¿Desaparecieron los códigos de interacción social?
Los adultos de hoy crecimos con códigos de interacción que aprendimos, en parte de lo que nos decían nuestro padres y otros adultos cercanos, también del modelo que ellos nos mostraban y, sobre todo, de la sociedad entera que representaba y era modelo de esos mismos códigos.
Si cuando mis hijos eran chicos se atrevían a contestar mal a la mamá de un amigo, o a su hijo delante de ella, esa señora los retaba y mi marido y yo la avalábamos y reforzábamos ese reto apenas nos enterábamos. Los chicos invitaban a toda la clase a su cumpleaños o, cuando querían invitar sólo a algunos, los llamaban por teléfono uno por uno, y el festejo no se hacía directo del colegio de modo que los otros no se enteraran. No invitaban a un amigo delante de otro: sabían -sin necesidad de que se lo explicáramos- que no tenían que hacerlo, que no está bien lastimar innecesariamente a un compañero. Hoy veo con dolor que se invitan a propósito delante de un tercero, para que se entere y sufra, y muchas veces el adulto testigo de la situación no se mete ni opina para no tener problemas con los padres de esos niños. O es parte importante de un programa subir a las redes la foto del grupito de amigas juntas muy divertidas… haciendo alarde ante las que no fueron convocadas ni son parte de ese encuentro, ¡y ese alardear es parte de la diversión! Muchos padres toleran y permiten algunas conductas sólo para que sus hijos no sufran, o para que no se enojen con ellos, y no porque les parezcan aceptables o correctas. ¿De dónde van a sacar los chicos las nociones de lo que es aceptable o correcto? Porque esos padres tampoco aceptan que otros adultos (docentes, directivos, familiares, vecinos, amigos) "se metan" con sus hijos.
En cuanto al modelo adulto ocurre algo parecido, hace unos años no cancelábamos un programa por otro más divertido, no armábamos equipo para ganar sino para pasarla bien juntos, o por lo menos no todas las veces. A pesar de que hay chicos que pueden con mayor o menor facilidad ponerse en el lugar del otro, los chicos menos empáticos suelen ser hijos de padres parecidos -que por ejemplo estacionan en doble fila y no dejan pasar a otros- es decir de padres que no predican con el ejemplo de que nuestra libertad termina donde empieza la del otro, que no tengo derecho de hacer algo que moleste a otros sólo porque quiero o me queda cómodo. Sus hijos crecen entonces llenos de derechos y sin mirar ni importarles si su conducta o sus palabras lastiman a alguien, o si hacen doler. Una niña puede entonces armar un equipo dejando afuera a su mejor amiga porque no juega bien, o un varón le dice a otro que no es más su amigo porque ahora quiere ser parte del grupito "canchero" y la condición para ser aceptado es que se aparte de él.
Históricamente la sociedad educaba a través de la cultura de la época y de personas, libros, música, películas, programas de televisión, etc., el mensaje era el mismo y transmitía una pauta cultural compartida por todos, por eso el esfuerzo de los padres para educar era menor, la cultura venía implícita, se trasmitía casi por ósmosis. Hoy encontramos una cultura que cambia muy rápido a partir de muchas expresiones distintas, sin dar tiempo para que sea incorporada o asimilada, y un mundo externo que entra sin permiso en nuestras casa por múltiples canales, muy difíciles de filtrar, o de procesar, y no siempre acordes a nuestros valores o a nuestra cosmovisión. Ya no podemos apoyarnos en la sociedad o en la cultura como hicieron nuestros padres, que estaban tranquilos porque las películas, los libros, los programas de televisión, los docentes, las familias grandes y los otros padres, decían lo mismo que ellos.
Por eso hoy, a diferencia de generaciones anteriores, es tarea de los padres transmitir nuestros valores, cultura y creencias, en este caso de los códigos de interacción social, pero que llegan a muchos otros ámbitos de crianza y educación. Es una tarea que se hace indispensable porque estos valores, cultura, y creencias ya no vienen implícitos y a menudo no son compartidos por toda la sociedad.