Nadia Rzonscinsky tiene el don de hacer cosas lindas con sus manos. Desde hace cinco años, despunta ese vicio desde Papeles Pequeños, su emprendimiento craft que se convirtió en un trabajo de todos los días.
Crea desde su casa, siempre con música. Una casa chorizo que se amplió en los años 20 y ella transformó en lo que es hoy: un oasis en plena ciudad con ambientes frescos, luminosos y súper conectados con el exterior.
La reforma la delineó nada menos que el arquitecto Rodolfo Livingston, toda una autoridad en el tema y autor del libro Cirugía de casas.
En la pared –que cambia según las ganas– hay guirnaldas hechas a mano, papeles de regalo pegados con washi tapes, un marco antiguo y un portapostales. - Créditos: Inés Tanoira. Producción de Melisa Ruiz.
De la deco se ocupó Nadia que asegura: “Nunca había imaginado vivir en una casa reciclada, pero ahora me encanta: desde los calcáreos hasta el techo con bovedilla”.
Hay muebles de herencia reciclados, objetos handmade y hasta hallazgos que encontró en la calle. “Intento no invertir millonadas. Lo que me aburre, lo cambio sin culpa”. Y bajo esa premisa, generó espacios flexibles y cero estipulados. “¡Si los muebles tuvieran rueditas…!”, se ríe.
Pura luz y verde
Su mueble preferido está en la cocina: una estantería de hierro y madera, hecha a medida por Nobles Pensamientos. Ahí, exhibe desde piezas antiguas del Mercado de Pulgas hasta su colección de vajilla comprada en Coto –o “Anthrocotologie”, como guiño para sus seguidores de @papelesp en Instagram–.
En la estantería: maceta “Piña” (Casa Ceviche), cactus en lata vintage, jarra de cerámica Wanama Home), tazas en tonos pasteles (Reina Batata) y una pava (Le Creuset) - Créditos: Inés Tanoira. Producción de Melisa Ruiz.
El jardín es su rincón de desconexión total. El combo perfecto para estos días: té + libro + manta (Cosa Bonita). Y en verano: lona + picnic, o la mesa del comedor afuera cuando reciben visitas: “Soy cero anfitriona. Mis amigos se mueven libres por mi casa: van, vienen, se sirven, cocinan. Nada demasiado formal”.
El juego de jardín “Pastilla” lo compraron en MercadoLibre. - Créditos: Inés Tanoira. Producción de Melisa Ruiz.
Espacio compartido
Para el cuarto de sus hijas, armó un escritorio con un viejo respaldo de cama y dejó en las manos creativas de Vero Palazzo la restauración de dos sillas heredadas.
Con el paso del tiempo, el rosa les dio lugar al rojo de los almohadones y acolchados (Ikea) y el verde de la sillita (Cheeky), que también se usa como mesa de luz. - Créditos: Inés Tanoira. Producción de Melisa Ruiz.
El pizarrón lo hizo con las puertas de un ropero antiguo que rescató de la calle: lijó e hidrató la madera con cera, agregó paneles de corcho con pintura de pizarrón en aerosol (RusOleum) y atornilló una lata que heredó de su abuelo, para guardar las tizas.
Como repisa, un viejo cajón tipográfico del Mercado de Pulgas. Para completar: cajas de guardado (Falabella), latas, revisteros y un carrito para libros (todo de Ikea).
Cuarto y baño
Por el dormitorio principal también pasaron sus manos hacedoras. Creó el respaldo de cama con una puerta original de la casa: “Le levanté mil capas de pintura hasta dejarla en madera natural y, como era muy pesada, la amuramos a la pared con unos bulones enormes”.
A los pies de la cama, un mueble hecho por su abuelo materno con hierros tipo L. Originalmente, era más largo y estaba en el living de la casa de su mamá. - Créditos: Inés Tanoira. Producción de Melisa Ruiz.
A cada lado, una mesa “Cross” (PCH Deco) y otra antigua que un tío compró en el Cottolengo Don Orione y ella pintó de negro carbón. El mueble debajo de la ventana ¡también lo encontró en la calle! Y le sumó un marquito (Easy) con una hoja monstera deliciosa que cortó de un jardín.
Optaron por un baño bien neutro en cemento alisado gris con venecitas que aportan un toque de color. Sumó un espejo antiguo (La Rueda) al que le agregó ganchitos para colgar de bronce y un marco blanco, donde su abuela tenía una foto de su casamiento.