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 • HISTORICO

Emprendimiento consciente: enseñan a programar para reducir la brecha de género en tecnología




Mariana Varela, Carolina Hadad , Sofía Contreras y Melina Masnatta fundaron una organización sin fines de lucro con la misión de reducir la brecha de género en las profesiones relacionadas con la tecnología. En 5 años se convirtieron en referentes del tema en la sociedad y lograron el apoyo de empresas y esponsors nacionales e internacionales para llevar adelante sus programas. Así ya alcanzaron a 5.000 adolescentes mujeres de entre 13 y 17 años. ¿Querés saber cómo se gerencia una ONG exitosa? Nos lo cuenta Melina, su directora ejecutiva.
Chicas en Tecnología -CET- es una organización de la sociedad civil, sin fines de lucro, argentina que desde 2015 busca reducir la brecha de género en el ambiente emprendedor tecnológico latinoamericano.
La idea surgió cuando las cuatro fundadoras, todas con distintas formaciones profesionales pero vinculadas a la tecnología, se conocieron en una meetup y empezaron a conversar sobre la poca cantidad de mujeres que suele verse en las profesiones relacionadas con la ciencia, las matemáticas, la ingeniería y la tecnología. Tan solo el 12 por ciento de las matrículas universitarias en carreras "duras" está compuesta por mujeres.

"Nos consideramos un emprendimiento consciente "

El staff profesional de Chicas en Tecnología.

El staff profesional de Chicas en Tecnología. - Créditos: Gentileza

En sus primeros encuentros Mariana Varela, Carolina Hadad, Sofía Contreras y Melina Masnatta se prousieron hacer algo para revertir la situación: achicar la brecha de género en tecnología.
Así nació la idea de armar una organización que muestre a las futuras generaciones roles modelos cercanos y les acerque experiencias educativas de calidad, libres y gratuitas para que consideren a la tecnología como una aliada para resolver problemas que ellas detecten, y a partir de allí puedan volcarse a carreras STEM.
En ese camino, aprendieron que las barreras con las que se encuentran las mujeres son también sociales y culturales, por eso es necesario involucrar a diferentes referentes del ecosistema: desde las familias, hasta las empresas.
"Buscamos generar impacto social con metodologías y valores vinculados a las startups tecnológicas, de manera ágil, dinámica y con calidad", explica Melina Masnatta, directora ejecutiva de CET y la única de las 4 fundadoras que tiene un cargo rentado en la organización. "Nos consideramos internamente un emprendimiento consciente, es decir una gran escuela donde se enseña a rediseñar vínculos entre factores económicos, sociales y culturales de manera articulada para resolver problemas y desafíos actuales y glocales (locales + globales) que impactan en las adolescentes mujeres para sus decisiones actuales y futuras", presenta.
La organización se maneja con un enfoque integral y sistémico con el objetivo de que las adolescentes mujeres consideren a la tecnología como una aliada para cumplir diferentes propósitos que impacten en sus realidades y comunidades.
Ellas están en el centro de la experiencia, diseñan y desarrollan soluciones tecnológicas para resolver problemas que detectan en sus entornos cercanos. "Buscamos motivar, formar y acompañar a la próxima generación de mujeres líderes en tecnología. Con este objetivo articulamos con todos los actores del ecosistema emprendedor tecnológico y educativo a través de programas e iniciativas libres y gratuitos destinados a chicas de 13 a 17 años de todo el país y de Latam", explica Melina. Con estos programas las adolescentes que participan se forman en habilidades técnicas-tecnológicas emprendedoras, blandas y de impacto para que las egresadas sean líderes en sus comunidades.

"Articulamos con todos los sectores del sistema emprendedor"

Melina Masnatta, directora ejecutiva de CET.

Melina Masnatta, directora ejecutiva de CET. - Créditos: Gentileza

Con una cultura de trabajo basada en datos para la toma de decisiones, arrancaron con programas puntuales que les permitieran validar la hipótesis que dio origen a la organización: las adolescentes tienen muchísimo que aportar en el mundo tecnológico, para lo cual todo lo que necesitan es el contexto, las oportunidades y el acompañamiento adecuado.
Desarrollaron un primer programa, Programando un Mundo Mejor, que consiste en una experiencia inmersiva en el mundo de la tecnología para que las chicas pasen de ser usuarias, a creadoras de soluciones tech con impacto social. "Cuando empezamos en 2015, estos temas no estaban en agenda como lo están hoy, por lo que en su momento nuestro principal desafío fue generar un posicionamiento en la agenda de la sociedad sobre su importancia y un trabajo sostenido y de calidad novedoso para un país y región que no suele ser productor de tecnología", recuerda Melina.
El trabajo de Chicas en Tecnología se realiza en alianzas con otros actores clave de la sociedad: desde escuelas secundarias hasta empresas, startups, universidades, organizaciones de la sociedad civil, familias y municipios o gobiernos.

"Generamos indicadores de impacto: Lo que no se mide no se ve"

A los dos años de empezar el trabajo decidieron constituirse como una organización sin fines de lucro y cumplir con todas las formalidades legales requeridas.
También adviritieron que hacían falta investigaciones que mostraran la situación del sector y decicieron saldar también esa deuda. "Sabemos que lo que no se ve como un problema y por lo tanto no puede transformarse. Por eso también creamos un área de investigación con el que contribuimos a la sociedad con datos y conocimientos sobre la brecha de género en tecnología", subraya Melina.
Chicas en Tecnología se sustenta gracias al apoyo de diversos socios para lograr sus objetivos. Los ingresos de la organización son mixtos: aportes de empresas a través de sponsorships, premios y fondos internacionales, y donaciones individuales. "Al ser una organización de la sociedad civil toda nuestra información tiene que ser transparente, por eso es abierta y está publicada. Además, todo lo recaudado tiene que ir si o si en la reinversión de los programas, salvo un un porcentaje que va a la operatoria de la organización, como los gastos contables, jurídico legales que responden a las normativas oficiales, que son muy costosos", explica Melina, cuando le preguntamos cómo se sustenta en el tiempo una organización que no genera ingresos como una empresa y que depende de las donaciones para poder llevar adelante sus programas sociales.
El 70% de la recaudación se destina a financiar los programas y el 30% restante se invierte en gastos operativos e institucionales.
Como una de las principales habilidades que tiene que tener la dirección ejecutiva de una ONG es hablar con los CEOs y tomadores de decisión de las empresas u organismos para convocarlos y comprometerlos con la misión de la organización, sobre todo porque potencialmente las jóvenes van a ocupar lugares en esos espacios, Melina se especializó en hacer pitchs eficientes. "Muchas veces las organizaciones de la sociedad civil son vistas como informales o poco sólidas y eso era algo que queríamos revertir en CET, demostrando que podemos generar impacto y articular con todos los sectores. Me convertí en una traductora de lo que hacemos en el lenguaje empresarial o gubernamental.", cuenta.
"Tenemos métricas de impacto (KPI) de todo lo que desarrollamos: satisfacción de la experiencia, nuevos conocimientos adquiridos, relevancia de los aprendizajes, aplicabilidad de los conocimientos, capacidad instalada, alianzas creadas, alcance y cobertura geográfica, diversidad de perfiles de participantes y sostenibilidad", enumera.

"Tenemos indicadores de éxito"

Algunos indicadores de éxito muestran alcance, participación, crecimiento, evaluación e innovación de los programas e iniciativas. Se traducen en algunas métricas: Cantidad de programas, relevancia en el ecosistema, engagement de participantes y alianzas, participantes, alcance y cobertura, sostenibilidad, diversificación de fuentes de ingresos, presencia en medios, perfiles y diversidad de audiencia, innovación y nuevos programas.
En el organigrama de la institución hay un equipo operativo que es el staff profesional y una comisión directiva compuesta por expertos de distintas profesiones que donan su tiempo y su expertise para llevar adelante la misión de CET.
A través del trabajo conjunto no sólo impactan en adolescentes mujeres de todo el país y sus comunidades: también acompañan a las empresas y organizaciones mediante workshops, charlas y otras iniciativas, en la inclusión de métricas, acciones y planes estratégicos dentro de su cultura institucional.
El 2020 la pandemia las llevó seguir creciendo. En el contexto de aislamiento social lanzaron nuevas propuestas y oportunidades de formación y por primera vez llevan adelante una estrategia de trabajo en países de Latinoamérica con modalidad virtual. En lo que va del año ya participaron más de 1.000 mujeres de distintos lugares de la Argentina y otros países, como Uruguay, Paraguay, México, Perú, España, Colombia, República Dominicana y Estados Unidos.
Las circunstancias actuales ponen en primer plano la posibilidad de demostrar que la tecnología puede cumplir un rol central en la creación de un impacto social positivo. Los contenidos creados por Chicas en Tecnología junto a referentes del ámbito emprendedor tecnológico y que están disponibles en su página web abarcan diversos temas como: conocimientos sobre las habilidades necesarias para desarrollarse en el ecosistema tecnológico, testimonios y orientaciones de mujeres profesionales en tecnología y experiencias y consejos de graduadas CET.

En números

  • $ 4.000 (pesos) de inversión inicial para los trámites de creación de la ONG.
  • $7.000 (pesos) fue el valor de las primeras donaciones que recibieron en material de trabajo.
  • 5.000 jóvenes y adolescentes mujeres alcanzadas.
  • 7 son los países latinoamericanos de procedencia de las beneficiarias de los programas.
  • 50 mil seguidores en redes sociales.
  • 18 organizaciones y empresas apoyan los programas
  • U$S 273.000 dólares al año reciben de fondos para financiar los de programas.
  • 48 % empresas; 34 % premios y fondos internacionales; 18% donaciones componen el total de sus fuentes de financiamiento.
Instagram: @chicasentec

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