Como todos los años desde que había cumplido 30, Debora Percowicz (48) no faltaba a sus controles de rutina. Ecografía mamaria, mamografía y resonancia magnética formaban parte de los exámenes que se realizaba en forma peródica. "Me habían punzado dos veces las mamas para estudiar unos nódulos que habían aparecido. Y, si bien siempre los resultados habían sido positivos, me pesaba convivir con eso. Con 37, mi mamá había fallecido por cáncer de mama cuando yo tenía menos de 3 años. Y mi hermana, que es once años mayor que yo, había tenido dos episodios de la enfermedad, también a sus 37 y luego a los 42 años. Se tuvo que operar varias veces, hacerse radio y quimioterapia y yo la acompañé en ese proceso".
Pero cuando cumplió 42 y superado el fantasma del cáncer que se había hecho carne en su madre y hermana, su mastólogo le comentó que existía un estudio genético (el BRCA 1 y 2: Breast Cancer 1 y 2) que detectaba la probabilidad de tener cáncer de mama y ovarios de origen genético. "Como yo contaba con una alta carga genética, estaba dentro del grupo de riesgo. El estudio es un simple análisis de sangre, pero el resultado tiene una carga emocional importante. Previa entrevista con una genetista y acompañada por mi tía fui a sacarme sangre en mayo de 2012. Como soy optimista en la vida, estaba convencida de que iba a ser negativo y entonces no me apuré en ir a buscar el resultado".
Pasaron los meses y Debora sabía que tenía una deuda pendiente con aquel estudio. Con el invierno y finalmente decidida a saber más sobre su salud, también llegaron las malas noticias. "El resultado había sido positivo. Quedé en shock. No me lo esperaba. El médico me dijo que tenía tres opciones: hacerme estudios cada seis meses (yo me los venía haciendo y no me dejaba tranquila), tomar tamoxifeno, un medicamento que se emplea como terapia complementaria para el cáncer de mama (es como una quimioterapia gradual y crónica) o sacarme las mamas y los ovarios. Entiendo que todo análisis es estadístico, pero yo no quería jugar con las estadísticas y opté por la tercera opción".
Todo se dio muy rápido. Por su propia historia Debora siempre había sabido salir adelante sola y tomar decisiones importantes sin aturdirse en el proceso. "Le conté a mi entorno más íntimo y, reconozco que muchos quedaron asombrados y dudaban de mi decisión drástica. Pero yo estaba segura: no quería vivir pendiente del cáncer y necesitaba sacarme esta estadística de mi cuerpo. Supongo que el haberme quedado sin mamá a los tres años me hizo fortalecerme. Siempre digo que soy una mujer fuerte que llora, porque lloro un montón de emoción, pero al mismo tiempo me siento fuerte. Además sentía que si no me cuidaba yo, no me cuidaba nadie".
El 6 de noviembre de ese año Debora se sometió a una doble mastectomía profiláctica, es decir, le sacaron las dos mamas y, en su lugar, colocaron prótesis. "Recuerdo que entré a la sala de operaciones y había nueve personas. Sentía frio, temblaba y trataba de pensar en cosas lindas. El cirujano, las enfermeras, la instrumentista, el anestesista, todos me trataron dulcemente y con cariño". La recuperación fue lenta. Por 15 días casi no pudo mover los brazos y por 45 días no pudo correr.
"Yo estaba anotada para correr los 100k del Cruce de los Andes con una muy amiga, y no le podía fallar. Nos habíamos inscripto antes de que me hiciera el genético, y yo le aseguré que iba a poder correrlo. Y eso fue lo que me ayudó a mantenerme motivada para salir adelante". Tachaba los días en el calendario, hasta que llegó el 20 de diciembre y pudo retomar la actividad, prepararse para cumplir con su promesa y en febrero del año siguiente llegó a la meta abrazada con su compañera Mercedes.
Pero el camino hacia el bienestar no había terminado, todavía quedaban los ovarios. De modo que al mes siguiente, entró a quirófano nuevamente para cumplir con lo que había conversado con su médico. "Estaba nerviosa pero tenía tranquilidad por otro lado. Ya no pensaba tener más hijos. Fui mamá de Caty y Natu a los 24 y 26 años respectivamente, así que a los 42 me sentía satisfecha en ese aspecto".
2012 fue para ella un año de aprendizajes en todo sentido. Descubrió que no era infalible y mucho menos la mujer maravilla que pensaba que era. Además entendió que debía aprender a convivir con la idea de que había venido con algo que necesitaba arreglar y que era absoluta responsabilidad de ella hacerlo. "Hoy después de varios años descubrí una valentía en mi que no sabía que tenía. Y esa aceptación sobre algo nuevo vino a través de la mirada de los demás porque cuando decidí operarme yo simplemente hice lo que sentí que tenía que hacer".
La voz del especialista
La Dra. Mirta Lanfranchi (M.N. 41.304) es médica especializada en diagnóstico por imágenes de DIM Centros de Diagnóstico y en este audio explica en qué consiste una mastectomía y cómo se realiza.
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