Coronavirus: el silencio permite un mejor conocimiento de la fauna marina
En las ciudades, el efecto COVID-19 generó una reducción de la contaminación y le dio un respiro a la naturaleza. Ahora, los expertos aseguran que la reducción de ruidos en el espacio submarino también puede ser una buena noticia para las ballenas y otros mamíferos acuáticos.
Después de examinar las señales de sonido submarino en los laboratorios de Ocean Networks Canadá, cerca del puerto de Vancouver, los investigadores encontraron una significativa caída en los estímulos auditivos de baja frecuencia asociados con el movimiento de los barcos.
David Barclay, profesor de oceanografía de la Universidad de Dalhousie y autor principal de un artículo que revisa estos fenómenos, analizó la potencia del sonido en el agua y encontró una fuerte reducción del ruido. "Sabemos que estos sonidos tienen efectos en los mamíferos marinos", dijo el especialista.
"Desde el 1 de enero se registra una caída constante del ruido que supuso un cambio de cuatro o cinco decibeles en el período hasta el 1 de abril", explicó. Estas cifras coinciden con los datos económicos del puerto que muestran una baja de alrededor del 20% en las exportaciones e importaciones durante el mismo lapso de tiempo.
Esto no se limita a las zonas cercanas a los itinerarios de los barcos, sino que también la caída del ruido se registra en el océano profundo, a unos sesenta kilómetros de las rutas y bajo tres mil metros de agua. La disminución promedio es de 1.5 decibeles, es decir, una potencia 15% menor que la anterior. Estas nuevas condiciones ofrecen el contexto ideal para que los científicos investiguen su efecto en la vida marina.
Michelle Fournet, una acústica marina de la Universidad de Cornell, que estudia a las ballenas jorobadas en el sureste de Alaska, dijo que "se trata de una oportunidad única para escuchar que, seguramente, no volverá a ocurrir en nuestra vida".
El antecedente más cercano a esta situación sucedió después de los ataques terroristas del 11 de septiembre cuando el tráfico de aviones y de barcos descendió en Estados Unidos y los investigadores pudieron estudiar a las ballenas en un océano más tranquilo. Uno de los estudios más importantes publicados en aquel momento concluyó que el ruido de los barcos está directamente asociado con el estrés crónico de las ballenas.
Los científicos dedicados al estudio de los océanos en todo el mundo están ansiosos por recopilar datos en el contexto de una oportunidad única para escuchar la vida submarina. Nathan Merchant, un experto en bioacústica del Centro para el Medio Ambiente, Pesca y Ciencia de la Acuicultura (Cefas) del gobierno del Reino Unido dijo: "Estamos a la espera de lo que dicen nuestros registros". Este centro tiene hidrófonos para recolectar información en cuatro lugares: dos en el Mar del Norte, uno en Plymouth y otro cerca de Bangor.
Merchant aseguró que hay esfuerzos internacionales para coordinar el trabajo de monitoreo del ruido submarino. "Vamos a ver cómo el coronavirus afecta a los ecosistemas marinos en toda Europa. El trabajo de Canadá será el primero de muchos", dijo el experto y agregó que "si bien enfrentamos una terrible crisis, contamos con la oportunidad única de aprovechar este experimento que se dio de forma natural para descubrir los efectos que produce".