Cuidar el cuerpo con un lugar sagrado en el entrenamiento
Hay quienes van a la iglesia. También quienes se retiran a un rincón pacífico a meditar. O los que necesitan escaparse unos días al campo. Todos ellos buscan rituales y lugares en los que volver a centrarse y recuperar el equilibrio en medio de la vorágine. Para mí, en cambio, ese lugar es el entrenamiento. Y sí, ya sé que mis días se suceden guiando a otros en su entrenamiento y en ocasiones haciendo yo también la clase, pero definitivamente no es lo mismo que cuando me tomo ese tiempo solo para mí. En ese momento tan mío la desconexión es completa y funciona como una actividad reparadora, por eso trato de mantenerla a rajatabla al menos tres o cuatro veces por semana.
¿Y qué hago? Salgo con mi hijo Francisco a andar en bicicleta. Pedaleamos por toda la ciudad y mientras nos oxigenamos y ejercitamos también charlamos y nos damos un tiempo para profundizar el vínculo padre-hijo, tan difícil en los años de la adolescencia que él atraviesa. Ese es mi templo, mi lugar sagrado en el que invierto en mi salud y mi felicidad al mismo tiempo. Cada minuto de esas salidas va directo a mi caja de ahorro emocional.
Por otro lado, se ha hablado mucho de la necesidad de otro templo en el último tiempo. Esa idea de que “tu cuerpo sea tu templo” lleva años dando vueltas, y viene un poco de la antigua máxima romana de, o sea una mente saludable en un cuerpo saludable. Y es que hoy que sabemos que cuerpo, mente y espíritu son una tríada unida, y que todo lo que hacemos en uno repercute en los otros, está claro que cuidar nuestro cuerpo implica cuidar otros aspectos de la vida. Tratar a nuestro “envase” como un templo es una gran premisa. Es el lugar donde habitaremos hasta el último de nuestros días, y no hay mudanza posible. Solo renovación y reparación.
Estas dos ideas no son contrapuestas, sino todo lo contrario: hacer de tu cuerpo un templo y encontrar tu espacio sagrado en el entrenamiento son dos caras de la misma moneda. Y si me preguntan a mí, una gran forma de llenar de intención este 2021. Ese tiempo dedicado al movimiento otorga otros valores: perspectiva, reflexión, serenidad. Un momento de escape de la rutina que nos permite resetear la mente y volvernos más creativos y lúcidos.
Lo mencioné múltiples veces en esta columna: reiterados estudios demostraron que el ejercicio no solo nos vuelve más vitales y saludables, sino que es capaz de añadir años a la vida, volviéndonos más longevos. Un estudio realizado con 18.000 alumnos de Harvard reveló que por cada hora dedicada al ejercicio, se sumaban tres a la vida de los participantes. Como suelen repetir gurúes del entrenamiento y la medicina: si no tenés tiempo para ejercitarte, en algún momento vas a tener que encontrarlo para lidiar con las dolencias que surjan. A pocas semanas de iniciado un nuevo año, ¿qué uso de tus días vas a elegir?
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