Coronavirus: con solo tres muertos, cómo hizo Medellín para frenar el contagio
Desde que se confirmó el primer caso de coronavirus en Colombia, el pasado 6 de marzo, la curva de contagios ha venido ascendiendo sostenidamente en Colombia. Hasta la noche de ayer 4 de junio, el país sumaba 35.120 casos confirmados, de los cuales 1.766 eran nuevos, y un total de 1.087 muertes.
A pesar de ser la segunda ciudad más poblada, con 2.533.424 de habitantes, y confirmar su primer caso tan solo tres días después que Bogotá, seis días antes que Cali y ocho antes que Barranquilla, Medellín se viene consolidando cómo una de las ciudades de gran tamaño menos golpeadas por el virus.
Con tan solo tres personas fallecidas y seis pacientes hospitalizados, cuatro de ellos internados en cuidados intensivos, la capital antioqueña registraba un porcentaje de letalidad del 0,51 por ciento. Un indicador que en Bogotá es del 2,42 por ciento, Barranquilla del 3,23 por ciento, en Cali del 4,44 por ciento, y en Cartagena del 4,47 por ciento.
Desde el comienzo de la epidemia, un equipo de académicos de la Facultad de Medicina y Salud Pública de la Universidad de Antioquia, que se han volcado a estudiar y apoyar las políticas que se vienen implementando en la ciudad, creen tener algunas respuestas. Según concuerda la mayoría, la clave está en distinguir qué resultados obedecen a procesos de largo plazo y cuales a decisiones de corto plazo.
En el corto plazo, Paula Andrea Díaz Valencia, PhD en Epidemiología y coordinadora de esa especialidad en la Universidad de Antioquia, explica que una de las decisiones que ayudó frenar abruptamente la circulación del virus fue la de iniciar la cuarentena cuando apenas había 16 casos confirmados, cuatro días antes del inicio de la cuarentena nacional.
Aunque todas las ciudades han seguido los mismos lineamientos del Ministerio de Salud, llevando hasta el límite su capacidad para aplicar cercos epidemiológicos, fortalecer su infraestructura hospitalaria y hacer cumplir la cuarentena, los resultados iniciales de Medellín han despertado el interés de expertos y académicos. ¿Ha aplicado esa ciudad alguna fórmula diferente que le permita reportar una curva de crecimiento menor?
Sin embargo, en cuanto al largo plazo, la experta destaca la autonomía, experiencia y estabilidad que en Medellín ha tenido el sistema de vigilancia epidemiológica a lo largo de los años.
"A la ciudad le ha favorecido el conocimiento detallado que este programa tiene sobre el territorio, la experiencia que ha ganado y, sobre todo, la capacidad para rastrear de forma activa los casos", explica Díaz Valencia.
El alto porcentaje de casos relacionados, que se definen como aquellos en los que se pudo identificar la cadena de contagio, respaldan esa lectura. Según los datos del Instituto Nacional de Salud (INS), mientras Bogotá reportaba un 19,48 por ciento de casos relacionados, Cali 9,09 por ciento, Barranquilla 9,31 por ciento y Cartagena 11,61 por ciento, en Medellín este indicador se ubicaba en 61,95 por ciento.
Para el investigador Román Restrepo Villa, magíster en Salud Pública, quien durante su carrera ha estudiado el sistema de salud local y desde la Facultad Nacional de Salud Pública le hace seguimiento a la pandemia, la razón de esa brecha podría explicarse en gran parte por las condiciones laborales de los profesionales que conforman el grupo de vigilancia epidemiológica de Medellín, que es contratado a través de la E.S.E. Metrosalud.
"Yo creo que una de las cosas que han jugado a favor es que el equipo que está haciendo el trabajo de campo en epidemiología lleva un buen número de años estable. Estamos hablando de personas que trabajan desde hace más de ocho años y ya se habían capacitado para realizar pruebas cuando se presentaron los primeros casos de A-H1N1. En otras partes del país la realidad es que casi que cada año se cambia de personal", explica Restrepo Villa.
Rita Almanza Payares, quien trabaja en la Secretaría de Salud de Medellín desde 2007 y hoy se desempeña como líder de epidemiología, concuerda con esa lectura y agrega que una de las ventajas que tuvo el Municipio al comienzo de la pandemia fue que la mayoría de los 95 auxiliares de enfermería y médicos que hacen parte del grupo de vigilancia ya estaban curtidos en el trabajo de campo y capacitados en la aplicación de cercos epidemiológicos en otros eventos previos, como el sarampión, el dengue, la gripe A-H1N1, entre otros.
Para la epidemióloga, esta experiencia fue clave, ya que desde la llegada del virus el grupo pudo enfocarse de lleno en el trabajo de campo, como por ejemplo sucedió a mediados de abril, cuando un hospital de la ciudad puso en alerta máxima a la ciudad al recibir un paciente infectado que reportaba ser trabajador de la Plaza Minorista.
"En la Minorista empezamos solamente con un caso y a partir de la búsqueda alcanzamos a encontrar 51. Cuando el hospital nos hizo la alerta, nosotros hicimos un mapeo y comenzamos a ir sector por sector y priorizamos a las personas que tenían algún síntoma respiratorio", detalla Almanza, agregando que luego de rastrear a los contactos de los trabajadores de la plaza el equipo terminó desplegado por toda la ciudad y tomó más de 500 muestras.
Al final los resultados mostraron que de los 51 casos detectados, tan solo 14 eran de personas que habían estado en la plaza (12 trabajadores y 2 compradores) y el resto eran personas que no tenían síntomas y que habrían pasado desapercibidas si el grupo no hubiera emprendido la búsqueda activa.
Pese al optimismo inicial que ha marcado los primeros meses de la pandemia, la sombra de un repunte en los casos cada vez está más presente. La aparición de focos en la subregión del Urabá antioqueño y en el proyecto hidroeléctrico Ituango, que durante la última semana pusieron a Antioquia en el centro de atención, también podrían empezar a golpear a Medellín.
El investigador Restrepo Villa plantea que después de más de dos meses de encierro, problemas como la seguridad alimentaria, la salud mental y la violencia intrafamiliar están empujando cada vez más a las personas a la calle, poniendo en riesgo el trabajo que se ha hecho.
"Las personas deben tener en cuenta que las epidemias son fluctuantes. La foto que hoy tenemos de Medellín puede cambiar cuando se empece a sentir el impacto de la apertura. Hay que hacer un llamado para que las personas no se coman el cuento de que estamos perfectos, porque mañana el resultado puede ser otro", concluye Almanza Payares.
El manejo de la pandemia, también ha tenido ahorros económicos. El Observatorio de Desarrollo Económico de Medellín calculó que la decisión se habría traducido en un ahorro de por lo menos 3,3 billones de pesos.