciones sigue con el francés Guy Delisle y su nueva obra, Shenz hen, que narra, por ejemplo, las complicaciones de montar un estudio de animación en China con un estilo autorreferencial. Entre los estantes del stand aparece Correspondencias de Crumb 1958-1977 titulado: Tus ganas de vivir me horrorizan . Es un compendio de la genial y excéntrica personalidad de este autor de culto norteamericano. A su lado, otra maravilla para fanáticos: la antología de American Splendor, de Harvey Pekar. Y más allá, Locas , de Jaime Hernández, un autor californiano que formó parte del mítico fanzine punk americano de los ochenta, Love & Rockets.
"De chico me gustaban las historietas y volví a retomar ahora primero con las descargas de Internet, pero algunas cosas me gusta tenerlas en papel; hoy hay excelentes autores, aunque son difíciles de conseguir", dice Pablo Bargiela, de 33 años. "Entre mis amigos tenemos el gusto común por el cómic y el que piensa que es sólo superhéroes es porque nunca leyó nada", agrega.
Moebius arde. Se trata del stand de uno de los negocios especializados en libros de cómics más relacionados con las tendencias e ilustraciones. "Hay una nueva oferta de mercado que había desaparecido, que tiene que ver con la tendencia de la autoedición y el fanzine , pero con ilustradores conocidos y temáticas diferentes", cuenta Martín Ramón, encargado de Moebius y una de las personas que más conoce del género. En esta línea más relacionada con la plástica muestra el libro fascinante del italiano Lorenzo Mattotti, basado en Hansel y Gretel . También muestra la obra del argentino Santiago Caruzzo, que utiliza el esgrafiado, y Vete al diablo, de Federico Lamas, un libro que trae una diapositiva en magenta con la cual se observan los dibujos de su pequeño libro y aparecen nuevas formas. También el nuevo de Mario Levrero, Caza de conejos , con ilustraciones entre vintage y modernas. "Todo el público es de 25 años para arriba, mucha gente relacionada con las artes plásticas, con el cine o la publicidad", grafica.
En el stand de Moebius, las firmas de los autores de libros son un acontecimiento diferente. Allí pueden congregarse el músico punk Carlos "boom boom kid" Rodríguez, que editó su libro, Mi pequeña colección de fanzines . Precisamente entre los recomendados a la venta está el compilado de Resistencia , el fanzine argentino contracultural más importante de los ochenta. Al parecer, todo lo que tenga que ver con el punk está de moda en ciertos círculos.
"Entré a la Feria y vine directamente a estos stands, el resto no me interesa mucho... Soy lector, pero para nada fanático de las historietas. Me gustan los libros en general y noto que estoy buscando cosas diferentes y mis referencias generacionales con el cómic están alejadas", confiesa Emiliano, de 37 años.
En realidad, desde la década del sesenta cuando comenzaron a publicarse historietas con ambiciones literarias y dirigidas a un público no juvenil, los lectores respondieron bien, aunque luego esa efervescencia declinó con la desaparición de los medios que publicaban a muy bajo costo esas historias.
"Lo que antes eran revistas o fanzines hoy son objetos de colección. Si bien se editan autores nacionales, hay mucha demora para importar libros de afuera y eso va en detrimento de la culturización de un segmento de lectores que busca otras formas de pensamiento; muchos consumidores de cómic son profesionales que buscan referencias estéticas para el cine o la publicidad", explica Viktorin, acerca de las restricciones a las importaciones.
Más leídas de Lifestyle
"Repugnante". Un médico reveló lo que nunca hay que hacer al tirar la cadena del inodoro
Fantasmal. Así está hoy en las profundidades el espeluznante avión que confundieron con el vuelo de Malaysia Airlines
“Te quita cultura, pero te da trabajo”. Tras divorciarse decidió irse un tiempo, 10 años después vive en un país de oportunidades