"¿Va a tardar mucho más lo que pedí? ¿Por qué no terminás el secundario y hacés algo de tu vida?", le decían a menudo a Soledad Bravo (28) en el bar donde trabajaba en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe. Pero ella simplemente sonreía y se mantenía ocupada. El maltrato y los comentarios peyorativos sobre su ocupación eran moneda corriente en ese ambiente. Lo que nadie imaginaba es que detrás de la moza que se mostraba siempre simpática, había una joven con grandes ambiciones y dos títulos bajo el brazo.
"Durante el tiempo que trabajé ahí escuché de todo: personas con estudios y bien formadas, tratándome mal por ser moza; otras me recomendaban de muy mala manera que terminara mi secundario y muchas cosas más que hoy me dan risa, pero que en su momento me afectaron mucho internamente". El camino que había recorrido había sido largo y lleno de obstáculos, pero nunca había bajado los brazos.
Con tan solo diez años, la crisis política, económica y social que atravesó la Argentina en 2001 la marcó profundamente. Los ruidos en las calles del barrio, las corridas, las brutales imágenes que transmitían los noticieros en la televisión la dejaron paralizada. "No lograba entender porqué la gente saqueaba los supermercados, porqué la represión y los golpes y nadie frenaba la situación. Mis padres no sabían explicarme qué sucedía, ellos iban a trabajar a la heladería donde aún son empleados y volvían a casa, sin mucho más para decir".
Los años pasaron y cuando Soledad tuvo que decidir qué iba a estudiar, supo que esa curiosidad y necesidad de comprender la realidad planteada en el 2001 aún persistía y que era la ciencia política su camino a seguir. En 2009, llena de expectativas, se anotó en la Universidad Nacional de Rosario. "Siendo consciente del sacrificio de mis padres, que a los 8 y 12 años tuvieron que dejar la escuela y sus casas para salir a trabajar con el único fin de ser alguien en la vida, sabía que tenía que trabajar para, al menos, pagar mis gastos de la universidad y que ellos no tuvieran esa carga".
Dar forma
Trabajó informalmente tres años. Mientras, aprendió a sobrellevar el cursado y hacerse tiempo para tener algo extra. En ese momento, encontró un curso anual de asistente jurídico, que hizo posible que tuviera su primer y casi único empleo en blanco. Durante los años que estuvo contratada en el estudio de abogados, continuó sus estudios, aunque a un paso más lento y con un cambio a la Universidad Abierta Interamericana, para poder continuar trabajando y estudiar de noche. Hasta que, sin previo aviso, el día anterior a su cumpleaños se encontró desempleada y con la carrera a medio camino.
"Fue un día horrible. Sentía que otra vez tenía que salir a buscar trabajo, decirle a mis papás que iba a precisar de su ayuda y, fundamentalmente, me sentía frustrada. En dos meses, toda la ciudad tenía mi curriculum, pero mi celular no sonaba con ninguna propuesta laboral. Entonces, decidí cursar mis dos últimos años juntos para que valiera la pena no tener trabajo. Fue una locura, vivía en la facultad de 7 a 22 todos los días, pero fue el mejor año de mi vida. Me demostré a mí misma que solo se necesita voluntad y determinación para lograr un objetivo".
En noviembre de 2016 Soledad obtuvo su título como Licenciada en Ciencia Política y defendió su tesis con un 10. Feliz por el logro, salió nuevamente con los cvs bajo el brazo para recomenzar a trabajar. "Pero parecía que era peor, nadie quería contratarme por ser profesional, escuchaba una y otra vez que era mejor que borrara eso de mi presentación. Ante tantas negativas, entré a trabajar de moza en un bar que también funcionaba como panadería".
Fue en esos meses que tuvo que escuchar todo tipo de comentarios sobre su profesión, sus estudios, su vida. Pero ella no dejó de soñar en grande y persiguió lo que queria: investigar. Hizo una maestría internacional de manera virtual en gestión de ongs, gestión de voluntariado y cooperación internacional. También se recibió con un 10, mientras continuaba empleada como moza.
Una aguja en un pajar
Sin embargo, a pesar del esfuerzo y el sacrificio, la sensación de insatisfacción profesional no la abandonaba. "Cada noche me desvelaba buscando becas para continuar estudiando y fue así que encontré un programa de becas de la Organización de los Estados Americanos (OEA) para realizar algún programa de posgrado en Brasil. En un mes preparé todo los papeles necesarios y envié los ensayos para que fueran evaluados. Al hacer el click final, cuando vi el número de solicitud, automáticamente me obligé a olvidarlo porque no podía creer la cantidad de personas que se habían anotado. Yo era literalmente una aguja en un pajar dentro del montón".
Los meses pasaron y un buen día, mientras levantaba tazas y tomaba pedidos, recibió un email en inglés: era una propuesta para comenzar a estudiar lo antes posible en el país carioca. "Cuando leí el email quedé perpleja: la OEA había elegido becarme y la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE) me había aceptado como alumna para realizar el Doctorado en Ciencia Política". Esa jornada en el bar hizo todo al revés. Pero estaba feliz. "En los próximos 15 días, renuncié al trabajo, tuve que hacer una cantidad de trámites increíbles, dejar el departamento donde vivía, mudar mis muebles a la casa de mis papás y reducir mi vida a dos valijas".
Hoy Soledad vive sola y trabaja en Recife, Brasil. "Siempre hay que hacer lo que uno ama. No importa cuánto tiempo lleve, ni las opiniones negativas de las personas, porque la vida es de uno y nadie puede ni debe interferir en nuestros deseos. Sólo se precisa de coraje para cerrar los ojos y salir de la zona de confort. Nadie dijo que sería fácil pero puedo asegurar que haciendo las cosas bien cada día y con humildad se llega a donde uno desee. Los límites no existen, sólo los creamos en la mente". Confiesa que su deseo a futuro, es volver a la Argentina siendo Doctora en Ciencia Política. "Anhelo cambiar la realidad que ciclo a ciclo nos agobia, sueño con una sociedad donde todos tengan la empatía suficiente para mirar al otro con buenos ojos. La educación te vuelve crítico, te hace interesarte por lo que sucede, te hace ver más allá de lo superficial. Y todos somos responsables de ello: los que enseñan, los que aprenden y los que tienen el poder para garantizar la igualdad de condiciones. Sin igualdad no hay educación y sin educación no hay libertad. Y yo voy a luchar por ello".
La voz del especialista
Carola Wober, al frente de CW International Education, es agente educativo calificado autorizado por el gobierno australiano y ofrece servicio de consultoría y asesoramiento a los estudiantes de manera totalmente gratuita. En este audio reflexiona acerca de las ventajas de los estudiantes extranjeros para el país que los recibe.
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