Cómo contar la historia y no aburrir en el intento
Felipe Pigna es el historiador con mayor llegada a los jóvenes. Sus libros están entre los más leídos. Mientras prepara un ciclo para la TV con Pergolini, se ataja: "Yo no me siento de moda"
En las reuniones con amigos siempre hay alguien que llega y le dispara las preguntas del millón: "Che, ¿al final Belgrano era homosexual?" "San Martín tenía muchas minas, ¿no?" "¿Había o no paraguas el 25 de Mayo de 1810? Aunque el chusmerío histórico no le interese en lo más mínimo a Felipe Pigna, de 46 años, no por llevar el título de historiador se ve inhabilitado a responder esos y otros detalles que, en verdad, luego dirá que sí conoce.
El profesor Pigna no es un historiador de aire circunspecto y formal, de moñito. Tampoco fue el adolescente serio y desgarbado, el típico ratón de biblioteca que se tragaba todos los tomos de Historia Argentina y que hablaba más de batallas que de discos de rock. Bueno, tampoco es un zafado que ridiculiza a los bronces porque sí y desagravia a sus enemigos historiadores más conservadores (aunque tiene varios y sí los desafía, pero con altura).
Hoy Pigna pisa los medios con holgura, sin por eso tampoco subirse al vértigo vaciado de contenido. Es el historiador que mejor llegada tiene al público en general, y especialmente a los jóvenes que buscan otro acercamiento a la historia. "Hay chicos de 14, 15 años que me dicen: «Tu libro fue el primero que leí en mi vida»."
El profe mediático
Pigna es multimedia. Conduce un programa de entrevistas en Canal 7 ("Vida y vuelta"); es consultor permanente en el programa de radio "Cuál es", el que conduce Mario Pergolini; dirige el sitio en Internet www.elhistoriador.com.ar; su libro "Los mitos de la historia argentina 2" está tercero en el ranking de ventas (80.000 ejemplares vendidos); Planeta está a punto de publicarle otro: "Lo pasado pensado" (recorrido por los cincuenta últimos años de la historia nacional). Los miércoles de noviembre saldrá por Canal 13 con el programa "Algo habrán hecho", que fue idea suya y de Pergolini: cuatro largometrajes de reconstrucción histórica que recorren la Argentina de 1806 a 1852. Y estuvo a punto de ser candidato a diputado en la lista junto a Rafael Bielsa. Pero no, rechazó la propuesta del presidente Kirchner.
"Yo no me siento de moda -dice por teléfono desde su casa mientras escribe su nuevo libro-. Deseo profundamente que esto no sea una moda. Ojalá que la gente se siga interesando por la historia y que entienda que es una materia instrumental que puede servirle mucho para su vida, para comprender la política, para entender lo que pasa." Cuenta que de chico le apasionaba la historia de Egipto y sus pirámides. Pero que se interesó por la historia argentina en quinto año. Al repasar su propia historia cuenta que entró en 1972 al Nacional N° 6, con el gobierno de Lanusse. Y que salió en 1976 con el de Videla. "Viví la efervescencia estudiantil. Yo militaba en la UES y con mis compañeros tomamos el colegio, echamos al rector y elegimos otro. Todos teníamos interés por la política y esto hacía que las clases de historia fueran muy divertidas; se daban verdaderos torbellinos de ideas. La profesora Elvira Giacometti nos hacía pensar preservando la vida de todos. Pero tuve muchos compañeros desaparecidos."
Como profesor, Pigna dice que es absurdo la cantidad de tiempo que se le dedica en el secundario a la enseñanza de asirios y caldeos o a la historia antigua y medieval. "Trataba de darle menos importancia a esas culturas que no tienen nada de relevante y apurar a llegar a Grecia y Roma, que sí tienen que ver con lo que será después la formación del Estado argentino."
La tan pedida "objetividad histórica" no le mueve un pelo. "Es un tema superado en el mundo serio de la academia histórica -explica-. Lo que hay que demandarle a un historiador es honestidad porque cualquier relato, ya sea periodístico, político o histórico, es subjetivo. Y nuestra tarea es la interpretación de esos hechos. Lo que no hay que hacer es cambiar documentos, tergiversar hechos, negarle al lector la posibilidad del contraste."
Aquel amigo en la fiesta sigue esperando la respuesta a la pregunta del millón: "Sí puedo decir certificadamente que Belgrano no era homosexual y que tenía una vida bastante interesante con el otro sexo. Que San Martín tenía sus chicas. Pero la vida de los bronces no se humaniza con estos datos, sino con sus preocupaciones humanas. «Lo que no me deja dormir son las alturas de esos montes que estoy por cruzar», dijo San Martín, no un superhéroe, no un superhombre, sino un tipo con una voluntad extraordinaria, que tenía las mismas dudas que nosotros".
Lorena García
Amores y odios
Próceres que le caen "simpáticos" e historiadores que no
- Con Felipe Pigna en el horizonte muchos dicen que, más allá de diferencias ideológicas, es el nuevo Félix Luna. "El me critica, pero yo lo respeto -dice-. Félix abrió un espacio interesante con su revista Todo es Historia. A veces dice cosas absurdas de mí sin haber leído mis libros. Mariano Grondona es el último crítico que tengo. Pero que se enoje él me parece fantástico. Siento que cumplo con mi rol y que con mis ideas molesto a la gente que tengo que molestar."
Entre sus próceres favoritos: Belgrano, Moreno, Castelli. Los que no: Roca y Rivadavia.
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