El Club del Jaqueo recoge juguetes y equipos viejos, y reformula esa chatarra para crear nuevos objetos electrónicos con un fin lúdico
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Videocaseteras, monitores y restos de computadoras e impresoras son algunos de los aparatos que se acopian en los armarios de una habitación de la vieja Casa Abasto, situada en el barrio de Once. Allí, en ese espacio que desde hace quince años funciona como sede de distintas iniciativas sociales, surgió hace tres meses el Club del Jaqueo (sic).
Se trata de un grupo de jóvenes de entre veinte y treinta años que intenta darle una segunda oportunidad a aquellos artefactos electrónicos que hoy en día son rotulados como obsoletos ; y lo hacen a partir de la convergencia de dos procesos: el reciclado y la creatividad, transformando lo que es antiguo en nuevo.
Jorge Crowe es uno de sus promotores. Tiene 35 años y una vasta carrera en el mundo del arte y la electrónica. Es licenciado en artes plásticas y también docente. Desde hace cinco años viene trabajando con distintas aplicaciones creativas de la tecnología abierta, en un espacio que él creó y llamó el Laboratorio del Juguete.
El Club del Jaqueo está inspirado en una movida global que se conoce como Hackerspaces. Es decir, espacios que integran personas que provienen de distintas áreas y que se reúnen con el objetivo de trabajar sus proyectos en conjunto, en una estructura de tipo horizontal.
"Si bien todavía el Club es muy incipiente, la idea es tomar como inspiración estos Hackerspaces , a partir de la tradición que la Argentina tiene de los clubes barriales. A veces nos ponemos a desarmar cosas. Ahora estamos armando un juego electromecánico", cuenta Crowe.
Apropiarse de la tecnología y transformarla mediante un proceso creativo parece ser uno de los propósitos centrales que rige sobre el grupo en sí. La conformación es variada. Algunos pertenecen al mundo del arte y otros simplemente lo hacen como hobby. "La idea es recuperar el placer por compartir conocimiento a través de los oficios, y a su vez por integrar tradiciones antiguas con las cosas nuevas", señala.
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Sebastián es otro integrante del Club y hace poco creó una instalación con discos rígidos recuperados. Maia compone música con un Game Boy antiguo . Jorge, por su parte, diseñó un circuito sencillo que genera una secuencia rítmica, y que funciona en base a la cantidad de piel que uno le pone en contacto. En todos los casos, se afirma la idea de cuestionar la cultura de lo obsoleto , reutilizando lo viejo para producir cosas útiles. La mirada está dirigida a demostrar que trabajar con tecnología no es necesariamente trabajar con el chiche que recién llegó al mercado, y que ello es posible materializando las ideas por medio de la creatividad.
El proceso
De miércoles a sábado se reúnen y recopilan chatarra electrónica. Desarman y arman. Reutilizan lo viejo y lo transforman en algo distinto, novedoso y original. El material para crear abunda. En Argentina se tiran aproximadamente 120.000 toneladas de basura electrónica por año .
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Con parte de ese material el Club del Jaqueo elabora juguetes, aunque según Crowe, no es el único propósito del grupo. "Hay gente que está llevando adelante proyectos individuales, hay un proyecto global que son juegos electromecánicos con láser y espejos, pero lo estamos mezclando con un Meccano viejo de los años '40, que incorpora motores de impresora reciclados", explica.
Por el momento, el grupo permanece cerrado con la idea de, en un futuro, abrir la propuesta a todos aquellos que también quieran formar parte. Además, replicar estos espacios, con el objetivo de llevar tecnología a otros lugares, sería otra de las metas a concretar.
"Por ahora el plan es divertirnos que no es poco. Hoy por hoy es muy difícil encontrar tiempo y espacio para reunirse colectivamente a crear. Poder tener un espacio donde juntarnos sin un propósito específico, me parece gigante", concluye Crowe.
Por María Florencia Gagliardi
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