No es sencillito esto de estar desconectada del mundo y tener que hacer minutos en auto para encontrar un poco de wifi disponible. Creo que me estoy reconociendo adicta; apenitas. Supongo que sería más tolerable el aislamiento total con más sol y cosas que hacer y menos tiempo entre manos. No estoy acostumbrada al ocio total. Ayer estuvo de nuevo nubladísimo todo el día y entonces ahí se me va trepando la abstinencia y TENGO que venir y chequear mails, revisar mensajes, contestar algunos. Controlar, bah. No sirvo para la vida ermitaña. Estoy tomada por la vida urbana y mis hábitos de híper controladores. Intentaré domarlos en los días venideros.
A la noche hasta me cuesta dormirme con el silencio sin los ruidos de los colectivos pasando por el frente de casa. Pero el mejor somnífero resultó ser la larguísima caminata que hago todas las tardes, un baño de espuma y algunas páginas del libro que me traje. Cuando me miro la cara por las mañanas juraría que estoy con cara de descanso y hasta unos añitos menos. Je.