Lucía Monti es fotógrafa, socia de Glas, y vive con su novio en este monoambiente que es pura luz natural y verde, lo que para ella era clave. Al principio, le costaba imaginar la vida de a dos en un depto sin divisiones, pero muy rápido le encontró la vuelta y ahora le encanta: “Me encariñé con la idea del espacio chico: te ordena, te cambia la perspectiva y es un súper reto para la convivencia”.
Lu es fanática de la fotografía japonesa: “Tengo mucha influencia de Valeria Belucci, una profesora de fotografía muy genia en el rubro”. El libro del fotógrafo japonés Araki es su preferido - Créditos: Inés Tanoira. Producción de Yamila Bortnik.
A ellos les fue muy bien: encontraron en este depto la paz y el refugio que buscaban, y el espacio es además un lugar de encuentro y de trabajo siempre inspirador. Con el ojo entrenado por su profesión, Lu buscó naturalmente lindas vistas. Primero fue el balcón, que llenó de plantas; después se ocupó de darle forma e identidad propia a cada rincón del interior mediante objetos familiares heredados y mucha compra online.
“Me encanta la cultura oriental por su estética, simpleza y sutileza. Mi novio es dueño de un bar de comida oriental callejera”. - Créditos: Inés Tanoira. Producción de Yamila Bortnik.
En el dormitorio, mesas de luz heredadas, veladores del Puerto de Frutos de Tigre, florero (Florería Atlántico) y póster de la Biblioteca Pública de Nueva York.
El escritorio es su rincón preferido: “Es simple, útil y ordenado”. Sobre la tabla, Totoro (de la peli animada japonesa Mi vecino Totoro) y algunas postales orientales. - Créditos: Inés Tanoira. Producción de Yamila Bortnik.
Muy cerca de la cama, Lu generó su espacio de trabajo con un escritorio que armó a partir de una tabla de descarte de una construcción y dos caballetes que pintó de blanco. Es su rincón preferido por la luz natural y el telón verde de fondo que la inspira.
“No estoy muy a favor del imperativo de los objetos de moda. Prefiero ir recolectando cosas lindas en el camino, como la vajilla que heredé de mi abuela”. - Créditos: Inés Tanoira. Producción de Yamila Bortnik.
La cocina –que da la bienvenida al depto– es otro de los espacios más usados de la casa, porque a los dos les encanta cocinar. Lu guarda en la cocina su colección de vajilla: los enlozados que heredó de su abuela y los bols rosas (Pez Cerámica) y amarillos (Mercado de Pulgas de Nueva York). Colgado en el perchero de madera, bolso de Mono, la marca de su amiga Mercedes Hernaez.
sin vueltas
“No queríamos la rigidez de un comedor, aunque a veces se extrañe”. Con la idea de aprovechar bien los metros, optaron por armar un living que cumpliera con más de una función. Así, generaron un espacio más íntimo con una silla hamaca heredada, una mesa ratona de hierro y madera y un sillón amarillo (Manifesto): “¡Lo vi en Pinterest y me encapriché!”. Junto al ventanal, un mueble bajo para apoyar las plantas de interior.
Lu heredó de su papá el amor por el verde: “Es biólogo botánico y un loco fan de las plantas, en especial de las orquídeas: tiene más de 300 en su casa”. Es él quien le da consejos de cuidado para cada especie: “Mi balcón es un poco darwiniano: las que necesitan cuidados extremos las termino sacando, porque también las plantas eligen dónde crecen”.