Pensó que era una broma. Acababa de recibir el mensaje que había esperado durante seis años. Pero todavía no creía que fuera cierto lo que terminaba de leer y necesitaba confirmar con sus ojos y todos sus sentidos que no se trataba de un chiste que alguien malintencionado le estaba haciendo.
“Hola Stephanie, tu perro, Shiba, tiene el microchip con número 981020021198387 y ha sido reportado como encontrado. Por favor, contacta a quien lo encontró, Borger Animal Control, al número (806) 273-0973. Gracias, found.org”, decía el mensaje de texto que recibió esa tarde.
Lejos de casa
Shiba había sido robada del patio de la vivienda de la familia Moore-Malmstrom en Baytown, Texas, en 2018. De allí la llevaron al Panhandle de Texas, donde finalmente fue adoptada por una familia con la que vivió durante cuatro años y medio. Sin embargo, cuando esa familia tuvo que mudarse y reubicar a Shiba, los problemas no tardaron en aparecer.
Habían decidido que no querían cuidarla, la dejaron sin hogar y echada a su suerte. Shiba pasó varios meses en situación de calle y recibía el cuidado de un adolescente del barrio. Fue en ese contexto que un oficial de control de animales la encontró y revisó su microchip. Shiba había sido encontrada a más de 900 km de su casa.
Después de respirar varias veces para controlar sus nervios, Stephanie llamó al teléfono que figuraba en el mensaje de texto y, tan pronto como pudo ver a Shiba a través de FaceTime, a pesar de que la perra era mucho mayor, supo que se trataba efectivamente ella.
Un vuelo con aire de reencuentro
Con la ayuda de Pilots N Paws -una organización sin fines de lucro que traslada animales perdidos a sus hogares o los lleva a refugios- Shiba pronto estuvo en el aire, rumbo a casa.
Cuando la perra finalmente bajó del avión, Stephanie estaba asombrada de verla después de tanto tiempo. Shiba estaba encantada de ver a las hijas de Moore-Malmstrom e inmediatamente se apresuró. Ya segura en los brazos de su familia, Shiba pudo relajarse y disfrutar de su amor.
“¡Espero que mi experiencia aliente a los tutores de animales a usar microchips en sus perros y gatos y que nunca pierdan la esperanza si pierden o les roban un amigo peludo. Si la ley sobre el escaneo de microchips hubiera estado vigente en 2018, podría haber recuperado a mi niña Shiba en cuestión de semanas frente a años. Fue recién en septiembre de 2021 que Texas aprobó oficialmente un proyecto de ley que requiere que los refugios de animales y rescatistas escaneen a un animal bajo su custodia en busca de un microchip”.
El microchip en Argentina
En abril de este año, el Consejo de Planeamiento Estratégico de la Ciudad de Buenos Aires, un organismo del Gobierno porteño integrado por 200 organizaciones sociales, presentó en la Legislatura un proyecto de ley para garantizar “el cuidado responsable de caninos y felinos domésticos”. ¿Cómo? Mediante un sistema de identificación de perros y gatos a través de la colocación obligatoria de un microchip.
Según datos oficiales, cerca del 40% de los hogares de la Ciudad de Buenos Aires registran, al menos, un perro o gato por vivienda. Son unos 500 mil perros y 295.000 gatos, aproximadamente, los animales que están bajo los cuidados de los habitantes porteños.
La iniciativa prevé que el procedimiento sea realizado por un veterinario. Además, propone castigar con multas de hasta $55 mil a los cuidadores que no cumplan con el requisito previsto. También establece que los cuidadores deben proporcionar al animal “atención, supervisión, control y cuidados suficientes; buenas condiciones higiénico sanitarias y la posibilidad de realizar el ejercicio lúdico necesario”, así como “debe cumplir con el Código de Faltas con respecto a la recolección y retiro de heces en aceras, paseos, jardines y espacios públicos o privados de uso común”.
Por otro lado, crea el “Sistema Único de Identificación de Caninos y Felinos Domésticos” con el propósito de “vincular al dueño con su animal doméstico” y el cual contempla la colocación del microchip en el animal. Una vez colocado, se activa al ser leído por un escáner que muestra el número en la pantalla del lector. Ese ID está asociado a la base de datos que guarda el nombre, la dirección y teléfono del responsable, las señas particulares del animal y el historial de vacunación.
En otros países, como en la ciudad de México, la medida ya es obligatoria. También es un requisito obligatorio para el ingreso en países Uruguay, la Unión Europea, Australia y Nueva Zelanda, entre otros.
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