Conseguir un taxi en Buenos Aires estos días es como encontrar un tesoro. Salvo que cuando lo encontrás lo tenés que dejar ahí, monedita de oro por monedita de oro, mientras ver caer las fichas.
Mi viaje de casa a lo de Mara, hace un tiempo, era un clásico "casi 5". Anoche pasó a ser un "casi 10" así sin mosquear. Siempre lo mismo. Termino diciendo "nunca más salvo en una emergencia" y la próxima emergencia termina siendo unas sandalias demasiado altas para bajar y subir escaleras de subte o un despertador que fue acallado bajo mi almohada y me despierto una hora tarde. A este paso me voy a fundir.
Estos días antes de Navidad son raros; esta cosa de la obligación por el clima y el ánimo festivo. Pienso en esas personas que no la está pasando bien por estas fechas y entiendo cuando la gente se desea paz. La felicidad puede venir en tandas; que la paz se quede. Eso es lo importante.
Me colgué. Diciembre me pone reflexiva.