El editor, poeta y cantante Francisco Garamona presenta Gusanito, mucho gusto una relectura del emblemático disco del artista plástico y cantautor Jorge de la Vega, a casi cinco décadas de su edición original.
“Un día, hace más de 10 años, en la casa de mi amigo Alan Courtis estábamos centrados en todas las rarezas discográficas que él atesora escuchando vinilos mientras caía la tarde y el desempolvó un ejemplar del disco de Jorge de la Vega y lo montó sobre el plato giratorio de la bandeja y con sus primeros sonidos yo me sumí en un mundo de sueños muy profundos de los que recién ahora, al hacer ésta versión de sus canciones, puedo despertar”, dice Francisco Garamona, poeta, cantante y factótum de la editorial Mansalva. Se refiere a Gusanito, mucho gusto, su flamante relectura de las canciones que Jorge de la Vega (1930-1971) editó en El gusanito en persona, su disco de culto editado en 1968. Se trata de la veta musical de uno de los artistas plásticos del grupo de la Nueva Figuración (integrado también por Luis Felipe Noé, Romulo Macció y Ernesto Deira) que sacudió el arte argentino a comienzos de los 70.
Entre 1968 y 1970, de la Vega presentaba sus canciones en conciertos generalmente en galerías de arte o café concerts, muchas veces rodeado de sus pinturas. Pensaba que la música era el medio más efectivo para llevarle su mensaje a la sociedad, especialmente a los jóvenes.
“Yo nunca había hecho un cover en mi vida”, explica Garamona, que asumió este proyecto saliendo de esa zona de confort que habían sido, hasta aquí, sus propias composiciones. “Así que, como te imaginarás, me costó mucho. Pero hice el trabajo de volver propias estas canciones”.
¿Cómo surgió la idea inicial de revisitar todo el disco en el mismo orden que había sido editado originalmente a fines de 1968?
En principio porque el orden que le dio de la Vega a las canciones es perfecto. Este disco es una obra conceptual y por lo tanto generar cualquier cambio afectaría su equilibrio. Cuando lo escuchamos para hacerlo nos dimos cuenta con mis amigas y amigos de que debería ser así. La idea original para tocarlo surgió de una invitación que nos hizo (el periodista y crítico) Fernando García que estaba llevando a cabo un homenaje de la obra musical de de la Vega en el Malba. Entonces en tres o cuatro ensayos sacamos todo el disco y hacia allí fuimos felices con Juan Ravioli, que es el director musical del proyecto, Fernando Pereyra en guitarra, David Fernandez en batería y Javier Barilaro en Theremin. Ese fue el núcleo inicial al que después, a la hora de grabar el disco, se sumaron muchos amigos y amigas para conformar algo así como la orquesta de la simpatía y el delirio.
La edición encierra dos grandes aciertos. Uno, que haya sido lanzado en vinilo. Otro, que la portada sea de los Mondongo. ¿Cómo tomaste la decisión de lanzarlo en vinilo?
A la hora de encarar esta obra siempre nos pareció que el vinilo era el mejor formato. Y además como Metamúsica, el sello de Ulses Conti con el que estoy publicando mis discos empezó a editar en este formato, la idea se caía de madura como una pera colgando de una rama al alcance de las manos.
¿Y por qué les encargaste a los Mondongo la portada?
Con Mondongo (Juliana Laffitte y Manuel Mendanha) tenemos un contrato artístico basado en el amor y la amistad y desde hace un tiempo ellos vienen haciendo todas las tapas de mis libros y mis discos, lo cual para mi con Mondongo es como un sueño ya que los admiro locamente.
El productor del disco fue Juan Ravioli, que también (junto con Ulises Conti) había producido Los sentimientos, tu anterior álbum. ¿Cuál fue el criterio de producción para este disco? ¿Fue un proceso de largas conversaciones? ¿Implicó instancias de reflexión distintas a las necesarias en un álbum de canciones propias?
Sí, pensamos mucho e hicimos más. Era muy lindo ver como el pensamiento iba de unos a otros y volvía transformado. Juan Ravioli es un genio y poder trabajar con él ha transformado mi vida. A éste álbum lo hemos encarado como uno propio porque la única forma de hacerle justicia a lo ajeno es poniéndolo dentro del corazón. La sangre de la Vega corrió por nuestra sangre y a veces se transformó en vino y entrechocamos nuestros vasos con forma de calaveras brindando por la magnificencia de su música.
El crítico Sergio Pujol sostiene que de la Vega estaba convencido de que sus canciones podían contribuir a cambiar el mundo. “Su canto no fue frívolo”, escribió. “Su posición no fue cínica, sus medios no fueron ingenuos. Componer e interpretar canciones lúdicas y atrevidas fue su manera final, su action painting musical. Estaba convencido de que la canción como forma artística era un despertador de conciencias más poderoso que la pintura.” ¿Adherís a esta idea?
Entiendo la postura de de la Vega pensándola desde los instantes cruciales de su época donde la vida todavía era posible de transformar. Hoy por hoy esas batallas ya han sido perdidas o ganadas, por lo cual nosotros podemos tocar una pintura o pintar una cancion, porque ya casi no hay diferencia entre las artes. Nuestra civilización, desde la época en que este álbum fue lanzado, ha retrocedido muchísimo y cuando caminamos por la tierra nos damos de cuenta estamos pisando los huesos de millones de jóvenes que lucharon por la libertad y la igualdad concentrando los poderes del arte y la imaginación. A todos ellos también queremos homenajear aquí para decirles que están vivas, que su deseo y sus ansias siguen presentes, aun en este mundo de tristezas de oprobio.
Previamente, algunos artistas contemporáneos habían revisitado a de la Vega. De Leo Maslíah, que grabó a un disco, hasta Viajantes, el grupo de Dacal, Barbieri, Onís y Jacinto, que hicieron una versión de “La Hora de los Magos”, con notables del rock nacional. ¿Tuviste en cuenta esas otras aproximaciones a la hora de definir tu relectura del disco?
Me fui enterando de ellas a medida que hacía el disco y salvo la de Viajantes, porque somos amigos con Dacal, las otras no tuve oportunidad de escucharlas. Creo que estoy a tiempo todavía.
El año que viene se cumplen 50 años de la edición del álbum. ¿Cómo medís la vigencia de esas canciones medio siglo después de haber sido publicadas originalmente?
Estas canciones son maravillosos frutos de una inteligencia superior. El arte cuando es Arte nunca pierde vigencia. Las pirámides de Egipto se están fabricando mañana, y una canción, mientras pueda calentar el corazón de un hombre o una mujer casados, es porque están naciendo todavía.
Francisco Garamona, junto a La Orquesta Aleatoria, presenta Gusanito, Mucho gusto, mañana miércoles 1 de noviembre en La Tangente, Honduras 5317. A las 21.