Con el sex coach, ahora el placer también se enseña
Surgieron en Nueva York y, con diversas modalidades, llegaron al país para reeducar la intimidad de las parejas
En muchos años de matrimonio, Susana jamás había tomado la iniciativa para hacer el amor con su esposo. Destacada obstetra, madre de dos hijas, tenía -y tiene-un vínculo de profundo amor hacia él y un pasado sexual también esquivo con él.
Por su "divorcio" con su propio deseo, tres años atrás, fue él quien la llevó a consultar a una sex coach . El marido la eligió porque la especialista ejercía su práctica de forma integradora: era una sexóloga, psicóloga y psicomotricista que abordaba la problemática sexual con una metodología muy antigua, pero novedosa, y que cambió radicalmente la sexualidad de Susana: impartía talleres vivenciales y grupales de prácticas tántricas.
No es un mito. Menos una humorada: surgidos en Nueva York, desde hace un tiempo los sex coaches también existen en el país y despliegan su trabajo silencioso de reaprendizaje sexual para solucionar muchos dilemas de la intimidad. Ellos proclaman que el repertorio del amor también se aprende. También que no se desea lo que se desconoce.
Su metodología exalta la asimilación del trabajo práctico grupal y vivencial por sobre los conocimientos teóricos. La mayoría son sexólogos clínicos que se valen de una multiplicidad de saberes para asumir un rol proactivo como docentes sexuales. Pueden utilizar técnicas orientales milenarias, como las posturas y los ejercicios del sexo tántrico, el repertorio del Kamasutra, métodos de respiración y meditación hinduista, y hasta protocolos más modernos como la fórmula Karezza, basada en un prolongado contacto físico con la pareja.
En un marco profesional de respeto y seriedad, los talleres grupales desbordan de participantes que buscan mejorar su vida sexual.
"Enseñamos a redescubrir el encuentro sexual como un rito integrador de lo físico, emocional y espiritual y como una forma también de honrar al amor", explica el psiquiatra y sexólogo Adrián Sapetti. Hoy, junto con su colega sexóloga y médica especialista en obstetricia y ginecología, Olga Marega, se embarcarán en un workshop de seis horas destinado a parejas e individuos que indagará sobre los principios del Tantra y el Kamasutra.
"Se trata -dice- de explorar la sexualidad desde otro lugar y enseñar el placer como fuente de hedonismo, energía y contacto. Por el estrés, por la máscara de lo virtual, pero también por muchos otros motivos, es grande la dificultad que vemos hoy, sobre todo en el varón, de 35 a 55 años, de lograr una auténtica conexión. Por eso creamos estos talleres, que les brindan también una apertura distinta a las parejas con muchos años de convivencia."
En realidad, confía Sapetti, la práctica vivencial no es nueva. Nació con los encuentros gestálticos de la Escuela de Palo Alto y las experiencias emocionales correctivas en los años 60 y 70, que luego en el país fueron perseguidas por la dictadura.
"La gente llega a los cursos con miles de fantasías erradas, que yo me encargo de entrada de desterrar", cuenta Olga Tallone, la sexóloga y coach de Susana. Tallone es además investigadora, docente y fundadora del Tantra Club.
"Piensan que van a trabajar desnudos, que habrá sexo grupal o intercambios swinger -enumera Tallone-. Yo les explico que lo que enseño es a saber comunicarse sexualmente y a tener autoconocimiento del propio deseo. Porque ser un superamante significa, sobre todo, registrar las señales del otro."
Según Tallone, la sexualidad en Occidente se ciñe a lo genital, mientras que en Oriente el sexo es, además de sagrado, una forma de evolución. Como sexóloga clínica y coach ahondó en el Tantra, "un culto ritual no eyaculatorio", porque es una ceremonia de encuentro. Un "estado de absoluta entrega que integra lo erótico y lo afectivo, libera a la pareja de la posesión, para lograr la verdadera unidad espiritual".
"En los encuentros tántricos se enseña a respirar a tiempo y a contratiempo con el otro, a meditar con el otro, y a acariciarse en el cuerpo del otro. El papel del hombre se resignifica y nadie se queda afuera porque se trata de despertar lo mejor y de dar lo mejor", describe Tallone. Y afirma que "la gente está harta de tener sexo y no sentir nada, porque el sexo está desacralizado".
En sus ejercicios, la mujer es siempre la que inicia el ritual y el varón debe responderle en el mismo nivel de intensidad. Ése es el eje del aprendizaje, que en los ejercicios grupales promueve la rotación de compañeros, de manera de enfrentarse a distintas intensidades y energías, y así profundizar la intuición.
Agobiado por el trabajo e histérico con el resto del mundo, la vida de Carlos, un ingeniero civil de 52 años, casado y con tres hijos, se asemejaba bastante a la de un ser alienado por el hartazgo. "Era yo contra el mundo y eso, sin duda, también impactaba en mi sexualidad", cuenta a la nacion, minutos antes de una cita semanal impostergable para él: su entrenamiento tántrico con su coach .
Primero con curiosidad, luego con escepticismo y una mezcla de altas expectativas, el rito iniciático mutó rápidamente en una disciplina espontánea. "Como sabés que podés llegar a volar, una vez que lo descubrís no lo dejás", explica. "El placer siempre es distinto y se puede extender las 24 horas. Es como un estado espiritual de balance divino que trasciende lo sexual y contagia tu vida. Pero para llegar ahí, alguien te tiene que guiar."
El estrés y la adrenalina son los principales enemigos del sexo, explica Sapetti, y afirma que el entrenamiento tántrico ayuda a contrarrestar muchas disfunciones sexuales. Hoy la principal causa de consulta en ambos sexos es la falta de deseo, señala. Le siguen la eyaculación precoz y la anorgasmia, para las cuales el Tantra también es útil.
"Hoy, la verdad, soy otra persona -revela Susana-. Mi sexualidad cambió radicalmente. Venía de un ámbito familiar alemán donde lo afectivo pasaba a un segundo plano; lo importante era lo laboral. Superado mi impedimento físico, el entrenamiento me fue mostrando otras dimensiones para sentir. Son todas sensaciones muy hermosas que enriquecen en el contacto con el otro."
El marido de Susana, cuenta ella, nunca la acompañó a las clases. Y ella, además de su coach , sumó la complicidad, respetuosa y genuina, de un compañero tántrico, con el que comparte los procesos de exploración. "El que no conoce, porque nunca se animó a bucear en los sentidos y porque la disciplina ha sido por demás bastardeada, se imaginará cualquier cosa que no es", se ataja Susana. Y con voz suave y firme, sentencia: "Hoy mi sexualidad y mi vida, en distintos niveles, viven en la alegría del encuentro".
La búsqueda de una sexualidad superadora
Tántrico
El aprendizaje de las posturas y ejercicios del Tantra, así como del Kamasutra, son parte de los talleres más populares.
Otras técnicas
También se enseñan métodos modernos y menos conocidos como el Karezza, basado en un prolongado contacto físico en la pareja.
Desde Manhattan
Allí son una moda, aunque menos profesionalizados.
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